Título Original: The Changeling
Género: Terror
Director: Peter Medak
Intérpretes: George C. Scott, Trish Van Devere, Melvyn
Douglas, John Colicos.
Nacionalidad: Canadiense.
Impresiones
Verano del 92. En pleno estío
post olímpico, y a mis impresionables once años, vi por televisión esta
película. Recuerdo que me costó dormir algo más de la cuenta, y aun así sentir
una extraña fascinación por ella; acaso ese sea el resumen de mi relación con
el género de terror, sin duda uno de mis predilectos. Ahora, a día de hoy, “Al
Final de la Escalera” es una de mis películas de terror favoritas.
Reflexionando sobre mis filias, muchas de mis películas favoritas del género
podrían catalogarse también de “dramas siniestros”. Es decir, una peripecia
vital trágica o atosigante que agobia a una personas o personas por las que
tenemos empatía.
Hay, por ejemplo, varias
películas famosas de terror que no dejan de ser dramas familiares. Por ejemplo;
“La Semilla del Diablo” (1968) es la historia de una mujer embarazada tratando de
proteger a su hijo nonato de las garras de un aquelarre de pirados; “El
Exorcista” (1973) nos habla de una familia que se va al cuerno cuando la
pequeña de la casa empieza a sufrir una aterradora transformación, viéndose
afectada no solo la madre sino también un traumado sacerdote. Por supuesto hay
otras características del cine de terror que me atraen, por ejemplo las que
poseen un caudal simbológico (como muestra, la
del bien contra el mal) y conectan con nuestros miedos más íntimos; las
que juegan con la psique.
Basta de digresiones. “Al Final
de la Escalera” penetra en el espectador porque al componente aterrador hay que
unirle una notoria carga de melancolía. El protagonista, un gran George C.
Scott, lleva con él la sombra de una tragedia, una carga difícil de asumir; lleva
con con él sus propios fantasmas, hasta que acaba topando con algo que responde
a su dolor. La película, por otra parte, nos muestra el concepto de fantasma no
solo desde su perspectiva ominosa o amenazante, sino como una entidad demandante
de justicia, torturada; como una víctima que a veces se ve impelida a provocar
terror o el desasosiego. Guillermo del Toro en “El Espinazo del Diablo” (2001)
nos da una definición alegórica similar, aunque el argumento no tenga nada que
ver.
Al igual que en “El Resplandor,
otra magistral película de terror del
año 1980, no hay sustos de garrafón, ni música de cuerda a todo volumen, ni
efectismo de pitiminí. Lo terrorífico tiene que ver con la atmósfera, con el
misterio puro y duro, con la indefensión de una persona ante unos hechos de
envergadura desconocida. “Al Final de la Escaleta” juega con sapiencia algunas
bazas de películas de casas encantadas anteriores y las muestra frescas y
remozadas; incluso se permite añadir algún truco nuevo. Como curiosidad, es una
de las películas de terror favoritas de Alejandro Amenábar, que incluso en “Los
Otros” realiza un claro guiño a “Al Final de la Escalera”.
George C. Scott interpreta a
John, un compositor que pierde a su mujer y a su hijo de forma trágica en un
accidente. Como su casa está llena de recuerdos, decide mudarse a una fastuosa
mansión en Seattle (lo de casoplón últimamente está muy manido). En la nueva
residencia empezará a notar una extraña presencia que quiere comunicarse con
él.
Análisis
Dirección: Qué curioso que Peter Medak no haya dado muchas más
muestras de su talento como director. Sin duda, “Al Final de la Escalera” es su
obra más conocida. Más allá de ello sus
películas más destacadas podrían ser “La Clase Dirigente” (1972), un delirio de
comedia con Peter O’toole, o “Doble Juego” (1993) con un buen Gary Oldman. En
televisión también ha sido asiduo de vez en cuando. En “Al Final de la
Escalera” dota a la película de un ritmo paciente, que va calando poco a poco,
sin prisas, hasta que sin darnos cuenta estamos enmarañados en una red de
miedo. Es una película sobria, sin muchos colorantes o conservantes, pero que
aun así no está ayuna de una considerable competencia técnica. Véanse algunos
movimientos de cámara o algunos majestuosos travelling dentro de la casa.
Intérpretes: A destacar la extraordinaria actuación de George C.
Scott (Oscar por “Patton” en 1970, por ejemplo”) encarnando a un otoñal músico
que ha perdida trágicamente a su familia. Qué meritoria es la composición de
ese hombre gris, que lleva su pena con dolor pero con cierto sosiego, sin
ademanes melodramáticos. La naturalidad del personaje en una película de terror
puede ser un activo, mejor la sobriedad de este personaje que un adolescente
gilipollas que toma siempre las peores decisiones para ser devorado por zombis
o aliens. Trish Van Devere es la encargada de la transacción de venta y será la
compinche de George C. Scott en su adentramiento en lo paranormal. Su papel el
decidido y valiente; en algún momento parece atraída por el desdichado músico,
pero siempre dentro del marco de la ambigüedad.
Es una agradable sorpresa ver a
otro ilustre veterano, Melvyn Douglas, que ya aparecía en el reparto de la
primera película que comenté en el blog, la también terrorífica “El Quimérico Inquilino” (1976).
Guion: Inteligente historia que va de menos a más, y una vez que
alcanza el clímax sabe administrarlo bien. El único pero podría ser lo
exagerada que es en sus minutos finales, donde parece romperse todo el
equilibrio que había caracterizado a la historia; nada grave sin embargo.
Consigue que el terror sea indivisible a los varios dramas de la historia,
consiguiendo una amalgama potente y efectiva. Sustituye los sustos por una
tensión creciente y nos impregna de un ambiente viciado, grisáceo,
incómodo.
Factura Técnica: Lógicamente el magnífico uso de la atmósfera se
debe en gran medida a la fotografía. Cogiendo una idea del párrafo anterior, la
película es una gama de grises. Acorde con el estado de ánimo del protagonista,
hay algo frío, desolado. La mansión, de manual, da el repelús de las
arquitecturas antiguas. No falta el inquietantemente elegante interior, donde
la cámara fluye con mucha suavidad. La música también contribuye a la atmósfera
opresiva, luciendo en algunos momentos algunos perturbadores coros.
ZONA SPOILER
-Aunque el terror va siendo
progresivo, la primera escena es todo un impacto. Vemos el accidente donde
perecen la mujer y el hijo de George C. Scott, para dar paso luego a títulos de
crédito. Nos quedamos literalmente helados.
-Un ejemplo de la unión entre
drama y terror: la pelota de la hija. Un juguete dolorosamente evocador
utilizado para causar, a conciencia, un miedo imbatible. Verla bajar botando
por las escaleras es sencillo pero perturbador.
-Cosas que se deslizan como
homenaje en “Los Otros” de Amenábar: El nombre del sirviente jardinero en “Los
Otros” es señor Tuttle, idéntico nombre al de un personaje de “El Final de la
Escalera” con funciones similares. La sesión de ouija/espiritismo es otro
elemento prácticamente calcado en “Los Otros”;
se trata de una ceremonia donde lo que oye el médium es apuntado
instintivamente en el papel.
-Por cierto, que la sesión de
espiritismo es aterradora. Y todavía es más aterradora la escucha de las cintas
magnetofónicas, a posteriori, que han grabado la sesión. George C. Scott ha
hecho una inesperada psicofonía y puede oír a Jospeh, el niño asesinado en la
buhardilla.
-Otra película que ha sido
influida por “Al Final de la Escalera” es “Ringu” (1998), la obra maestra del
J-Horror. Las respectivas escenas en los pozos son muy parecidas y, en ambos
casos, hay dos asesinatos infantiles.
-El elemento fantasmal, a
diferencia de otras películas, no es una entidad malvada en sí misma (como por
ejemplo ocurre en “Poltergeist” -1982). Es solamente el alma torturada de un
niño asesinado por su padre y además suplantado por otro niño. El dolor y el
extremo deseo de justicia de Joseph puede, eso sí, desatar una ira paranormal
bastante impresionante.
-Y si no, miren lo que le pasa al
policía que amenaza George C. Scott. El pequeño Joseph provoca el accidente de
coche que acaba con su vida ¿de forma telemática?
-El final es algo excesivo;
llamaradas, la silla de ruedas cobrando vida y la casa, en general, viniéndose
abajo. El alma de senador va al encuentro de la de Joseph, como si se internara
en un infierno. Entre las ruinas sobrevivirá la caja de música, cuyo sonido se
mezcla en la última escena con una risa infantil...
Escena Favorita
-La mencionada sesión
espiritista. Si junto la escritura demente de la médium, la información que se
va relevando sobre el niño, la repetición escalofriante de la palabra “help” y
la escucha posterior de las cintas con la voz de Joseph acabo encendiendo las
luces a toda leche mientras me castañetean los dientes a la velocidad del rayo.
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