martes, 4 de septiembre de 2018

La Residencia (1969)


Título Original: “La Residencia”

Género: Terror

Director: Narciso Ibáñez Serrador.

Reparto: Lili Palmer, Cristina Galbó, John Moulder-Brown, Cándida Losada.

Nacionalidad: Española



Impresiones

El cine de género, actualmente, en España goza de muchos nombres y un de un notable éxito comercial. Ahí tenemos  a, Paco Plaza, Jaume Collet-Serra , Rodrigo Cortés, Nacho Vigalondo,  J.A Bayona… Muchos de ellos consiguiendo rodar incluso fuera de España. A principios/mediados de los años 90 tuvimos la suerte de contar con algunos apuntes muy interesantes que preludiaron estos nombres y que supusieron un soplo de aire fresco para el cine de género en español. Apunto en éste sentido a Alex de la Iglesia o Alejandro Amenábar, que tras él páramo de cierto cine, producido quizá por la “Ley Miró”, pusieron en marcha proyectos como “EL Día de la Bestia” o “Tesis”.

¿Y si nos vamos más atrás? Las cosas no eran tan sencillas. Durante el franquismo no era fácil rodar cine de terror; no es extraño, habida cuenta de que es un cine que suele partir de unos presupuestos morbosos que ponían muy nerviosa a la nefasta censura de la nefasta dictadura. Auténticas rarezas como la muy interesante “La Torre de los Siete Jorobados” (1944) de Edgar Neville constituían una escasísima excepción. No obstante, a partir de los años 60 se produce un despertar, con nombres como el locoide Jesús Franco o el “fantaterror” y su abanderado Paul Naschy. Eran películas osadas y excéntricas, de un carácter novísimo y completamente renuentes a la moral ordinaria.



Aprovechando el tijeretazo que ha sufrido el programa de La 2 “Historia de Nuestro Cine”, recupero una de las películas que fue emitida por el mismo, homenajeo al programa y, por supuesto, también a Narciso (Chicho en adelante) Ibáñez Serrador; entrañable y destacadísimo personaje dentro del terror español de aquellos años que hoy evocamos.

Su trabajo para televisión es particularmente reconocido, convirtiéndose en una especie de Rod Serling a la española de la mano de series como “Mañana Puede Ser Verdad” y, sobre todo, con “Historias para no Dormir”.  Con un marcado estilo teatral, mucho oficio y excelentes actores, Chicho consiguió jugosas adaptaciones de Ray Bradbury, Edgar Allan Poe y otros autores.
Hoy analizamos “La Residencia”, el primero de los dos largometrajes de Chicho Ibáñez Serrador. El segundo, “Quién Puede Matar a un Niño” (1976), comparte con ella estatus de película de culto, aunque diría que tiene más renombre que el debut; si bien  en su momento tuvo una más que notable presencia en la taquilla.



Es un pequeño milagro que “La Residencia” consiguiera salir a la luz a pesar de censura; hay algo tremendamente mórbido durante todo el film. Y si no, pase y vean: voyerismo, sadomasoquismo, lesbianismo, represión sexual, ribetes incestuosos, crueldad. Bien es cierto que todo está edificado sobre la sugerencia y la elegancia gótica decimonónica, jamás se cae en la chabacanería ramplona ni en el mal gusto.

La acción se sitúa  en una residencia para señoritas francesa en el S.XIX. Hasta allí llega Teresa, una nueva interna procedente de Aviñón y que en su fase de adaptación se encontrará con un paisanaje sombrío. No son pocas las circunstancias intimidantes. La directora, la señora Fourneau, gobierna la institución con diligencia tiránica, casi fanática, bajo unos preceptos severos y reciamente religiosos; entre las compañeras hay auténticas harpías, con cierto poder otorgado por la directora, que disfrutan sometiendo a todo tipos de vejaciones a sus compañeras (imagínense si son novatas); atroces castigos físicos; el reprimido, pero a la par salido como el pico de una plancha, hijo de la directora, que viéndose rodeado de mujeres tendrá que aliviar sus hormonas como buenamente pueda sin que se entere su castradora madre….



Como es natural, la reclusión permanente sin tener contacto con nadie del sexo contrario avivará y achicharrará los naturales instintos de las chicas, que aun así se las compondrán para buscar una “adecuada” satisfacción. A esta enrarecida atmósfera hay que añadir unos acontecimientos terribles, brutales, que pondrán en peligro a todos los moradores de la residencia.

Otro elemento perturbador consustancial en toda películas de terror gótico es la importancia del entorno, que se transforma en un personaje más. No podía ser de otra forma en este caso;  con mucha influencia de la Hammer,  el caserón en que se sitúa la historia  es un lúgubre lugar a la luz de candelabros e inundado de sonidos de puertas chirriantes. Realmente parece un lugar maldito preñado de fatales secretos.

Si bien abunda el morbo, la historia es contada con una sugerencia admirable, sustentada más por la tensión contenida que por el susto fácil y repentino (“jump scares” que dirían los finolis). Hay secuencias largas y tensas que mantendrán al espectador magnetizado en su asiento, suplicando por una resolución para las vicisitudes de los sufridos personajes mientras asiste a numerosos puntos límite. “La Residencia” es una magnífica opción para los amantes del terror clásico que encierre dentro de sí el caramelo envenenado de la perversión.



Análisis

Dirección: “La Residencia” supone un sólido salto de Chicho Ibáñez Serrador a la gran pantalla. Se vale de la lección hitchcockiana de que sugerir es mejor que mostrar, coge la ambientación gótica de la Hammer y no elude una elegancia de espíritu escabroso. Pequeños detalles como el uso de la oscuridad o el posicionamiento de la cámara para convertir casi en voyeur al espectador, muestran un buen dominio del lenguaje cinematográfico. La historia está contada con un ritmo continuo y atrayente.

Actuaciones: Por su fuerza y su turbador carácter destacan los personajes interpretados por Lilli Palmer (la directora de la institución) y Mary Maude (Irene, la pérfida mano derecha de la directora). Lilli Palmer sabe dotar a su personaje de una rectitud berroqueña y tiránica, mientras que Mary Maude no se queda atrás en sadismo y crueldad. Ambas disfrutan de la sensación de poder o de la humillación. Tratándose de actrices alemana y británica respectivamente se ve la orientación “internacional” de la película, que de hecho fue rodada en inglés. Lilli Palmer curiosamente ya había trabajado en una película alemana sobre una institución para señoritas llamada “Corrupción en el Internado” (1959).

El punto relativamente cándido lo pone Cristina Galbó, que interpreta a la recién llegada Teresa. Su personaje nos ayuda a mirar con extrañeza alrededor; en muchos momentos su inquietud es la nuestra. En años posteriores aún rodaría alguna película de terror más como el giallo “¿Qúe habéis hecho con Solange”? (1972) o “No Profanar el Sueño de los Muertos” (1974), cinta de también reparto internacional dirigida por un español (Jorge Grau), con zombies y todo.

Guion: La historia original es de Juan Tébar y el propio Chicho Ibáñez Serrador adaptó el texto a la pantalla bajo el pseudónimo de Luis Peñafiel. El guion tiene la virtud de entreverar dos tipos de historias: por un lado la inspirada por el claustrofóbico ambiente de la residencia y por otro lado otra de índole más violenta y escabrosa. No elude momentos muy atrevidos para la época, por el erotismo más o menos velado, y cumple sobradamente el requisito mínimo exigible de cualquier historia de terror: mantener la tensión. Tensión que se dosifica continuamente en lugar de introducirla a trompicones. Por cierto, que estas historias de internado de chicas probablemente se ponga de moda en los próximos meses debido al estreno del remake de “Suspiria” de Dario Argento (1977.)

Factura Técnica: Aspectualmente “La Residencia” rezuma goticismo decimonónico por los cuatros costados. Empezando por la propia residencia, añeja y amenazante, que es el resultado de un ejemplar plató y una ejemplar dirección artística. Los exteriores se rodaron en el Palacio de Sobrellano de Comillas (Cantabria). La filmación es clásica y sutil, a excepción de un par de momentos concretos de una violencia más gráfica. Merece también una mención la banda sonora del compositor habitual de Chicho, Waldo de los Ríos.

ZONA SPOILER
-Sorprende el vigor perturbador de muchas escenas. Entre las más remarcables está la ducha de las muchachas siendo observadas por el hijo de la directora. La propia directora, en la misma escena, lanza miradas de lascivia a sus pupilas.

-Otra escena llamativa es el montaje en paralelo que se establece entre la clase de costura y el coito de una las alumnas con el hijo del carbonero. Una vía de escape ante el represor estilo de vida que tienen que soportar. Se ejecuta de una forma tan tensa y sostenida que resulta agobiante.

-El final es de lo más macabro. La directora, tras una larga y siniestra secuencia, descubre que su hijo ha matado a las chicas desaparecidas y ha conformado un monstruoso engendro con sus partes. En su locura Luis cree el “monstruo” se parece a su madre; a fin de cuentas siempre le decía que algún día encontraría una mujer igual que ella. El problema es cuando lo dejas encerrado constantemente en un edificio lleno de chicas, en plena adolescencia y reprimido de una forma patológica; a lo mejor se le va un poco la hoya.

Escena Favorita

Una de las escenas más intensas es la humillación que infringe Irene a la pobre Teresa. Le hace confesar ante varias de sus compañeras la ocupación de su madre (trabaja en un cabaret) y hace que se vista y cante como ella. Es una escena que rezuma clasismo de la peor especie y posee una tensión en crecimiento que deja al espectador con un mal cuerpo considerable. Toda la mala uva y viciada atmósfera de la residencia se plasma de forma envidiable.


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