martes, 9 de julio de 2019

Sonata de Otoño (1978)


Título Original: Höstsonaten

Género: Drama

Director: Ingmar Bergman

Intérpretes: Ingrid Bergman, Liv Ullman, Lena Nyman,  Halva Björk

Nacionalidad: alemana (de la RFA)



Impresiones

En contraposición a la semana pasada, hoy traemos una película eminentemente seria, sesuda, e introspectivamente desgarradora. La visión vital de Ingmar Bergman ha ido siempre, con los debidos matices, de la mano de la angustia, de un gélido desencanto vital. Habré de reconocer que mis primeros contactos con el sueco no fueron satisfactorios y, durante algún tiempo, solía pensar que era uno de los “clásicos” que menos me gustaba.


Hoy en día mi apreciación ha subido bastante. El causante de ello es “Fresas Salvajes” (1957), la película que hizo que mi negativa opinión inicial virase. Esencialmente sigo siendo un aficionado esencialmente hollywoodiense, qué le vamos a hacer, pero ello no está en contradicción con apreciar celuloide de cualquier latitud. Desde luego Bergman no es un director inmediato, pero con un poco de paciencia podemos llegar a familiarizarnos y apreciar su cine.



“Sonata de Otoño” es una película que se cimenta sobre el dolor. En concreto sobre el dolor soterrado, enquistado durante mucho tiempo. Para más inri es un dolor que ha engendro un odio que pugna por salir a la luz. Hasta que lo hace. El campo de batalla donde se concreta es en una relación materno-filial.

Charlotte (Ingrid Bergman, que por cierto no tiene ningún parentesco con el director) es una famosa concertista de piano que durante toda su vida ha priorizado su carrera sobre su familia.  Después de muchos años sin ver a su hija Eva (Liv Ullman), ésta decide invitarla a pasar unos días a su casa de Noruega. Allí vive con su hermana Helena (Lena Nyman), que está gravamente incapacitada por una enfermedad degenerativa, y con su marido Vyktor que es un pastor protestante. Muy pronto la tensión irá creciendo entre Charlotte y su hija Eva, hasta convertir la visita en amargo cruce de reproches.



La película se verá encerrada en su propio microcosmos, de tal modo que trascurre entera dentro de la casa de Eva. Ese será el escenario de este doloroso encuentro, y nos dará una mayor sensación de desazón al aumentarse la sensación de claustrofia.

Es una película dura pero gratificante, que habla alto y claro de asuntos que nos pueden pillar muy de cerca. También pone en solfa ciertos sobre institución familiar. Según decía Tolstoi, todas las familias afortunadas se parecen, pero las desgraciadas lo son cada una de una forma distinta. Nosotros nos encontraremos con una familia desgraciada a su modo, pero fieramente humana. Si guardan algún recelo a Bergman les animo a ir viendo su filmografía. Igual se sorprenden.



Análisis

Dirección: Sobriedad y solemnidad ante todo. Ésa es una marca de la casa. Sin embargo, debajo bulle un drama de naturaleza desgarradora. Bergman genera una atmósfera de tensa calma que poco apoco se irá cargando hasta concluir en su inevitable zozobra. El espacio arquitectónico (osea, el único; casi todo son interiores) está astutamente aprovechado. Bergman se sirve de primeros planos para enfatizar la emotividad de sus personajes y dota a algunos largos parlamentos de una gran viveza, a pesar de su estatismo.

Intérpretes: Quizá el punto fuerte de la película, que se basa en gran parte en sus magníficas actuaciones femeninas. Ingrid Bergman se ganó una nominación al Oscar encarnando a Charlotte, una madre distante, con dobleces, con un sentido gélido de las relaciones humanas. La actuación de Liv Ullman está igualmente maravillosa, se centra más en el rencor guardado y macerado durante largo tiempo; su esencia consiste en abrir una espita de descontento, pero lo hace de una forma notoria pero contenido. En general, no hay nada sobreactuado a pesar de que el material pudiera dar pie a ello. Bergman se encarga de buscar la expresividad de las actrices usando profusamente el primer plano. Los parlamentos de Charlotte y Eva estallan enfrente del espectador, como si nos interpelasen también a nosotros.

Lena Nyman haciendo de Elena aporta una expresividad dramática y desesperada. El marido, interpretado por Halvar Björk , es un personaje nimio. Apenas nos sirve como introducción a la trama de la película y poco más, salvo una pequeña conversación con Charlotte.

Guion: Hacia algunas características teatrales, en el sentido más aristotélico del término; es decir, en lo que se refiere a la unidad de acción y de tiempo. La película apenas si se produce durante parte de un fin de semana y siempre en la casa de Eva. Durante una etapa, digamos, a modo de prólogo se  nos va perfilando el resquemor entre madre e hija en diversos pasajes: es muy interesante el fragmento en que Eva y Charlotte interpretan ambas un preludio de Chopin. Ésa será una de las piedras de toque de lo que está por venir. Todo, finalmente, se desata en una terrible noche de insomnio. Asistiremos a uno de los mayores duelos dialécticos que yo recuerdo en una película, ayudado aquí y allá de vez en cuando por algún pequeño flashback. “Sonata de Otoño” se puede calificar como uno de los guiones más “terrenales” de Bergman, lejos de la intrincada simbología de “Persona” (1966) o las abismalidades metafísicas de “El Séptimo Sello” (1957).

Factura Técnica: Sobriedad y contención. Ya hemos mencionado el uso de los primeros planos para el realce de la expresividad. Hay algo inequívocamente nórdico en el ambiente, en la luz, en la fotografía. La luz de velas aporta un aire ceremonioso e incluso elegante. La banda sonora es escasa y se basa en la música de Häendel. Aparte de la interpretación de los preludios de Chopin, claro.

ZONA SPOILER

-Es prácticamente imposible negar las emociones negativas que se arrastran con nosotros. Charlotte y Eva no se ven desde hace siete años, pero todo está abocado al enfrentamiento. De algún modo es inevitable.

-La discusión madre-hija comienza de noche, en una lúgubre intimidad. Charlotte, la madre, virtuosa pianista que atendió más a su carrera que a ofrecer algo de calor a sus hijas. Una lesión de espalda la obligó a parar durante un tiempo. Guarda gratos recuerdos de, p.ej, un verano disfrutado en familia.

-Eva, la hija que guarda rencor a una madre tan admirable como fría. Siempre lidiando con la soledad. Acomplejada porque nunca alcanzará la excelencia artística de su madre y siente que ésta, a su modo, se lo recrimina. De  aquel verano del que Charlotte guarda un bonito recuero, Eva guarda un recuerdo pavoroso; todo era artificiosidad, fingimientos, secreta frustrción.

-Se introducen algunos flashbacks que no interrumpen los pensamientos madre-hija, y dan un toque casi onírico a algunas partes del film.

-Charlotte y Eva se desahogan, pero tras una noche tan tormentosa es imposible que se queden juntas. Nada se ha solucionado, todo sigue igual. Si acaso Eva, vuelve a sus remordimientos y escribe una carta a su madre. Que no obrará, suponemos, efecto. Otros dolores también permanecen: la muerte del hijo de Eva, la del compañero de Charlotte (Leonardo)

Escena favorita

-Sería un abuso elegir toda la noche de la discusión, así que me quedaré con su detonante. Charlotte está entre sueños y en esa casi vigilia siente que alguien la está ahogando con un almohada. Al momento descubre que no hay nadie y que todo es obra de su subconsciente. Al no poder conciliar el sueño de nuevo baja al piso de abajo y allí se encuentra a su hija. Al tormenta está a punto de estallar. Y todo ha comenzado con un sencillo, inquietante e irreal gesto. Muy interesante.

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