Título Original: Roma
Género: Drama
Director: Alfonso Cuarón.
Intérpretes: Yalitza Aparicio, Marina de Tavira, Marcos
Graf, Diego Cortina Autrey.
Nacionalidad: Mexicana.
Impresiones
Desconfío de las películas hechas
específicamente para las plataformas de streaming, aunque “Roma” se pudo ver
brevemente en cines, pero si un proyecto concreto es interesante no creo que
sea sensato enfurruñarse y dejar correr lo que podría ser una gema en potencia.
“Roma” tenía una pinta, a priori,
de cine de arte y ensayo absolutamente mayestática, y los referentes que había
oído a algunos críticos o cineastas eran muy estimulantes. Se ha hablado de
similitudes con “Los Olvidados” de Buñuel (1950) o “Amarcord” de Fellini (1973),
y fueron estas dos asociaciones las que más me interesaron a la hora de ver la
película.
¿Responden realmente estas
comparaciones a lo que se ve? No demasiado. “Los Olvidados” era una
fantasmagoría áspera y tremebunda sobre la delincuencia juvenil, cosa que no
cuadra precisamente con “Roma”; en cuanto a “Amarcord”, tampoco podemos encontrar
en “Roma” la nostalgia zumbona y barroca de Fellini, se trata de un enfoque más
serio.
También se habla de neorrealismo;
esto quizá pudiera ser. Pero al ocurrir en gran parte en la colonia Roma,
Ciudad de México, que pasa por ser una zona donde residen familias de cierto
poder adquisitivo, no sé si se cumplen todos los requisitos canónicos para
hablar de una película neorrealista. ¿Y saben qué? Todo esto da absolutamente
igual. Aunque a veces son prácticas, las etiquetas sirven más bien de poco.
Definiría “Roma” como una
película costumbrista, meditabunda y enormemente formalista. En general creo
que es una película notable, pero que no me gana del todo para ser
sobresaliente. Cuesta un poco entrar en “Roma”; de tan cotidiana que quiere
parecer, acaba siendo una abstracción (eso sí) muy bellamente filmada. Sin
embargo, a medida que la película avanza, todo se va corporeizando,
encarnándose en una serie de segmentos francamente emocionantes, bellos y, a
veces, terribles. Cuando acabo de ver la película tengo la sensación de haber
visto una cinta creada por gente enormemente talentosa pero que se resiente en
ciertos aspectos.
A veces parece que gasta muchas
fuerzas tratando de encontrar el encuadre perfecto, la secuencia inmejorable,
la fotografía intachable e imaginativa. De acuerdo, no es ése precisamente un
error demasiado grave, pero tales afanes acaban lastrando un poco la
espontaneidad o el naturalismo que la historia podría tener. Incluso hay cierta
tozudez ensimismada en centrarse o alargar ciertas situaciones que, a priori,
no deberían dar mucho de sí. Todo cambia más adelante, en la segunda mitad de
la película; ahí es donde se muestra desgarradoramente humana, donde el
espectador se ve interpelado para emocionarse. Y, en esos momentos, ciertamente
es posible disfrutar de momentos de cine impagable, de muchos quilates.
También tengo la sensación de que
es una película que requiere más visionados,
paciencia y escrutinio. No sería raro que viéndola una vez más mis sensaciones
fuesen más positivas (o sí).
La película nos narra la historia
de Cleo, una empleada doméstica que trabaja para una familia acomodada de la
Colonia Roma. Sus avatares, a veces íntimos y otras veces relacionados con las
vicisitudes de la historia reciente de México, nos van dibujando un perfil
humano que en buena parte se sostienen por recuerdos infantiles del propio
Cuarón.
Análisis
Dirección: Hay algo de audacia en la forma de narrar de Cuarón,
aunque no siempre resulte igualmente interesante. Aun así, es justo reconocer
que la película destila honestidad por los cuatro costados, quizá es debido
en buena parte a que la perfección
formal no se usa para hacer la historia más barroca. Además hay que reconocer
el estilo personalísimo de la película y la perfección, casi geométrica, con la
que están hechos los planos. Desde luego, sobre todo si vemos su filmografía,
Alfonso Cuarón no es director que rehúya los retos, antes al contrario. El
ritmo de “Roma” es desigual, pero cuando coge el tono es realmente buena.
Actuaciones: Yalitza Aparicio, la intérprete de Cleo, hace una
actuación portentosa. Mejor dicho, portentosa al cuadrado. Tengan en cuenta que
no tenía ningún tipo de experiencia previa como actriz, habiéndose dedicado
anteriormente a la docencia de preescolar. Tal vez por ello su actuación sea
tan intuitiva, pura y natural; no solamente da a la pantalla lo que pide sino
que lo decuplica. A esta fecha todavía no han salido las nominaciones a los
Óscar, pero sin duda debería optar a una candidatura a la mejor intérprete
femenina.
Tampoco es que el resto del
reparto tenga una experiencia particularmente dilatada, salvo quizá Marina de
Tavira, lo que quizá sí que sea algo aledaño al neorrealismo. En cualquier caso
el resto de actuaciones en total son apropiadas y solventes.
Guion: No consigo que me guste en toda su dimensión. Sobre todo en
el inicio de la película parece que estamos inmersos en una deriva poco
definida, donde no hay una continuidad narrativa clara y hay subrayados sobre
elementos un tanto, a mi entender, innecesarios. Sin embargo cuando se centra
con más fuerza en lo más intensamente humano, la película se cobra sus atrasos
y realmente nos toca la fibra. Esto ocurre más a menudo conforme va a avanzando
el metraje, hasta que al final acabamos conmovidos. Desde el punto de vista
social “Roma” muestra las notables diferencias entre la calidad de vida de las
clases pudiente y la de las clases humildes, particularmente cuando se centra
en la vida de Cleo fuera de su lugar de trabajo. La película es también porosa
en cuanto a las agitaciones sociales del México de la época (años 70-71),
siendo alguna de ellas vitales en el desarrollo de la misma.
Algunas críticas han querido ver en “Roma” una especie de manifiesto
clasista donde la dadivosidad y cariño de la familia para con Cleo es un rasgo
de condescendencia inaceptable, toda vez que “queda bien claro” quien es el amo
y quien el trabajador. Esta visión me parece más una prédica alicorta de los
prescriptores de cine políticamente cardiosaludable que aplican el concepto de
lucha de clases hasta en las partidas de futbolín, que una visión completa de
la película. Evidentemente el clasismo y el racismo queda reflejado (que no
refrendado) en “Roma”, pero el comportamiento familiar hacia Cleo creo que
viene dado por el más estricto cariño. De todos modos el tema político no es
precisamente el que más me interesa en la película.
Factura técnica: Un pilar fundamental, uno de los mayores activos
de la película. La fotografía en blanco negro es magnífica, no hay plano que no
parezca concebido como una obra pictórica en sí mismo. Abundan los encuadres y
travellings prodigiosos; a veces dan ganas parar la película y deleitarse
visualmente. También es estupendo el sonido, cuidadísimo, evocador e
indisoluble de la parte visual. La perfección formal de “Roma” es apabullante.
ZONA SPOILER
-¿Quieren un plano magistral de
inicio? Dicho y hecho, estén atentos a cómo se puede crear una delicia visual
con un charco.
-Decía, que la película a veces
se recrea en algunos aspectos un tanto desconcertantes. ¿Es preciso dedicar
tanto tiempo al aparcamiento de un coche, prestando especial atención a como
una rueda chafa un zurullo?
-Vale, se ve que es una película
especial desde el inicio. Sin embargo, hay algo de abstracción, de naturalismo
que deviene en levedad, que hace que no acabe de entrar.
-Sin embargo van apareciendo los
zarpazos. Es demoledor el abandono que experimenta Cleo cuando le dice a Fermín
que está embarazada. A la salida del cine Cleo ya comprende que su novio ha
salido por peteneras. La familia, por cierto, no solamente no la despide (algo
que Cleo teme) sino que le ofrece toda la ayuda médica a su alcance.
-Volvemos a las andadas con la
clase magistral y colectiva de artes marciales, alargada casi hasta el absurdo.
El desenlace de la secuencia es demoledor, pero precedido de unos minutos
realmente planos (salvo para deleite de estetas)
- Eso sí, según se aproxima el
desenlace de la película no dejamos de encontrar una maravilla tras otra.
-Es impresionante la irrupción de
Los Halcones en la tienda donde Cleo y Sofía están ojeando cunas. Uno de los
paramilitares es Fermín; la secuencia deviene en un asesinato; debido a la
impresión Cleo rompe aguas.
-La escena del parto en el
hospital sin duda es una escena que se recordará mucho tiempo tras haber visto
la película. Particularmente estremecedor es el momento en que intentan
reanimar, al fondo del todo, al recién nacido mientras Cleo sufre en primer
plano. El bebé nace muerto y la desolación es apabullante.
Escena favorita
-La familia entera ya sabe que
Sofía se ha separado y que su marido ya no volverá a casa. Revelación que
ocurre en un viaje a la playa, que no es sino una excusa para que el padre vaya
a recoger sus objetos a casa. Precisamente estando en la playa dos de los niños
están a punto de ahogarse en y Cleo se mete en el mar para salvarlos. El
travelling que desarrolla esta secuencia es impresionante, abrumador,
maravilloso. Todo se remata con el abrazo de toda la familia con Cleo: todos la
quieren, ella es una más de la familia.
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