Género: Drama
Director: Blake Edwars
Intérpretes: Jack Lemmon, Lee Remmick, Charles Bickford,
Jack Klugman
Nacionalidad: Estadounidense
Impresiones
Afortunadamente la máxima de
“zapatero a tus zapatos” no siempre se aplica con vehemente rigor y, a veces,
se producen magníficas exploraciones fuera del área de confort. Jack Lemmon y
Blake Edwards, cada uno en su rol, son dos iconos de la comedia. Y sin embargo,
ambos hacen uno de sus mejores trabajos en este drama desolador, pesadillesco y
absolutamente turbio.
Acaso sea, “Días de Vino y
Rosas”, mi película favorita sobre el alcoholismo (curiosa categoría, lo sé).
Otros ilustres ejemplos son la también magnífica “Días sin huella” (1945) de Billy Wilder o “Leaving Las Vegas”
(1995). Todas son duras y todas ofrecen escasas concesiones, pero hay algo peculiar
en “Días de Vino y Rosas”. Me remito al
primer párrafo. Jack Lemmon fue un genial actor (dos Oscar le contemplan) en
general y un especialista en comedia en particular. Por eso duele el doble
verle tan salvajemente enfermo y atormentado en esta película, como si de algún
modo la esperanza y la luz fueran abatidas simbólicamente.
Es también, esta película, una
historia de amor. Pero no melodramática, sentimental o idealizada. No. En un
amor que acaba adquiriendo residencia en el infierno y que está infestado de
amargura; continuamente será puesto a prueba con situaciones cada vez más
terribles. Al margen de este sentimiento amoroso, la relación Remick-Lemmon
está rodeada de culpas, mentiras y toda clase de complejos; pero “Días de Vino
y Rosas” lo refleja sin juzgar, sabiendo
mirar de un modo objetivamente humano.
“Días de Vino y Rosas” nos cuenta
la historia de Joe Clay un relaciones públicas que conoce en una fiesta de
empresa a Kirsten Arnesen, que ejerce de secretaria en la misma firma. Aunque
su primer encuentro es desagradable, entre ellos surge una chispa que acabará
prendiendo para dar paso a una, en
principio, idílica relación. Sin embargo Joe bebe en exceso y, debido a
problemas en su trabajo, cada vez en mayor cantidad. Pronto caerá en un pozo al
que arrastrará también a la propia Kirsten, que ya es su mujer.
No se sale del todo indemne de
esta película, son suficientes los momentos dolorosos, o simple y llanamente
aterradores como para que “Días de Vino” quede en nuestra y en nuestras mentes
después de haberla visto.
Análisis
Dirección: A Blake Edwards le sienta de maravilla cambiar de estilo
de cuando en cuando. Ahí tenemos los ejemplos del estupendo thriller “Chantaje
Contra una Mujer” (1962) o el inusual e interesante western “Dos Hombres Contra
el Oeste” (1971). En “Días de Vino y Rosas” Edwards lleva la manija del drama
en todas sus gradaciones, del drama intimista y moderado al colindante casi con
el género de terror. El ritmo de la película empieza a endiablarse a partir de
cierto punto, desde donde solo habrá ocasionales momentos de concesión para
coger aire. Blake Edwards domina las emociones de un espectador zarandeado e
impresionado.
Actuaciones: Apliquen lo de Edwards a Jack Lemmon. Uno de los
actores característicos de la comedia realiza un papel conmovedor dentro de su
desesperación. El hecho de ver a Jack Lemmon sufriendo como lo hace, rebosante
de dolor, nos supone un trance duro al pensar en otros papeles suyos muy
distintos. Sigue teniendo ese toque de americano medio, de persona normal y
corriente, salvo que en este caso tendrá que adentrarse en el infierno. En
cualquier caso está magnífico también en los papeles dramáticos. Recuerden
“Desaparecido” (1982)
Imposible no mencionar el trabajo
de Lee Reemick en el papel de Kirsten. Al comienzo tiene algo de ingenuidad y
dureza al mismo tiempo, que serán tragados por el lado oscuro. Joe será para
ella su amor y su perdición. La serena belleza de Lee Remick se irá abismando
más y más, hasta que veamos un vacío espantoso en sus ojos.
Guion: Muchos dicen que es una de las películas que mejor retrata
el problema del alcoholismo. No llegaré a tal afirmación porque es un problema
en el que nunca he estado expuesto directa o indirectamente. Sin embargo, creo
que es un acierto el tono duro y desesperado de la película. Ahondar en el
melodrama sería una edulcoración incoherente y condescendiente para un tema tan
delicado. La historia también abunda en los aspectos tóxicos de las relaciones
y si el amor ha de ser prioritario siempre y en cada circunstancia. Muchas
decisiones dolorosas jalonan “Días de Vino y Rosas”.
Factura Técnica: En los momentos turbulentos te atrapa un blanco y
negro amargo y denso. Hay una par de, digamos, borracheras que están filmadas
con un verismo feroz que pondrán a prueba (en el sentido positivo) nuestros
nervios. Hay otras escenas interesantes donde se juega con luz y reflejos, como
la que se desarrolla en el muelle de San Francisco. Destacar también la música
del gran Henry Mancini y particularmente la oscarizada canción “Days of Wine
and Roses”.
ZONA SPOILER
-Pues al principio el personaje
de Jack Lemmon no nos cae particularmente simpático. Vale que sigue en su onda
de “persona normal”, pero se ve obligado a comportarse de una manera extraña
por su trabajo de relaciones públicas. Por mucho que sea una confusión, la
forma en la que trata a Lee Remick cuando se conocen es un tanto cruel.
-La caída a los infierno se ve
vinculada a lealtades sentimentales. Al inicio Jack Lemmon recrimina a Lee
Remick que no beba nunca y no lo acompañe en las borracheras. Esto es
fundamental para la evolución de ésta última.
En sentido contrario, finalmente es Lee Remick quien pide a Jack Lemmon
que la acompañe bebiendo. Jack Lemmon conseguirá sobreponerse al miedo a la
soledad, pero de algún modo es el “inductor” de toda la pesadilla.
-La película sigue una estructura
de elipsis, de tal modo que de repente nos encontramos con que la pareja ha
tenido una hija, Jack Lemmon tiene otro trabajo pero le destina a Houston, Lee
Remick ha incendiado la casa… A partir de cierto punto estas elipsis
desembarcan en un presente cada vez peor, y al encontrárnoslo de golpe la
sensación de desagrado es mayor. Es como un tortazo repentino.
-La parte más visualmente
dramática corresponde a Jack Lemmon. La escena del invernadero o el
internamiento con camisa de fuerza son de una angustia intensa y tremendista.
-El final, con el último intento
de Lee Remick para que Lemmon vuelva a su lado… bebiendo es de una tristeza
infinita. Jack Lemmon ya está recuperado y no puede permitirse, ni por él ni
por su hija, volver a recaer. La imagen de Jack Lemmon mirando por la ventana de
su casa a Lee Remick y perdiéndola de vista es de intensidad extraordinaria.
Escena favorita
-La llegada de Jack Lemmon al
invernadero en busca de la botella de
whisky escondida, que por supuesto no encuentra, es aterradora. Del patetismo
del borracho se parra a la pesadilla, a la caída en los infiernos y de la
dignidad. Ver a Jack Lemmon revolcarse entre macetas es una imagen que cuesta
olvidar. Mientras, en el exterior, ruge la tormenta.
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