Título Original: The Ballad of Buster Scruggs
Género: Western
Director: Joel Coen, Ethan Coen.
Intérpretes: Tim Blake Nelson, James Franco, Tom Waits, Harry Melling, Zoe Karan
Nacionalidad: Estadounidense
Impresiones
Pues no, no me gusta el concepto
de película hechas exclusivamente para plataforma de vídeo por demanda (Netflix
en este caso). Como buen reaccionario, en algunas materias, me aferro a los
viejos rituales y a los viejos templos. Ir de visita al cine es el resumen de
ambos conceptos. Pero como ir de romántico por la vida no es una política muy
práctica y, a fin de cuentas, el cine es cine, pues me adaptaré a lo que venga.
Tampoco es que no reconozca las utilidades de los nuevos sistemas, yo mismo que
arrastro una merma física me viene bien ver películas tranquilamente en casa.
Pero mi cariño seguirá en el sistema antiguo, estando el máximo disfrute en la
combinación de ambos.
Las películas producidas por
Netflix, a decir verdad, tienen una reputación nefasta, como si se dividieran
entre chaladuras infumables y baraturas indigeribles. Es una afirmación
plausible, aunque este año han hecho algún esfuerzo digno de consideración: la
(excesivamente, quizá) hermética “Aniquilación” aunaba a un buen director como
Alex Garland, a Natalie Portman y a un complejísimo argumento; “El Jugo de
Gerald” me parece una digna adaptación de Stephen King; “El Rey Proscrito” de
David Mackenzie; y particularmente “Roma” de Alfonso Cuarón.
“La Balada de Buster Scruggs” se
perfilaba hace ya tiempo como un proyecto merecedor de seguimiento; sin duda la
noticia de una serie sobre el Oeste dirigida por los hermanos Coen sonaba muy
promisorio. Reconozco que mi
desconfianza aumentó cuando se supo que la serie finalmente sería un
largometraje formado por seis episodios; realmente temía un montaje grotesco
donde se hubieran liposuccionado artificiosamente los capítulos para que el
metraje se adaptara a poco más de dos horas. Los augurios eran diversos, la
crítica especializada fue tibia en general, pero de todos modos la película
acabó llevándose el premio al mejor guion del Festival de Venecia. Como
seguidor de los Coen ¿Qué me cabía esperar?
Bien, pues tras haber visto “La
Balada de Buster Scruggs” el veredicto es totalmente favorable. Nos encontramos
ante una antología en toda regla, capaz de compendiar todos los lugares
frecuentes de los western (peleas en el saloon, partidas de póker, atracos a
bancos, caravanas…) y plasmarlos de una manera insólita y asombrosa. De hecho
la etiqueta western se queda ciertamente corta, hay comedia negra, violencia
alocada, melancolía, belleza, fatalismo,
misterio… Se podrá aducir la falta de coherencia entre los distintos elementos,
pero encontramos a cambio la recompensa de no tener absolutamente ni idea de
qué tono tendrá el siguiente episodio.
No todo es perfección, el
problema de mayor envergadura que tiene “La Balada de Buster Scruggs” es cierta
irregularidad; no todas las historias están al mismo nivel. De las que me
gustan bastante hay cuatro, otra (la sexta) me gusta moderadamente y la
interpretada por Tom Waits (la cuarta) tiende un poco al aburrimiento, si bien
no está exenta de ramalazos afortunados.
Hay que tener como prevención la
idea de que hay distintas velocidades en las diversas historias; desde las
alocadas y fulgurantes hasta las reflexivas y minuciosas. Esto último, en sí
mismo no es un problema, es precisamente la disparidad de ideas lo que
convierte a “La Balada de Buster Scruggs” en algo singular y particularísimo
(aceptando la irregularidad, eso sí). Desde luego la experiencia de ver “La
Balada de Buster Scruggs” merece la pena.
Análisis
Dirección: Si bien en “Valor de Ley” (2010) los hermanos Coen
demuestran que conocen a la perfección los resortes del western clásico, en “La
Balada de Buster Scruggs” juguetean con todas las convenciones y a veces nos
muestran un Oeste contenido y otra un Oeste desaforado y estrafalario. Es un
caso claro de ejercicio de estilo que, además, los Coen se encargan de servirlo
a modo de menestra, insertando de todo un poco. Los ingeniosos encuadres y
movimientos de cámara están ahí, sin olvidarse de las grandes panorámicas
paisajísticas dignas del mejor western.
Actuaciones: A la fuerza el reparto es totalmente coral, por lo
tanto será cuestión de escrutar lo más destacado. Tim Blake Nelson (que ya había trabajado con
los Coen en “O Broher!” -2000-) está muy bien en su papel de histrión y letal
rapsoda en el primer episodio. En la segunda historia no es que haya alguna
actuación descollante, las virtudes están en el guion, pero al menos James
Franco da el pego. Me parecen muy interesantes las actuaciones del tercer
relato a cargo de Liam Neeson y Harry Melling (que será conocido por los
seguidores de la saga de Harry Potter), y cómo componen una triste y
minimalista soledad.
Reconoceré que la actuación de
Tom Waits, en el cuarto capítulo, es buena. De hecho, el personaje le viene que
ni pintado. Sin embargo los problemas los tengo con aridez de la historia. En
el quinto relato quien destaca, sin duda alguna, es Zoe Caran, aportando una
estupenda ingenuidad, hermosa y trágica. En el último segmento me gusta la
presencia zumbona, pero un tanto siniestra, de Brendan Gleeson y la poderosa
Tyne Daly. Quizá es apartado no sea en el que más destaque la película, pero
aun así nos deja personajes para posteridad. Yo me quedaría, como pódium, con
Tim Blake Nelson,
Harry Melling y Zoe Caran.
Guion: Hay en todo el conjunto una gratificante sensación de
libertad, casi de anarquía, creativa. Los hermanos Coen no ponen las bridas a
sus historias y en su magnífica diversidad hay conjunto único que no hace que
no nos preocupemos de la coherencia. Imaginativos manejando el género clásico
por antonomasia, muestran que todavía se pueden tratar viejos temas de forma
distinta. El nexo común entre todas las historias es el fatalismo, a veces
presentado como comedia salvaje, otra veces de una manera furiosamente triste.
No todas las historias están al mismo nivel, pero el fresco es fascinante.
Factura Técnica: Los Coen aprovechan todas las vertientes estéticas
que un western puede ofrecer, particularmente en lo que a paisajes se refiere.
Valles, desfiladeros, llanuras y ríos embellecen la factura de la película. Los
encuadres y movimientos de cámara son insólitos y, dentro del registro
particular de los hermanos Coen, bastante reconocibles. Es, por lo tanto, una
meritoria película desde el punto de vista visual. Se puede hablar también de
la música, esencial en varios relatos incluso de forma narrativa; es una música
totalmente imbuida de folklore, con amplia influencia del country.
ZONA SPOILER
-Primer relato: Como personaje
carismático y peculiar no cabe oposición alguna a Buster Scruggs (Tim Blake
Nelson). Se trata de una especie de trovador del oeste, letal, parlanchín y
tremendamente seguro de sí mismo. Aparte de su chulería ingeniosa, nos quedamos
con el impagable momento en que nos da toda una lección de cómo usar una mesa
desportillada con fines ofensivos. Eso sí, olvidó tener en cuenta que siempre
hay alguien más rápido que tú. Comedia negra a tutiplén.
-Segundo relato: La comedia negra
llega a ser jocosamente cruel a costa
del cowboy atracador (James Franco) que tras enfrentarse con descacharrantes
obstáculos (mucho ojo al empleado de banca rebozado de sartenes) es perseguido por un destino funesto que se
permite ponerlo siempre al borde la muerte. Es como un destino final en el
oeste. El pobre James Franco no morirá ahorcado en primera instancia pero sí lo
hará mediante una carambola a tres bandas. Eso sí, viendo a una chica hermosa.
-Tercer relato: Cambio de tono
absoluto y tajante en tono y estilo. Los Coen utilizan la máxima de Hemingway
sobre relatos que decía que debían sugerir más que contar abiertamente. Eso nos
pasa con los personajes de Liam Neeson y Harry Melling. No tenemos ni idea de
cómo el personaje de este último llegó a
convertirse en un mero torso humano, ni de cómo nació su espectáculo, o ni tan
siquiera de si habla fuera del teatrillo. La sensación de decadencia va siendo
cada vez mayor, según avanzan las estaciones y el invierno va dejando sin
público a los dos pobres diablos. El final, con el probable asesinato de Harry
Melling vuelve a ser desolador.
-Cuarto relato: La historia que
menos me gusta, y miren que me cae bien Tom Waits. La factura ciertamente es
buena y tiene algún momento destacado, como Tom Waits robando un huevo en un
nido, pero se me hace un poco árida en
función sobre todo de su duración. Sin embargo la actuación es buena y el giro
de guion es interesante. Al librarse de la muerte el buscador de oro, matar al
ladrón y dejar el valle tenemos como resultado la menos fatalista de las
historias.
-Quinto relato: La tendencia
desde el tercer segmento es reducir el ritmo frenético de los dos primeros;
tendencia intensificado en esta historia. Probablemente sea mi favorita; desde
luego es la más romántica. Narrativamente se toma su tiempo, va dibujando bien
los personajes y consigue calar progresivamente al espectador. Busca, y
consigue, la complicidad del espectador mediante la bondad un tanto ingenua de
los dos personajes principales. Asistimos con agrado al incipiente romance
entre Alice (tremenda Zoe Kazan) y Billy. La muerte de Alice tras la refriega
con el grupo de indios y el papelón, solo sugerido, de jefe de la caravana de
darle la noticia a Billy nos deja francamente helados. Tremenda.
-Sexto relato: Mantiene cierto
parecido con “Los Odiosos Ocho” de Tarantino, a fin de cuentas gran parte del
episodio se compone a base de una conversación en una diligencia. Los diálogos
y los extravagantes personajes efectivamente son muy tarantinianos; pero la
astucia, la virtud del giro de la parte final, es cómo todo acaba desembocando en una especie de
historia de terror gótico. Es ese toque el que hace el capítulo realmente
interesante; por lo demás es ingeniosos pero sin destacar.
Escena Favorita
-Me encantan los momentos en que
Harry Melling recita su repertorio en la función del tercer episodio. A lo
misterioso del personaje, a la buena actuación, hay que sumarle la calidad de
los textos: un poema de Percy Shelley, un fragmento de Shakespeare, un discurso
de Lincoln… El conjunto es enigmático, melancólico y fascinante.
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