Título Original: Casablanca
Género: Drama.
Director: Michael Curtiz
Intérpretes: Humphrey Bogart, Ingrid Bergman, Claude Rains,
Conrad Veidt.
Nacionalidad: Estadounidense.
Impresiones
Qué difícil es escribir sobre “Casablanca”,
qué dificultoso saber por dónde empezar. Y no crean que la película no me
gusta, porque de hecho es de mis películas favoritas, sino que la desbordante
magnitud de la obra y el hecho de que se hayan escrito ya ríos de tinta sobre
ella consiguen que no sea fácil decir nadar sin ser torrencial o repetitivo.
Pero allá vamos.
No son pocos los que dicen que el
cine parecía más de verdad cuando era más falso. Esto me ocurre con
“Casablanca”; la película es como un agujero de gusano que absorbe y transporta
al espectador al Marruecos francés de los años cuarenta con tal apasionamiento
y verosimilitud que cuesta creer que la Casablanca que estamos viendo no sea la
real. Incluyendo el Café de Rick y el resto de interiores. Sin embargo, los
primorosos decorados y la excelencia de la dirección artística nos engañan de
tal forma que casi nos negamos a creer el rodaje en estudios; todo muy lejos de
esa Casablanca ensoñada.
Éste es para mí uno de los
grandes atractivos de la película. La completa evasión, la inmersión en una
vida de repuesto exótica y peculiar. Todo resulta sugestivo: pobres diablos en
todas sus formas, desde pobres refugiados tratando de partir desde Casablanca a
Estados Unidos, a apóstoles del juego clandestino. También es enigmática; por
ejemplo, el personaje de Rick (Humphrey Bogart) está velado por un misterio que
su hermetismo nos guarda de conocer. Solo con el transcurso de la película
podremos descifrarlo.
Una pieza angular de “Casablanca”
es el romanticismo, apoyado en la pareja de Rick e Ilsa (Ingrid Bergman) pero
también en Victor Laszlo (Paul Henreid), digno vértice algo en discordia del
triángulo amoroso en que se sostiene esta vertiente de la trama. Todo parte de
un melodrama maduro, sin edulcoraciones ni engolamientos, y encima condicionado
por un gigantesco dilema moral.
Hablando de moral y otras
derivaciones, no se puede obviar el elemento político de la película. Se
correlaciona “Casablanca” con el cine de propaganda que se produjo en Estados
Unidos durante la II Segunda Guerra Mundial. Desde luego la película toma
posición y no esconde, antes al contrario, lo que quiere criticar y lo que
quiere alabar. Sin embargo no es un libelo cutremente diseñado y sin
profundidad o dilemas. Algunos personajes tienen muy lo que son y que lo
representan; el Mayor Strasser (Conrad Veidt) parte de un nazismo convencido y
por lo tanto representa el mal; Laszlo por su parte representa el idealismo, la
obligación de la lucha por la libertad, el compromiso generoso. Rick, sin
embargo, se encuentra perdido, dubitativo, entre el individualismo y el bien
común, entre el amor y compromiso ético. Otros como Renault (Claude Rains)
desbordan un cinismo descomunal que quizá acune secretamente también ciertos
principios.
Si no recuerdan la sinopsis les
recuerdo que Casablanca, en el Marruecos Francés, es el punto de inicio para
salir de Europa hacia América (haciendo escala en Portugal) y así huir de la
guerra. Sin embargo conseguir los salvoconductos y pasajes necesarios no es
fácil, mucha gente se queda atorada en Casablanca sin posibilidad de poder
irse. Allí tiene su café Rick Blaine, un americano de misterioso pasado. A su
establecimiento llega una persona importante en el pasado de Rick para
desbaratar la pequeña madriguera que Rick se ha construido en Casablanca.
Y así lo que quizá comenzó siendo
un intento de emular las aventuras exóticas de “Argel” (1938) se acabó
convirtiendo en una tremebunda sucesión de diálogos, planos y personajes; quizá
la película quintaesencia del cine clásico. Si no se han dejado fascinar ya,
pónganse a ello.
Análisis
Dirección: Qué injusticia que al hablar de Casablanca se suela
obviar al realizador, Michael Curtiz. Se trata de uno de aquellos artesanos de
los estudios que podían hacer tres o cuatro películas al año sin despeinarse; y
además buenas. En concreto Curtiz honró el género de aventuras con títulos como
“Robin de los Bosques” (1938), “El Capitan Blood” (1935) o “El Lobo de Mar” (1941);
el cine de gangsters con “Ángeles con Caras Sucias” (1938); el cine negro con
“Alma en Suplicio” (1945); o el drama musical con “El Trompetista” (1950).
Curtiz es un todoterreno sabio y buen conocedor del oficio de hacer cine pero
que, injustamente, no tiene la fama de sus propias películas.
Su mano se nota en el inteligente
uso del claroscuro, de claro origen expresionista, y en la enérgica dirección.
En el apartado mismo de la historia, Curtiz insistió bastante en los rasgos
románticos de la película. Algún crítico, en una memorable ida de olla, decía
que Curtiz no consiguió ningún plano digno de recordarse en sí mismo.
Seguramente ustedes ya tienen en la mente varios que sí lo son; luego veremos
algunos más.
Actuaciones: Pónganse todos en pie. Sus Majestades Imperiales
Humphrey Bogart e Ingrid Bergman lideran unas actuaciones espectaculares hasta
decir basta. Admiro a ambos muchísimo y “Casablanca” es el triunfo de sus
poderes. Bogart, en el papel de Rick, aporta ese aire fatalista, casi
existencialista, de personaje cínico y descreído, pero que alberga ternura en
su interior. Su ingenio mordaz, su rudeza y también sus dudas y antiguas
cicatrices conforman a un personaje complejo y apasionante. Duro pero poroso.
Por su parte Bergman, en el papel de Ilsa, también sufre las mismas dudas
oscilantes que Rick, si bien no está atascada en el cinismo cenagoso de éste.
Bergman es el epítome de la belleza serena y tranquila, y compone un personaje
melancólico y hermoso.
Pero aún hay mucho más. Paul
Henreid (Victor Laszlo) borda su papel de íntegro luchador por la libertad,
desde una perspectiva sobria y corajuda, más intelectual quizá que
revolucionaria. Uno de los
representantes del terror alemán expresionista como Conrad Veidt da vida al
adusto, educado, pero obviamente
perverso Mayor Strasser, un nazi que viene a la busca del destacado
líder resistente Victor Laszlo. Claude Rains pone bastante de las notas de
humor de la película haciendo del Capitán Louis Renault, que aunque es el
representante de la policía de la Francia Libre coquetea, imbuido de cinismo,
con la Francia de Vichy o los nazis si es en su provecho. Aun así es amigo de
Rick, manteniendo con él una rara relación. ¿Cómo olvidar a Sam, o sea Dooley
Wilson? Este pianista (en la vida real batería) es el más fiel amigo
de Rick y anima su café con su piano y con su voz, lo que a veces
ocasiona brotes de nostalgia en su jefe. También mencionar otro mito del cine expresionista alemán,
Peter Lorre. Interpreta al mezquino Ugarte (sospechamos de su origen español
debido a su apellido) que tras una apariencia apocada y retraída no duda en
mercadear con salvoconductos por medios más bien oscuros.
Guion: Habida cuenta de los numerosos cambios y avatares que tuvo
que soportar el guion, incluido el final, es milagroso que el resultado final
fuera tan prodigioso. La concatenación de situaciones inmejorables y diálogos
excelsos que hay en Casablanca, hacen de ella una joya sin igual. Y eso que
todo procede de una obra de teatro que nunca llegó a estrenarse, “Everybody
Comes to Rick’s”, que no causó en principio mucho entusiasmo en la Warner. De
todos modos el manuscrito pasó por varias manos, desde los hermanos Epstein o
Howard Koch, siendo alterado sustancialmente en algunas cosas; como por ejemplo
que la acción discurra en Casablanca y no en Europa. Y a pesar de todas estas dificultades el
guion es sencillamente magnífico desde casi todos los aspectos. Por un lado
toca, en perfecta alquimia, varios géneros de forma admirable: lo mismo es una
historia de espías, bordea el cine negro, es un magnífico melodrama, se mete de
lleno en el cine “pro aliados” de la II Guerra Mundial y no faltan destellos de
humor. Por otro lado es un argumento profundo, tangente a temas sobre el
compromiso ideológico, las pasiones personales o el sacrificio. Y sobre todo es
una historia profundamente conmovedora, que tras ofrecer una visión del mundo,
nos agarra del corazón con una fuerza incontestable. El guion de “Casablanca es
uno de los mayores milagros que los dioses del cine nos han concedido a lo
largo de la historia del celuloide.
Factura Técnica: Me remito a lo dicho anteriormente. La dirección
artística y el diseño de producción son minuciosos y apabullantes. La ilusión,
para nosotros absolutamente verídica, de estar en la exótica Casablanca es
conseguida perfectamente mediante el uso de decorados. Uno de los talentos cada
vez más olvidados por el cine actual, cada vez más acostumbrado al abuso del
CGI, aparece químicamente puro en Casablanca. Las mejores muestras de
fotografía se ven en algunas escenas íntimas de interiores, donde la influencia
del cine negro y el expresionismo alemán es evidente.
ZONA SPOILER
Las escenas míticas son legión,
así que si no creo que les pille de nuevas; sin embargo qué menos que pasar por
algunas de ellas.
-La presentación de Rick es muy
elocuente. Aparece jugando al ajedrez consigo mismo, solitario y altivo. Sus frases
cortantes empiezan pronto, cuando Ugarte le pregunta si le desprecia, Rick
suelta tranquilamente: “Si llegase a pensar en ti, probablemente”.
-Asombra un poco que tengan tan
buen entendimiento el capitán de Policía de la Francia Libre y el Mayor Strasser.
Incluso hay un fascista italiano por ahí rondando. Todo da a entender que
Renault es cínico de tomo y lomo. Claude Rains está perfecto en este papel, su
trabajo más recordado junto con el de villano de “Encadenados” de Alfred
Hitchcock (1946).
-“De todos los locales del mundo
tuvo que venir al mío”. Otra frase de Rick para la posteridad. Se encuentra a
solas, en el café, tras saber que Ilsa está en Casablanca. Es entonces cuando
comienza un flashback que nos lleva a conocer el romance entre ambos en París.
Todo se frustra cuando los nazis están a punto de ocupar París, día que Rick
nunca olvidará: “los nazis iban de gris y tu llevabas un vestido azul”, o “el
mundo se derrumba y nosotros nos enamoramos”. Pero sobre todo lo recuerda por
el inexplicable plantón que le dio Ilsa en el momento de salir por peteneras. Luego
se sabrá que fue para estar con Laszlo, a quien creía muerto hasta esa misma
mañana.
-Victor Lazslo debería caernos
mal, en tanto en cuando sentimos cierta empatía por Rick y probablemente prefiramos
que Ilsa se quede con él. Sin embargo Laszlo es una persona impecable, un
destacado luchador por la libertad odiado a muerte por los nazis. Los ideales
triunfan; como dice Rick “los problemas de dos personas poco importan en este
loco mundo”. Laszlo necesita a Ilsa a su lado, y su lucha es más importante.
-“Casablanca” tiene una de las
secuencias cómicas más desternillantes que yo recuerde en una película “seria”.
Me refiero al memorable momento en que el capitán Renault cierra el Café de Rick
y pone como excusa que “en este local se juega”. Acto seguido se acerca a
Renault un subalterno y le da el sobre con sus ganancias… obtenidas jugando.
Renault coge el sobre y da las gracias a
su subalterno tranquilamente.
-No habrán escuchando toda la
música de cine que tienen que oír si no han escuchado “As Time Goes By” cantada
por Sam. Se trata de un tema de tema compuesto en 1931 para una comedia musical
de Broadway.
-“Siempre nos quedará París” está
entre las frases cinematográficas que más popularmente han calado en el habla
popular. “Tócala otra vez, Sam”… no debería, no se dice en ningún momento de la
película. Como mucho se dice “tócala” o “tócala, Sam”. La frase “falsa” deriva
de una película escrita por Woody Allen, que antes fue obra de teatro, llamada “Sueños
de un Seductor” (1972), su título original en inglés es “Play it again, Sam”.
-Miren por donde finalmente
Renault se redime. Y señores, el final… La enésima frase mítica de la película:
“Louis, creo que este el principio de una hermosa amistad. Por cierto esta frase
no se decía originalmente, fue añadida al doblaje un mes después de finalizar
la película; hubo que llamar a Bogart para grabar la voz.
-Y hay tantas cosas… Mejor ver “Casablanca”
y ya está.Sin embargo...
Escena favorita
-No es que sea muy de himnos, pero "La Marsellesa" ocupa un lugar destacado en la película. En un momento dado Strasser y sus hombres empiezan a cantar en alemán en el Café de Rick (lo que cantan no lo sé, acaso alguna canción ultranacionalista). Victor Laszlo, al que le hierve la sangre, da instrucciones a la orquesta de que toque "La Marsellesa" y poco a poco consigue enardecer al público hasta acallar a los nazis. Todo con la aquiescencia de Rick. Pónganse en situación. En 1942 "La Marsellesa" era uno de los símbolos del mundo libre y para esa altura el resultado de la II Guerra Mundial era todavía incierto. Este momento podrá ser propaganda, pero es la propaganda más jodidamente conmovedora de la historia del cine. Como resuena ese ¡Vive la France!
Pues si te digo la verdad Mariano no he visto aun Casablanca pero tras leerte estoy seguro que la vere
ResponderEliminarMuchas gracias por comentar, Jairo. Casablanca es un peliculón, ya verás.
Eliminar¡Feliz 2019!