martes, 25 de junio de 2019

Con las Horas Contadas (1950)


Título Original: D.O.A

Género: Cine negro

Director: Rudolph Maté

Intérpretes: Edmond O’Brien,  Pamela Britton, Luther Adler, Beverly Garland

Nacionalidad: Estadounidense



Impresiones
“Con las Horas Contadas” es un ejemplo de que removiendo y rastreando la historia del cine, te puedes encontrar con magníficas sorpresas, de estupendos premios en formas de pequeñas joyas filmadas. Si bien es una película que ha ido ganando estatus, y que incluso tuvo un remake en los años ochenta (llamado en España “Muerto al Llegar” -1988-).




Para empezar, me parece simpático que el director sea Rudolph Maté; uno de esos directores aparentemente de “segunda fila” que son capaces, con un impresionante sentido del oficio, de hacer obras de extraordinario interés. Uniendo arte y artesanía (qué palabra tan infravalorada). Además de “Con las Horas Contadas”, dirigió “El León de Esparta”(1962) donde se narra el episodio de la Guerra de las Termópilas, la ciencia ficción de “Cuando los Mundos Chocan” (1951) o el wéstern “Hombres Violentos” (1955), y etc, etc. Antes de dedicarse a ello fue director de fotografía de gente como Dreyer, Hitchcock o Lubitsch, con lo que tenía perfecto conocimiento del funcionamiento del cine.



“Con las Horas Contadas” es una muestra de buen cine negro. Y tiene algo que es fundamental en toda película que se precie, pero sobre todo en el cine negro: una  premisa atractiva e inquietante. Una noche cualquier un tipo llamado Frank Bigelow (Edmond O´Brien) llega a una oficina de policía para denunciar un asesinato. Lo más asombroso es que, según dice, la víctima es… él mismo. Acto seguido cae desplomado y muerto. La película consistirá en un flashback que tratará de explicar cómo se ha llegado a esa situación. Llegaremos a saber que Frank supo que lo habían envenenado y que su muerte era irreversible el día anterior. Durante el poco tiempo que le queda Frank tratará de averiguar a toda costa quién es el autor de este asesinato “con temporizador”, pues se trata de un simple notario que no tiene enemigos. La búsqueda la lleva a cabo un hombre condenado y será complicada y angustiosa.

La película no cuenta, digamos, con ningún primer espada de la actuación pero no carece en absoluto de talento. Por ejemplo, Edmon O’Brien llegó a participar en celebradas películas como “La Condesa Descalza” (1954) o “El Hombre que Mató a Liberty Valance” (1962). En general es  una película sin excesivo presupuesto pero que utiliza sus bazas con el mayor provecho e inteligencia.



Análisis
Dirección: Rudolph Maté se desenvuelve muy bien para conseguir una historia atractiva contada de un modo excelente. Y lo hace también elegantemente; en ese sentido notamos el bagaje que ya tenía como director de fotografía. Texturas en blanco y negro muy clásicas en este tipo de cine acompañan a una historia contada con fluidez y emoción a pesar de la complejidad que acaba teniendo la trama. Un buen trabajo.

Actuaciones: Edmond O’Brien soporta perfectamente el peso del personaje y nos transmite el agobio del personaje, y su penoso dilema, de una forma estólida pero sentida. En general no se encuentran lindezas, pero sí rasero mínimo del cual no se baja. Actuaciones, por lo tanto eficientes y meritorias.

Guion: La idea principal es original e interesante. Un comienzo relativamente ligero se ve continuado por una angustiosa búsqueda del protagonista para encontrar al que será responsable de su muerte. La trama acaba teniendo numerosos anillos concéntricos y múltiples divagaciones, de tal modo que puede que haya alguna dificultad a la hora de seguir todo el proceso de la trama. No obstante, la perturbadora idea de fondo no pierde fuerza y sirve de asidero para el espectador. Hay algunos elementos un tanto infrecuentes como unos llamativos venenos, o asuntos con iridio, que nos confirmarán la originalidad de la trama.

Factura Técnica: La fotografía está hecha con mimo, detalle y elegancia. Buenas imágenes de la ciudad de San Francisco  y momentos muy interesante como el del club de jazz (ojo a la intensidad con la que toca la banda). Aunque fue un prestigioso director de fotografía, y eso se nota en el cuidado en este tema de “Con las Horas Contadas”, aquí Rudolph Maté no se ocupa de ello. El director de fotografía es Ernest Laszlo, eminente profesional que ganaría un Oscar en 1966 por “El Barco de los Locos”.

ZONA SPOILER

-No sé si hay algo de moralina en el hecho de que a Frank le envenenen en un viaje planeado para echar un canita al aire, mientras se libra de la presión de casarse con su secretaria/enamorada. Vayan ustedes a saber; EE.UU era el país del Código Hays.

-El inicio con Frank entrando en comisaría para denunciar su propio asesinato es inusual e inquietante. Como lo es el título original: D.O.A significa “death on arrival”, esto es: “muerto al llegar” o “ingresar cadáver”.

-Menudo fiestón tienen montado en el hotel. La escena del club de jazz me parece  fascinante; ambiente nocturno, bohemio y elegante. Por no mencionar cómo se va insertando la trama criminal.

-Sin duda la subtrama con la novia de Frank aporta dramatismo a la historia. Sobre todo al ver que ella sospecha algo, pero en ningún momento se imagina la magnitud del desastre.

-La imagen en la que se revela el “veneno luminoso” es siniestramente bella. Estéticamente la sangre brillante del análisis es interesante; su significado aterrador.

Escena favorita

Me retrotraigo a lo dicho sobre la escena del club de jazz. Rodada a la par con intensidad y sutileza, acabará siendo el cogollo de donde nacen todas las tramas de “Con las Horas Contadas”.

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