Título Original: Dolor y Gloria
Género: Drama
Director: Pedro Almodóvar
Intérpretes: Antonio Banderas, Penélope Cruz, Asier
Etxeandía, Leonardo Sbaraglia
Nacionalidad: Española
Impresiones
Sin duda era muy interesante ver
“Dolor y Gloria”, la última película de Pedro Almodóvar, en vista de los
halagos y lisonjas que estaba recibiendo por parte de la crítica y de
espectadores que ya la habían visto. Por eso, cuando mi amigo Víctor Prats me
planteó la posibilidad de ir a hacer una visita al cine para echarle un ojo no
me lo pensé demasiado.
“Julieta” (2017) había sido una
película más que aceptable, de sentimientos íntimos y recogidos, tono sobrio y
buenas actuaciones. Toda daba a entender, por lo que sabía, que ese tono
contenido podría continuar en “Dolor y Gloria”; soy simpatizante de algunas de
sus ocurrencias más descacharrantes y estrambóticas, pero su tono (por decirlo
de alguna manera) normal es más que interesante.
Hay varios “Almodóvares” a la
hora de hacer una película. En los últimos tiempos se ve bien. Encontramos a un
Almodóvar excéntrico, loco y a veces algo hermético (“La Piel que Habito”
-2011-, “Los Amantes Pasajeros” – 2013-); y el más tranquilo y meditabundo
(“Julieta” “Dolor y Gloria”). De los últimos tiempos, digo, prefiero esta segunda
faceta.
Almodóvar ha dicho que “Dolor y
Gloria” no es una autobiografía, pero que sí es la película que más le define.
Es decir, habrá elementos coincidentes con su vida, habrá licencias y también
invención pura. Pero es probablemente el Almodóvar más expuesto de su carrera,
el más confesional.
Salvador Mallo es un director de
cine cansado y taciturno que a raíz de un problema físico con su espalda (esta
dolencia sí al tuvo Almódovar) deja de dirigir películas, lo que le lleva a
caer en un profundo abatimiento. En estos momentos difíciles Salvador se va
encontrando con presencias y recuerdos dolorosos a los que tendrá que dar
salida, resolverlos y enfrentarlos para tratar de continuar con su vida.
Hay varias referencias a Fellini.
Por un lado, el director en apuros y en el dique seco podría recordar a “Ocho y
Medio” (1963), mientras que las evocaciones infantiles pueden ser parientes
lejanas de “Amarcord” (1973), si bien en “Dolor y Gloria” no son tan surreales.
En este último punto también podría haber alguna concomitancia con el
Neorrealismo italiano. También hay algo bergmaniano en la película.
El ritmo es lento y el
sentimiento que la rodea deambula entre la tristeza y la decadencia, pero si
somos capaces de entrar en el ritmo de la película, nos veremos recompensados
con un buen puñado de momentos emotivos, acompañados de una serena (aunque
amarga) reflexión sobre la vida del artista en particular y quizá sobre
Almodóvar particularísimamente. No por tener un ritmo frío elude el factor
humano, al contrario lo hace con una sutileza admirable y sobre todo, tiene una
concentración de honestidad bastante alta. Mi Almodóvar favorito en años.
Análisis
Dirección: El estilo, como decíamos, es sobrio y elegante. Tiene
algunos hallazgos visuales interesantes, como al inicio de la película, y a
través de la cámara, Almodóvar, trata de tomar la temperatura a sus personajes por
su mirada. Es una película muy de rostros, captados por numerosos planos medios
o cortos. Almodóvar da a la película un ritmo paciente, continuo y sosegado;
para captar la esencia de los personajes es preciso mirarlos sin prisa, ir
empapándose de sus dilemas. Buena labor de dirección, sin duda.
Actuaciones: Antonio Banderas hace, diría yo, una de los mejores
papeles de su carrera. Su rostro de dolor, resignación y abatimiento tiene la
suficiente sinceridad como para que nos imbuyamos de su tristeza. Replica muy
bien también el dolor puramente físico, a raíz de la lesión de espalda, en
pequeños pero meditados gestos en distintas acciones (como subir a un taxi,
p.ej) Evidentemente asume muchos tics del Almodóvar real. En realidad el nivel
actoral es bastante notable, podríamos añadir también a Penélope Cruz,
desenvuelta y vivaracha y al toque entrañable de Julieta Serrano. Por otra
parte, son imprescindibles los papeles de Asier Etxeandía y Leonardo Sbraglia;
enérgico uno, sobrio el otro.
Guion: Y decíamos que no es exactamente una autobiografía, pero
esencialmente Antonio Banderas es un trasunto del propio Pedro Almodóvar. El
tono es sombrío, cáustico, decadente. Desde cierto punto de vista puede
considerarse una película episódica, donde Salvador Mallo va haciendo,
progresivamente, frente a varios aspectos del pasado que han dibujado profundas
cicatrices en él. Los episodios podrían ser incluso arquetípicos de un tipo de
relación (amistad, amor, relación madre-hijo…) Se incluyen insertos temporales
a modo de flashback que con el paso de la película irán cobrando una
significación distinta. La aparente dispersión del guion se enmienda en un
final que da sentido a buena parte de la película. También es de justicia decir
que no todo es tristeza en la película, hay huecos para la esperanza.
Factura técnica: La apuesta de Almodóvar es por la sobriedad, pero
sin embargo en la fotografía está presente su característico colorido pop en
algunas escenas. El acabado de la película, sin recurrir a demasiadas
florituras, es deliberadamente aséptico, quizá para refrendar la serena
desesperación del mundo interior de Salvador Mallo. La música de Alberto
Iglesias es un perfecto acompañante y complemento de la puesta en escena.
ZONA SPOILER
-La primera escena con Antonio
Banderas sumergido en la piscina es estupenda. Tiene una peculiar plasticidad
impregnada de azules que dan cuenta del estado meditabundo de Salvador.
-Los “flashbacks” siempre surgen
de una manera sutil. Casi todos se deben a ensoñaciones o estados alterados por
“fumarse unos chinos”.
-Toda la parte de Paterna cobra
sentido con el despertar a la sexualidad de Salvador mediante la atracción que
siente por el pintor que encala su casa en Paterna. Sutil y estupenda es la
escena de la clase de caligrafía.
-La parte de la niñez parece que
va a convertirse a veces en una especie de “Cinema Paradiso”, a base de niño
encandilado con el cine. Luego se recorren otros derroteros.
-Decíamos que era película, a su
modo, episódica: La primera cuenta pendiente que Salvador tendrá que solventar
tiene que ver con la amistad. Salvador trata de reconciliarse con Alberto
Crespo (Asier Etxeandía), actor (y antiguo amigo) con el que no se habla desde
hace treinta años. Tras una serie de altibajos en el reencuentro, Salvador
consiente en que Alberto adapte para el teatro un relato llamado “Adicción”.
Esto supone un punto de reconciliación. El relato, convertido en monólogo,
habla de un amor en tiempos de la Movida Madrileña entre dos hombres. Uno se
supone que es Salvador y el otro, una pareja sentimental con la que mantuvo una
relación en los años. Esto nos lleva a que…
- … tenemos encima el segundo
“episodio”: el amor. Jugando con las casualidades Almodóvar hace que entre los
espectadores del monólogo esté el antiguo amor de Salvador, Federico (Leonardo
Sbaraglia) quien de inmediato se siento identificado. Salvador no va a las
representaciones, pero Federico llega a él a través de Alberto. Ambos se
reencuentran y solventan cuestiones pendientes y obtienen (particularmente
Salvador) cierta paz de espíritu.
-El encuentro con Federico hace
bien a Salvador quien, de hecho, deja una incipiente adicción a las drogas.
Otro efecto es una mayor preocupación por su propia salud.
-El siguiente episodio que
afronta Salvador tiene que ver con su madre. Éste tiene más difícil solución,
pues murió hace años. Poco antes de morir le recrimina a Alberto que al irse de
Paterna la dejase abandona; de algún modo Salvador dejó al margen a su madre
mientras él iba desarrollando su carrera como director. Sin embargo, por
primera vez, es capaz de hablar sobre ello y, de algún modo, solventar el
problema.
-Encontrar en una galería de
arte, por casualidad, el dibujo que hizo a Salvador el pintor de su casa
infantil en Paterna despierta algo dormido en Salvador. Lo suficiente como para
que vuelva a rodar otra vez. Y aquí viene la mayor sorpresa de la película: las
escenas de la evocación de la infancia de Salvador, y que se han ido
intercalando desde el inicio, son en realidad tomas de su última película
“Primer Deseo”. Salvador ha afrontado su pasado, ha mejorado (suponemos) su
lesión de espalda, y por fin ha vuelto a hacer cine. Para contar su historia,
lo que casi deja un toque de metaficción.
Escena Favorita
-Quizá en algunos aspectos sea un
poco obvio, dada la predisposición de la escena para causar emoción, pero el
momento del monólogo de Alberto que adapta el relato de Salvador me parece
magnífico. Es una especie de flash back sin necesidad de recurrir a imágenes
pretéritas, basta con la expresividad actoral de Asier Etxeandía. Uno de los
momentos más emotivos de la película.
No hay comentarios:
Publicar un comentario