Título Original: Logan’s Run.
Género: Ciencia Ficción.
Director: Michael Anderson.
Intérpretes: Michael York, Richard Jordan, Peter Ustinov,
Jenny Agutter.
Nacionalidad: Estadounidense.
Impresiones
Esta película, otros lo notarán
también, lleva dentro de sí el sabor de los films de sobremesa de la niñez. A
finales de los ochenta era habitual encontrarse con pequeños tesoros
televisados al comienzo de la tarde. Exacto, estábamos lejos de sufrir el acoso
y derribo de miríadas de telefilmes alemanes (dirija quien dirija RTVE me da
que esto no va a variar) o de otras hierbas cinematográficas.
Antes de nada; la película es
kitsch. Mucho. Y ya sabemos que “kitsch”, es la forma guay y diplomática de
decir “hortera”. El diseño de producción incluye ciudades futuristas que
parecen una mezcla de centro comercial y discoteca, trajes con más colorines
que toda la paleta de Dalí e ingenios mecánicos que ya nacieron siendo
retrofuturistas. Y sin embargo, me gusta. Es entrañable, casi achuchable. Es la
ciencia ficción, estilísticamente hablando, no solo anterior a las “space
opera” de Star Wars, sino también a la perfección espacial de Kubrick.
Y además la historia tiene su
interés. Nos encontramos en el siglo XXIII, en una megalópolis cerrada
completamente al mundo exterior donde los habitantes pueden gozar de toda clase
de placeres hedonistas. No hay más que ver sus atuendos, o algunos servicios
que se prestan, para darnos cuenta de que se trata de una época de deleite
sensorial; una utopía de gente guapa y afortunada que parece vivir sin
preocupaciones y con disipación.
Sin embargo, como en toda
distopía digna de su nombre, no todo es brillante, colorido y sensual. Al
llegar a los treinta años, la población ha de someterse a un extraño ritual
llamado “Carrusel” donde tiene la oportunidad de “renovar” su vida o, pura y
llanamente, morir. Logan 5 (los apellidos son números, los humanos ya no nacen
del vientre de la madre) es un vigilante que se encarga de apresar, o eliminar,
a los que quieren huir de la ciudad, y de paso de su destino, sospechando que
lo del Carrusel es una filfa con nulas oportunidades de supervivencia. Un día
Logan 5 (Michael York, por cierto) recibe la misión de infiltrarse dentro de
una organización que prepara huidas y
conseguir cierta información. La misión lo lleva a conocer a Jessica 6, miembro
de la organización clandestina que ayuda a los fugitivos. Como la misión es
secreta, y solamente la conoce el propio Logan, pronto levantará sospechas en
su amigo Francis 7, otro vigilante.
Hay un elemento ominoso en la
historia, que infunde inquietud, y es el control total de las autoridades sobre
la vida y el tiempo que les queda a los individuos. Todos los habitantes de la
magalópolis llevan un pequeño dispositivo de cristal en la mano que, en función
de su color, indica la edad de su portador. Así, por ejemplo, el color rojo
indica la proximidad a los treinta años y por lo tanto la proximidad del
Carrusel. Otra característica más o menos común de la ciencia ficción clásica
es el hecho de que la clase gobernante sea maquinal; una computadora para ser
más exactos, tan perversamente racional que sus directrices son contrarias a la
extensión de la vida humana. El tema de la superpoblación, visto lo anterior,
es uno de los temas principales de “La Fuga de Logan”.
Disfruten de los colorines y las
maquetas, hay algo genuinamente encantador en ello. Aunque aniden ideas
siniestras.
Análisis
Dirección: Dirige Michael Anderson. Un auténtico currante del cine,
envuelto en mil batallas y géneros. Entre su filmografía se recuerdan películas
tan dispares como “Orca, La Ballena Asesina” (1977). “Las Sandalias del
Pescador” (1968) o “La Vuelta al Mundo en 80 días” (1956). A Anderson se le
nota buena mano para el cine de entretenimiento, sabiendo ser un eficiente
narrador. Acaso haya algo de la ciencia ficción serie b de los años 50
trasplantada a los presupuestos estéticos y temáticos de los años 70. No es
para lucirse, pero Anderson hace un buen papel.
Actuaciones: Pues que quieren que les diga, servidor se queda con
Peter Ustinov aunque su personaje sea secundario. Consigue dotarle de una
bondad excéntrica y entrañable. Ya veterano de la interpretación, aún le
llegaría la bicoca de interpretar a Hércules Poirot dos años después en “Muerte
en el Nilo” (1978). Michael York como héroe de acción da más o menos el pego,
aunque sin salirse; algo demasiado común en él, tuvo un momento brillantísimo
con “Cabaret” (1972) y “Asesinato en el Orient Express” (1974), pero su carrera
en líneas generales ha sido irregularísima. La presencia de Jenny Agutter me es
muy simpática, aparte de encarnar a un personaje femenino inteligente e
indómito. Tiene varios papeles en el cine de género; destaca la estupenda “Un
Hombre Lobo Americano en Londres” (1981). En general el soporte más importante
de la película no son las actuaciones, no hay destrozos pero tampoco
maravillas.
Guion: Aislando convenientemente la avalancha setentera de
imaginería kitsch (que hasta puede tener su encanto) la película apunta temas
más serios de lo que pudiera parecer. Se apunta al tema del exceso de población
como fuente de conflictos o el dominio tiránico de una inteligencia artificial
sobre el género humano. Pero también vemos a una sociedad juvenilizada,
absorta, inconsciente, presa de unos placeres alienantes. Ante ello antepone la
bravura de los fugitivos, renuentes a su destino, bravos luchadores. Quizá la
carga filosófica se presente a veces de forma un tanto naif, pero con chispa
finalmente. Se inspira en una novela escrita por William F. Nolan y George
Clayton Johnson.
Factura Técnica: Pues un milennial, o incluso el padre de un
milennial, pueden troncharse de risa con algunos elementos de la factura
técnica. Es cierto que el aspecto es anticuado, pero siento una querencia
entrañable por los efectos especiales tan básicos y artesanales; de algún modo
dejan que la imaginación sea más partícipe. Y además es una técnica
idiosincrática, muy reconocible; a diferencia de otras puestas en escena más
costosas. Maquetas, láseres casi de juguetes y algunos ropajes que… En fin, no
se asusten y vean.
ZONA SPOILER
-La película no se corta en usar
cierta simbología religiosa. De momento tenemos el ankh, símbolo con muchas
implicaciones espirituales que comienzan en el antiguo Egipto. Por no mencionar
el presunto refugio que Logan debe descubrir, y que se llama Santuario. También
tenemos el tema de la especie de reencarnación que falsariamente promete el
Carrusel.
-El atuendo femenino de la
megalópolis parece sacado de un programa subidito de tono de la TV de la
Transición.
-El diseño de algunos personajes
como el robot Box es… inefable. Parece un poco un disfraz de Halloween venido a
más, y aun así me da algo de mal rollo. Eso de preservar a las personas
congeladas y hacer estatuas de hielo no me dirán que no es poco siniestro.
-Las imágenes en exteriores
tienen su aquél. Me parece muy curiosa la imagen de la ciudad de Washington
arrasada y con aspecto post apocalíptico. La superpoblación debió de ser un
desastre de magnitudes colosales. Miren como quedó la Biblioteca del Congreso.
-Una de las imágenes más logradas
es la especie de telepatía informática que trata de sonsacar las respuestas
directamente de la mente de Logan. Como no computar que no hay Santuario, pues
todo se va al carajo. Eso sí, el final es un poco precipitado.
Escena Favorita
-El encuentro con Peter Ustinov
me parece un buen momento. Una humanidad infantilizada se encuentro con un
eslabón ancestral, último depositario de muchos de los usos y costumbres de la
antigua humanidad. Y Peter Ustinov es Peter Ustinov.
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