Título Original: D.O.A
Género: Cine negro
Director: Rudolph Maté
Intérpretes: Edmond O’Brien,
Pamela Britton, Luther Adler, Beverly Garland
Nacionalidad: Estadounidense
Impresiones
“Con las Horas Contadas” es un
ejemplo de que removiendo y rastreando la historia del cine, te puedes
encontrar con magníficas sorpresas, de estupendos premios en formas de pequeñas
joyas filmadas. Si bien es una película que ha ido ganando estatus, y que
incluso tuvo un remake en los años ochenta (llamado en España “Muerto al
Llegar” -1988-).
Para empezar, me parece simpático
que el director sea Rudolph Maté; uno de esos directores aparentemente de
“segunda fila” que son capaces, con un impresionante sentido del oficio, de
hacer obras de extraordinario interés. Uniendo arte y artesanía (qué palabra
tan infravalorada). Además de “Con las Horas Contadas”, dirigió “El León de
Esparta”(1962) donde se narra el episodio de la Guerra de las Termópilas, la
ciencia ficción de “Cuando los Mundos Chocan” (1951) o el wéstern “Hombres
Violentos” (1955), y etc, etc. Antes de dedicarse a ello fue director de
fotografía de gente como Dreyer, Hitchcock o Lubitsch, con lo que tenía
perfecto conocimiento del funcionamiento del cine.
“Con las Horas Contadas” es una
muestra de buen cine negro. Y tiene algo que es fundamental en toda película
que se precie, pero sobre todo en el cine negro: una premisa atractiva e inquietante. Una noche
cualquier un tipo llamado Frank Bigelow (Edmond O´Brien) llega a una oficina de
policía para denunciar un asesinato. Lo más asombroso es que, según dice, la
víctima es… él mismo. Acto seguido cae desplomado y muerto. La película
consistirá en un flashback que tratará de explicar cómo se ha llegado a esa
situación. Llegaremos a saber que Frank supo que lo habían envenenado y que su
muerte era irreversible el día anterior. Durante el poco tiempo que le queda
Frank tratará de averiguar a toda costa quién es el autor de este asesinato
“con temporizador”, pues se trata de un simple notario que no tiene enemigos.
La búsqueda la lleva a cabo un hombre condenado y será complicada y angustiosa.
La película no cuenta, digamos,
con ningún primer espada de la actuación pero no carece en absoluto de talento.
Por ejemplo, Edmon O’Brien llegó a participar en celebradas películas como “La
Condesa Descalza” (1954) o “El Hombre que Mató a Liberty Valance” (1962). En
general es una película sin excesivo
presupuesto pero que utiliza sus bazas con el mayor provecho e inteligencia.
Análisis
Dirección: Rudolph Maté se desenvuelve muy bien para conseguir una
historia atractiva contada de un modo excelente. Y lo hace también
elegantemente; en ese sentido notamos el bagaje que ya tenía como director de
fotografía. Texturas en blanco y negro muy clásicas en este tipo de cine
acompañan a una historia contada con fluidez y emoción a pesar de la
complejidad que acaba teniendo la trama. Un buen trabajo.
Actuaciones: Edmond O’Brien soporta perfectamente el peso del
personaje y nos transmite el agobio del personaje, y su penoso dilema, de una
forma estólida pero sentida. En general no se encuentran lindezas, pero sí
rasero mínimo del cual no se baja. Actuaciones, por lo tanto eficientes y
meritorias.
Guion: La idea principal es original e interesante. Un comienzo
relativamente ligero se ve continuado por una angustiosa búsqueda del
protagonista para encontrar al que será responsable de su muerte. La trama
acaba teniendo numerosos anillos concéntricos y múltiples divagaciones, de tal
modo que puede que haya alguna dificultad a la hora de seguir todo el proceso
de la trama. No obstante, la perturbadora idea de fondo no pierde fuerza y
sirve de asidero para el espectador. Hay algunos elementos un tanto
infrecuentes como unos llamativos venenos, o asuntos con iridio, que nos
confirmarán la originalidad de la trama.
Factura Técnica: La fotografía está hecha con mimo, detalle y
elegancia. Buenas imágenes de la ciudad de San Francisco y momentos muy interesante como el del club
de jazz (ojo a la intensidad con la que toca la banda). Aunque fue un
prestigioso director de fotografía, y eso se nota en el cuidado en este tema de
“Con las Horas Contadas”, aquí Rudolph Maté no se ocupa de ello. El director de
fotografía es Ernest Laszlo, eminente profesional que ganaría un Oscar en 1966
por “El Barco de los Locos”.
ZONA SPOILER
-No sé si hay algo de moralina en
el hecho de que a Frank le envenenen en un viaje planeado para echar un canita
al aire, mientras se libra de la presión de casarse con su
secretaria/enamorada. Vayan ustedes a saber; EE.UU era el país del Código Hays.
-El inicio con Frank entrando en
comisaría para denunciar su propio asesinato es inusual e inquietante. Como lo
es el título original: D.O.A significa “death on arrival”, esto es: “muerto al
llegar” o “ingresar cadáver”.
-Menudo fiestón tienen montado en
el hotel. La escena del club de jazz me parece
fascinante; ambiente nocturno, bohemio y elegante. Por no mencionar cómo
se va insertando la trama criminal.
-Sin duda la subtrama con la
novia de Frank aporta dramatismo a la historia. Sobre todo al ver que ella
sospecha algo, pero en ningún momento se imagina la magnitud del desastre.
-La imagen en la que se revela el
“veneno luminoso” es siniestramente bella. Estéticamente la sangre brillante
del análisis es interesante; su significado aterrador.
Escena favorita
Me retrotraigo a lo dicho sobre
la escena del club de jazz. Rodada a la par con intensidad y sutileza, acabará
siendo el cogollo de donde nacen todas las tramas de “Con las Horas Contadas”.
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