Terciopelo Azul (1986)

Título Original: Blue Velvet

Género: Intriga, Thriller Psicológico.

Director: David Lynch

Intérpretes: Kyle MacLachlan, Isabella Rossellini, Denis Hopper, Laura Dern.

Nacionalidad: Estadounidense.

Impresiones

“Es un mundo extraño”. Eso dicen varios personajes de “Terciopelo Azul”, y viendo el resultado final de la película no seré yo quien lo desmienta. Créanme si les digo que he sudado tinta para asignar una categoría definida en el apartado de “género”. ¿”Qué es Terciopelo Azul”? Que sea un film de intriga puede ser una respuesta válida, pues el detonante de la historia es de corte criminal, y a fe mía que hay momentos tensos. Sin embargo creo que es la intriga como excusa y no como fin; Lynch se sirve de ella para enseñarnos  un muestrario demente y perverso.

Una de las ideas que de vez en cuando Lynch disemina, es que en las pequeñas comunidades aparentemente idílicas hay mucha oscuridad y mucha excentricidad acumuladas. Recordemos el pueblecito de “Twin Peaks” (1990) o, sin ir más lejos, la localidad maderera de Lumberton (Carolina del Norte) de “Terciopelo Azúl”. Dentro de la cotidianidad anodina y un poco cerrada de Lumberton hay monstruos moviéndose en las sombras.

Más surrealista que costumbrista, pero sórdida en cualquier caso, “Terciopelo Azul” nos cuenta la historia de Jeffrey Beaumont (Kyle MacLachlan), un joven universitario que tiene que volver a su pueblo de origen para cuidar de su padre. Durante un paseo ve una oreja cortada entre los pastos y decide entregarla al jefe de policía de Lumberton. A partir de aquí se inician una serie de peripecias que podrían resumirse en “la curiosidad mató al gato”, y que vienen propiciadas (entre otros) por la atormentada Dorothy Vallens y el demente Frank Booth (Dennis Hopper). Jeffrey contará, no obstante, con la complicidad de la hija del jefe de policía, Sandy (Laura Dern).

David Lynch venía de hacer una algo que pega muy poco con él, una superproducción  de ciencia ficción como “Dune” (1984); universalmente tachada de fallida, pero que a mí no me disgusta. Tras el fiasco, David Lynch vuelve a su faceta feroz y perversa, si bien no llega a los niveles radioactivos de “Cabeza Borradora” (1977). Indagar en las motivaciones y significados en David Lynch es  un reto heroico y relativamente inútil; a saber qué nos quiere hacer ver, cuál el concepto detrás de tanta paranoia. Osadamente podemos aventurar la idea primaria que hemos señalado al inicio del artículo; rarezas purulentas bajo la epidermis de una localidad aparentemente idílica; una confrontación entre el bien y el mail; o incluso ciertos aspectos de la maduración adolescente. Quédense con lo que quieran, pero adéntrense con cautela. En la noche de Lumberton habitan abominaciones que repelen la razón.

Análisis

Dirección: En algunos aspectos “Terciopelo Azúl” es ver a Lynch desencadenado, hay sadomasoquismo, sexo chungo, violencia física y emocional, personajes anómalos y una sensación de misterio tan pegajosa que agobia. Sin embargo no llega al surrealismo galopante y tétrico de, por ejemplo, “Carretera Perdida” (1997) o “Mullholand Drive” (2001). Tampoco diría que es la película perfecta para iniciarse con Lynch, ese honor recaería sobre “El Hombre Elefante” (1980) o “Una Historia Verdadera” (1999). Por mucho que “Terciopelo Azul” navegue en aguas sórdidas, Lynch mantiene la elegancia eligiendo zambullirnos gradualmente en lugar de arrojarnos de sopetón. La atmósfera además es inconfundible, personal e intransferible. Ves un fotograma y dices… “estos es Lynch”.

Actuaciones: La palma se la lleva el villano. Dennis Hopper lleva a cabo una de las actuaciones más memorables de su carrera encarnando a Frank Booth, un demente peligroso; hay ocasiones en las que Hopper consigue emular la locura con una exactitud escalofriante usando algún asumible toque de exceso. También destaca Laura Dern en su papel de Sandy, el contrapunto ingenuo a toda la oscuridad de la película; frágil y soñadora, sabe añadir un toque de resolución que hace alejarse al personaje de cualquier arquetipo empalagoso. Kyle McLachlan es un protagonista sobrio, comedido; puede que incluso demasiado; vamos encontrando dentro de él una pulsión morbosa que se va desgranando lentamente a pesar de sus contundentes consecuencias. Isabella Rosellinni está magnífica como mujer atormentada y extraviada, sujeta a una tensión insoportable; nos cuesta meternos en su psique, pero empatizamos pronto con ella. En general es una película bien interpretada.

Guion: Es una indagación en el lado oscuro, una excursión a los comportamientos extremados. Utiliza las trazas de una historia de intriga, que es un macguffin para adentrarnos en los cavernosos vericuetos de Lumberton. Tiene una trama más o menos inteligible completamente asediada por una marabunta de locura exasperada. Sin embargo la película, que estoy pintando como si fuera un armaggedon, tiene una extraña capacidad seductora a la que conviene prestar atención. Lynch astutamente va filtrando elementos oníricos y levemente surreales que aportan una extraña belleza. El final, ver en zona spoiler, bascula entre lo irónico y lo desconcertando. Osea, Lynch en vena.

Factura Técnica: La puesta en escena es técnicamente muy meritoria y artísticamente seductora. Cuando es luminosa es muy luminosa (véanse algunas escenas del comienzo) y cuando se oscurece abruma sobremanera. Los ambientes de las habitaciones y los pasillos tienen una iluminación misteriosa deslumbrante, contribuyendo a la atmósfera intensamente. Otro punto es el uso perturbador de la música que hace David Lynch; como botón de muestra el momento en que una canción tan ensoñadora como “In Dreams” de Roy Orbison acompaña a una tremebunda escena; por no mencionar a la canción título, “Blue Velvet” de Bobby Vinton. Mucho ojo también a la música de Angelo Badalamenti; hermosa a veces, inquietante otras, pero siempre atmosférica.

ZONA SPOILER

-La propuesta tiene mucho de morbo, curiosidad malsana y voyerismo. ¿Quién le mandaba a Jeffrey meterse en el embolado de descubrir qué hay detrás del asunto de la oreja cortada?

-La trama criminal es más o menos sólida, pero insuficiente para sostener por sí misma la película. El hijo y el marido de Dorothy Vallens han sido secuestrados por unos delincuentes relacionados con el narcotráfico y a este último le han cortado una oreja como advertencia. Jeffrey encuentra la oreja y… comienza la pesadilla.

-Asistimos a una de las escenas de contenido sexual más zumbadas y perturbadoras que yo haya visto en una pantalla. Frank Booth humilla a Dorothy mediante un extraño juego sadomasoquista, lleno de tics y estertores. Y mientras tanto Jeffrey está en el armario mirándolo todo aterrorizado.

-Dorothe Vallens es una mujer dolorida y confusa. En mitad del infernal berenjenal en el que está metida tiene una extraña relación Jeffrey, acaso buscando algo de consuelo o cariño. Más allá de eso es una relación misteriosa, con un sentido muy raro.

-Joder con el “paseo de placer” de Frank. Tiene de todo. Una visita a la casa del extravagante Ben, una paliza en un descampado… El mal rollo llevado a cuotas insólitas y extravagantes.

- ¿Se puede saber qué pasa con la cerveza Heineken? Ahí varias coñas al respecto en la película. Inefable la admonición de Fran a Jeffrey: “¿Heineken? No bebas esa mierda; bebe Blue Ribbon”

-El final es tan extraño como toda la película pero de un modo distinto. Después de todo el enorme pifostio arrastrado durante toda el metraje, la trama acaba extrañamente bien. De hecho acaba tan bien que da miedo; o crea dudas para ser exacto. Dorothy recupera a su hijo y juega con él en el parque, el padre de Jeffrey se recupera, y los jilgueros vuelven. Incluso Jeffrey y Sandy parecen emparejarse. No es normal que todo acabe así. O es irónico, o una monumental broma, o es un sueño, una falsedad… o simplemente Lynch.