jueves, 27 de diciembre de 2018

Casablanca (1942)


Título Original: Casablanca

Género: Drama.

Director: Michael Curtiz

Intérpretes: Humphrey Bogart, Ingrid Bergman, Claude Rains, Conrad Veidt.

Nacionalidad: Estadounidense.

Impresiones



Qué difícil es escribir sobre “Casablanca”, qué dificultoso saber por dónde empezar. Y no crean que la película no me gusta, porque de hecho es de mis películas favoritas, sino que la desbordante magnitud de la obra y el hecho de que se hayan escrito ya ríos de tinta sobre ella consiguen que no sea fácil decir nadar sin ser torrencial o repetitivo. Pero allá vamos.

No son pocos los que dicen que el cine parecía más de verdad cuando era más falso. Esto me ocurre con “Casablanca”; la película es como un agujero de gusano que absorbe y transporta al espectador al Marruecos francés de los años cuarenta con tal apasionamiento y verosimilitud que cuesta creer que la Casablanca que estamos viendo no sea la real. Incluyendo el Café de Rick y el resto de interiores. Sin embargo, los primorosos decorados y la excelencia de la dirección artística nos engañan de tal forma que casi nos negamos a creer el rodaje en estudios; todo muy lejos de esa Casablanca ensoñada.



Éste es para mí uno de los grandes atractivos de la película. La completa evasión, la inmersión en una vida de repuesto exótica y peculiar. Todo resulta sugestivo: pobres diablos en todas sus formas, desde pobres refugiados tratando de partir desde Casablanca a Estados Unidos, a apóstoles del juego clandestino. También es enigmática; por ejemplo, el personaje de Rick (Humphrey Bogart) está velado por un misterio que su hermetismo nos guarda de conocer. Solo con el transcurso de la película podremos descifrarlo.



Una pieza angular de “Casablanca” es el romanticismo, apoyado en la pareja de Rick e Ilsa (Ingrid Bergman) pero también en Victor Laszlo (Paul Henreid), digno vértice algo en discordia del triángulo amoroso en que se sostiene esta vertiente de la trama. Todo parte de un melodrama maduro, sin edulcoraciones ni engolamientos, y encima condicionado por un gigantesco dilema moral.

Hablando de moral y otras derivaciones, no se puede obviar el elemento político de la película. Se correlaciona “Casablanca” con el cine de propaganda que se produjo en Estados Unidos durante la II Segunda Guerra Mundial. Desde luego la película toma posición y no esconde, antes al contrario, lo que quiere criticar y lo que quiere alabar. Sin embargo no es un libelo cutremente diseñado y sin profundidad o dilemas. Algunos personajes tienen muy lo que son y que lo representan; el Mayor Strasser (Conrad Veidt) parte de un nazismo convencido y por lo tanto representa el mal; Laszlo por su parte representa el idealismo, la obligación de la lucha por la libertad, el compromiso generoso. Rick, sin embargo, se encuentra perdido, dubitativo, entre el individualismo y el bien común, entre el amor y compromiso ético. Otros como Renault (Claude Rains) desbordan un cinismo descomunal que quizá acune secretamente también ciertos principios.



Si no recuerdan la sinopsis les recuerdo que Casablanca, en el Marruecos Francés, es el punto de inicio para salir de Europa hacia América (haciendo escala en Portugal) y así huir de la guerra. Sin embargo conseguir los salvoconductos y pasajes necesarios no es fácil, mucha gente se queda atorada en Casablanca sin posibilidad de poder irse. Allí tiene su café Rick Blaine, un americano de misterioso pasado. A su establecimiento llega una persona importante en el pasado de Rick para desbaratar la pequeña madriguera que Rick se ha construido en Casablanca.

Y así lo que quizá comenzó siendo un intento de emular las aventuras exóticas de “Argel” (1938) se acabó convirtiendo en una tremebunda sucesión de diálogos, planos y personajes; quizá la película quintaesencia del cine clásico. Si no se han dejado fascinar ya, pónganse a ello.



Análisis

Dirección: Qué injusticia que al hablar de Casablanca se suela obviar al realizador, Michael Curtiz. Se trata de uno de aquellos artesanos de los estudios que podían hacer tres o cuatro películas al año sin despeinarse; y además buenas. En concreto Curtiz honró el género de aventuras con títulos como “Robin de los Bosques” (1938), “El Capitan Blood” (1935) o “El Lobo de Mar” (1941); el cine de gangsters con “Ángeles con Caras Sucias” (1938); el cine negro con “Alma en Suplicio” (1945); o el drama musical con “El Trompetista” (1950). Curtiz es un todoterreno sabio y buen conocedor del oficio de hacer cine pero que, injustamente, no tiene la fama de sus propias películas.
Su mano se nota en el inteligente uso del claroscuro, de claro origen expresionista, y en la enérgica dirección. En el apartado mismo de la historia, Curtiz insistió bastante en los rasgos románticos de la película. Algún crítico, en una memorable ida de olla, decía que Curtiz no consiguió ningún plano digno de recordarse en sí mismo. Seguramente ustedes ya tienen en la mente varios que sí lo son; luego veremos algunos más.

Actuaciones: Pónganse todos en pie. Sus Majestades Imperiales Humphrey Bogart e Ingrid Bergman lideran unas actuaciones espectaculares hasta decir basta. Admiro a ambos muchísimo y “Casablanca” es el triunfo de sus poderes. Bogart, en el papel de Rick, aporta ese aire fatalista, casi existencialista, de personaje cínico y descreído, pero que alberga ternura en su interior. Su ingenio mordaz, su rudeza y también sus dudas y antiguas cicatrices conforman a un personaje complejo y apasionante. Duro pero poroso. Por su parte Bergman, en el papel de Ilsa, también sufre las mismas dudas oscilantes que Rick, si bien no está atascada en el cinismo cenagoso de éste. Bergman es el epítome de la belleza serena y tranquila, y compone un personaje melancólico y hermoso.

Pero aún hay mucho más. Paul Henreid (Victor Laszlo) borda su papel de íntegro luchador por la libertad, desde una perspectiva sobria y corajuda, más intelectual quizá que revolucionaria.  Uno de los representantes del terror alemán expresionista como Conrad Veidt da vida al adusto, educado, pero obviamente  perverso Mayor Strasser, un nazi que viene a la busca del destacado líder resistente Victor Laszlo. Claude Rains pone bastante de las notas de humor de la película haciendo del Capitán Louis Renault, que aunque es el representante de la policía de la Francia Libre coquetea, imbuido de cinismo, con la Francia de Vichy o los nazis si es en su provecho. Aun así es amigo de Rick, manteniendo con él una rara relación. ¿Cómo olvidar a Sam, o sea Dooley Wilson? Este pianista (en la vida real batería) es el más fiel  amigo  de Rick y anima su café con su piano y con su voz, lo que a veces ocasiona brotes de nostalgia en su jefe. También mencionar  otro mito del cine expresionista alemán, Peter Lorre. Interpreta al mezquino Ugarte (sospechamos de su origen español debido a su apellido) que tras una apariencia apocada y retraída no duda en mercadear con salvoconductos por medios más bien oscuros.

Guion: Habida cuenta de los numerosos cambios y avatares que tuvo que soportar el guion, incluido el final, es milagroso que el resultado final fuera tan prodigioso. La concatenación de situaciones inmejorables y diálogos excelsos que hay en Casablanca, hacen de ella una joya sin igual. Y eso que todo procede de una obra de teatro que nunca llegó a estrenarse, “Everybody Comes to Rick’s”, que no causó en principio mucho entusiasmo en la Warner. De todos modos el manuscrito pasó por varias manos, desde los hermanos Epstein o Howard Koch, siendo alterado sustancialmente en algunas cosas; como por ejemplo que la acción discurra en Casablanca y no en Europa.  Y a pesar de todas estas dificultades el guion es sencillamente magnífico desde casi todos los aspectos. Por un lado toca, en perfecta alquimia, varios géneros de forma admirable: lo mismo es una historia de espías, bordea el cine negro, es un magnífico melodrama, se mete de lleno en el cine “pro aliados” de la II Guerra Mundial y no faltan destellos de humor. Por otro lado es un argumento profundo, tangente a temas sobre el compromiso ideológico, las pasiones personales o el sacrificio. Y sobre todo es una historia profundamente conmovedora, que tras ofrecer una visión del mundo, nos agarra del corazón con una fuerza incontestable. El guion de “Casablanca es uno de los mayores milagros que los dioses del cine nos han concedido a lo largo de la historia del celuloide.

Factura Técnica: Me remito a lo dicho anteriormente. La dirección artística y el diseño de producción son minuciosos y apabullantes. La ilusión, para nosotros absolutamente verídica, de estar en la exótica Casablanca es conseguida perfectamente mediante el uso de decorados. Uno de los talentos cada vez más olvidados por el cine actual, cada vez más acostumbrado al abuso del CGI, aparece químicamente puro en Casablanca. Las mejores muestras de fotografía se ven en algunas escenas íntimas de interiores, donde la influencia del cine negro y el expresionismo alemán es evidente.

ZONA SPOILER

Las escenas míticas son legión, así que si no creo que les pille de nuevas; sin embargo qué menos que pasar por algunas de ellas.

-La presentación de Rick es muy elocuente. Aparece jugando al ajedrez consigo mismo, solitario y altivo. Sus frases cortantes empiezan pronto, cuando Ugarte le pregunta si le desprecia, Rick suelta tranquilamente: “Si llegase a pensar en ti, probablemente”.

-Asombra un poco que tengan tan buen entendimiento el capitán de Policía de la Francia Libre y el Mayor Strasser. Incluso hay un fascista italiano por ahí rondando. Todo da a entender que Renault es cínico de tomo y lomo. Claude Rains está perfecto en este papel, su trabajo más recordado junto con el de villano de “Encadenados” de Alfred Hitchcock (1946).

-“De todos los locales del mundo tuvo que venir al mío”. Otra frase de Rick para la posteridad. Se encuentra a solas, en el café, tras saber que Ilsa está en Casablanca. Es entonces cuando comienza un flashback que nos lleva a conocer el romance entre ambos en París. Todo se frustra cuando los nazis están a punto de ocupar París, día que Rick nunca olvidará: “los nazis iban de gris y tu llevabas un vestido azul”, o “el mundo se derrumba y nosotros nos enamoramos”. Pero sobre todo lo recuerda por el inexplicable plantón que le dio Ilsa en el momento de salir por peteneras. Luego se sabrá que fue para estar con Laszlo, a quien creía muerto hasta esa misma mañana.

-Victor Lazslo debería caernos mal, en tanto en cuando sentimos cierta empatía por Rick y probablemente prefiramos que Ilsa se quede con él. Sin embargo Laszlo es una persona impecable, un destacado luchador por la libertad odiado a muerte por los nazis. Los ideales triunfan; como dice Rick “los problemas de dos personas poco importan en este loco mundo”. Laszlo necesita a Ilsa a su lado, y su lucha es más importante.

-“Casablanca” tiene una de las secuencias cómicas más desternillantes que yo recuerde en una película “seria”. Me refiero al memorable momento en que el capitán Renault cierra el Café de Rick y pone como excusa que “en este local se juega”. Acto seguido se acerca a Renault un subalterno y le da el sobre con sus ganancias… obtenidas jugando. Renault coge el sobre y  da las gracias a su subalterno tranquilamente.

-No habrán escuchando toda la música de cine que tienen que oír si no han escuchado “As Time Goes By” cantada por Sam. Se trata de un tema de tema compuesto en 1931 para una comedia musical de Broadway.

-“Siempre nos quedará París” está entre las frases cinematográficas que más popularmente han calado en el habla popular. “Tócala otra vez, Sam”… no debería, no se dice en ningún momento de la película. Como mucho se dice “tócala” o “tócala, Sam”. La frase “falsa” deriva de una película escrita por Woody Allen, que antes fue obra de teatro, llamada “Sueños de un Seductor” (1972), su título original en inglés es “Play it again, Sam”.

-Miren por donde finalmente Renault se redime. Y señores, el final… La enésima frase mítica de la película: “Louis, creo que este el principio de una hermosa amistad. Por cierto esta frase no se decía originalmente, fue añadida al doblaje un mes después de finalizar la película; hubo que llamar a Bogart para grabar la voz.

-Y hay tantas cosas… Mejor ver “Casablanca” y ya está.Sin embargo...

Escena favorita

-No es que sea muy de himnos, pero "La Marsellesa" ocupa un lugar destacado en la película. En un momento dado Strasser y sus hombres empiezan a cantar en alemán en el Café de Rick (lo que cantan no lo sé, acaso alguna canción ultranacionalista). Victor Laszlo, al que le hierve la sangre, da instrucciones a la orquesta de que toque "La Marsellesa" y poco a poco consigue enardecer al público hasta acallar a los nazis. Todo con la aquiescencia de Rick. Pónganse en situación. En 1942 "La Marsellesa" era uno de los símbolos del mundo libre y para esa altura el resultado de la II Guerra Mundial era todavía incierto. Este momento podrá ser propaganda, pero es la propaganda más jodidamente conmovedora de la historia del cine. Como resuena ese ¡Vive la France!

2 comentarios:

  1. Pues si te digo la verdad Mariano no he visto aun Casablanca pero tras leerte estoy seguro que la vere

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    1. Muchas gracias por comentar, Jairo. Casablanca es un peliculón, ya verás.
      ¡Feliz 2019!

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