Título Original: “The Fortune Cookie”
Género: Comedia.
Director: Billy Wilder.
Reparto: Jack Lemmon, Walter Matthau, Judi West, Ron Rich.
Nacionalidad: Estadounidense.
Impresiones
El humor en manos de Billy Wilder
es un arma filosa, intrépida y cortante. No se puede decir que su estilo sea el de la comedia blanda o inofensiva; al
contrario, muchos hábitos indeseables y personas trapaceras (o sus arquetipos)
son objeto inmisericorde de sus humorismos. Por no mencionar los estilos de
vida contemporáneos a su arte. Billy Wilder lo mismo zumbaba al sistema de vida
americano (“El Apartamento”), a la Guerra Fría y al comunismo en particular
(“Uno, Dos, Tres”) o a ciertos sectores de la Alemania de posguerra en plena
desnazificación (“Berlín Occidente”).
En “En Bandeja de Plata” Billy
Wilder satiriza la fórmula del éxito a cualquier precio, la codicia, la
picaresca, el cinismo y el enriquecimiento fácil. Es una historia en el que el
sueño de la honestidad produce monstruos que devoran a los bondadosos.
Jack Lemmon (Harry Hinkle) es un
cámara que trabaja realizando retransmisiones de fútbol americano a pie de
campo y que en un lance de un partido se ve arrollado accidentalmente por la
estrella del equipo local, los Cleveland Browns (curioso que la película se
desarrolle en Cleveland, no suele ser usual). A raíz de este lance Harry Hinkle es ingresado en el
hospital por unas heridas leves, pero su astuto e inescrupuloso cuñado (William
Gingrich), interpretado por Walter Matthau, aprovechará sus dotes de abogado
tramposo para interponer una cuantiosísima demanda contra todo lo que mueva y
conseguir una indemnización astronómica.
Para conseguir sus fines Walter
Matthau empleará todo tipo de taradas estrategias a fin convencer a los médicos
de la compañía de seguros de que su cuñado está prácticamente paralítico…
cuando lo único que tiene realmente es una leve contusión. Para ello Jack
Lemmon tendrá que prestarse a un bochornoso teatrillo y fingir dolores
inhumanos o parálisis casi inverosímiles.
.
Sin embargo Jack Lemmon es
renuente en un primer momento a tan grotesca añagaza y rechaza de plano el plan
de su cuñado. ¿Cómo convencerle? Mediante Sandy (su exmujer, interpretada por
Judi West), que enterada del accidente y de la millonaria demanda en curso
quiere volver a junto a Jack Lemmon. Éste sigue todavía enamorado de ella y la
idea de que pueda volver a su lado será
su motivación para participar en la comedia. El más damnificado,
paradójicamente, será “Boom Boom” Jackson, el jugador de fútbol americano que
chocó contra Jack Lemmon; sus remordimientos le empujarán a reparar el daño que
cree que ha causado (no sabe nada de la farsa) hasta unos considerables niveles
de servilismo.
Acaso, éste último, pueda ser la
única persona decente de la película, si bien en su decadencia dará algún que otro mal paso. Y es que Billy
Wilder, en forma de sutil y divertida comedia, puede llegar a ser completamente
inmisericorde con sus personajes, como si llevaran consigo un defecto que les
hace alejarse en mayor o menor medida de la integridad. El caso más claro es
del Walter Matthau, un hombre sin escrúpulos que pervierte las leyes a base
trampas con el objetivo de lucrarse y envolverlo todo en un supuesto desinterés.
Tampoco le va a la zaga Sandy, la
exmujer de Jack Lemmon que vuelve a su lado con la ladina intención de rebañar
parte de la suculenta indemnización. Por supuesto, disfrazará su carácter
oportunista con el fingimiento de haber recapacitado sobre su divorcio y volver
completamente enamorada como cuidadora del pobre Jack Lemmon.
¿El “pobre” Jack Lemmon? Pues… sí
y no. Es cierto que cede a la estafa con la esperanza de recuperar a su
exmujer, pero un precio sentimental es un precio como otro cualquiera. Sea por
el motivo que sea accede a un acto deshonesto y mezquino, a sabiendo de su
significación. Incluso llega a obviar el acuciante problema de conciencia de
“Boom Boom” Jackson. Todo ello por no mencionar su débil personalidad, incapaz
de oponer resistencia a los planes de su cuñado.
Los abogados de la aseguradora,
aunque dicen defender los intereses de su firma y corroborar con el máximo celo
que la lesión de Jack Lemmon es cierta, soterradamente se muestran tan
codiciosos como cualquiera. En caso de que la lesión hubiera sido legítima
probablemente hubieran tratado de buscar cualquier recoveco para denegar
cualquier compensación o bien ofrecer una ridícula.
Tanto personaje participando de
la mezquindad hace que, aunque la comedia sea divertida e incite a la risa, en
conjunto la película resulta incómoda. Quizá porque pone un espejo delante de
muchos que podrían identificarse. En último término es una reflexión
marcadamente cáustica sobre el combustible que movía y mueve a la maquinaria de
nuestro tiempo: el dinero. Y Billy Wilder nos la sirve en forma de jugoso
caramelo envenenado; dulce en su visionado y lacerante en su reflexión. Sería
por eso que en su momento no tuvo excesivo éxito.
Análisis
Dirección: Una gran virtud es la fluidez de la historia, siempre
poseedora de un ritmo envidiable. Billy Wilder ofrece un resultado final
teatral, donde prácticamente todo el metraje se desarrolla en unos cuantos
interiores. En cualquier caso Wilder tiene el poder de embobarnos y mantenernos
sentados de principio a fin sin grandes alharacas visuales .A veces se suele
decir que Billy Wilder no tiene una gran puesta en escena y que sus virtudes
provienen de la magnificencia del guion. Esto es muy matizable; muchas de sus
películas dejan imágenes perdurables: ahí tenemos el travelling de Shirley
McLaine mientras corre a encontrarse con Jack Lemmon en “El Apartamento”, el
terrorífico plano de Gloria Swamson mientras baja las escaleras en “El
Crepúsculo de los Dioses” o a Marilyn Monroe jugueteando con el metro en “La
Tentación Vive Arriba”. En “EN Bandeja de Plata” también hay momentos
reseñables que veremos en la zona spoiler.
Actuaciones: Esta película ya tiene ganado un puesto preferente en
la historia del cine solamente por el hecho de juntar por primera vez a Jack
Lemmon y a Walter Matthau; una de las parejas más chisposas y gratas de ver
que hayan desfilado por el celuloide. Miren
que soy fan de Jack Lemmon, pero es Walter Matthau quien lleva y maneja la
película a sus anchas. Su papel de abogado codicioso, hiperactivamente
trapisondista y de humor áspero, es una auténtica genialidad y un pináculo de
su carrera; tanto es así que obtuvo un Óscar al mejor actor secundario. Se
trata de una actuación jocosamente enérgica, como si estuviera propulsada por
un motor. Jack Lemmon también luce bien en papel de pseudovíctima y lo mismo
conduce, por sus reacciones, a risa, que a desapego, lástima y empatía. El
papel de hombre normal de clase media un poco sobrepasado siempre lo borda.
La película se complementa con
unos estimulantes personajes secundarios, como el de Judi West en su papel de
exmujer, el de “Boom Boom” Jackson, el de los detectives de la compañía de
seguros… Apartado magnífico a todos los niveles.
Guion: La madre del cordero; el núcleo de la película; el apartado
de la genialidad. Varios de las mejores historias y de los mejores diálogos de
la historia del cine tienen la firma de Billy Wilder, en comandita siempre con
algún colega; en este caso I.A.L Diamond. “En Bandeja de Plata” no es una
excepción, la historia supura un humor inteligentísimo y de una acidez lacerante
y alocada. Un tipo de humor que necesitamos en estos tiempos tan poco propicios
para la sátira y tan prestos a la ofensa y a la gracietas adocenadas. En cuanto
a estructura podríamos decir que la primera parte de película es la más
puramente cómica (la parte del hospital es una de las más jocundas que uno
pueda echarse a la cara) y la segunda aporta alguna parcela de drama, siempre
con humorismos rondando.
Factura Técnica: El 90% de la acción se sitúa en interiores, lo que
da cuenta del carácter teatral de la película y por lo tanto de su sencillez
aspectual. Aun así hay algunos planos nada desdeñables. No podemos hablar de
virtuosismo, pero sí de mimo y elegancia. Y en la parte musical, contar con
André Previn para la banda sonora es un lujazo.
ZONA SPOILER
-Los trucos de Walter Matthau
para engañar a los médicos son alucinantes. Llevar a un veterinario para que
paralice a Jack Lemmon inyectándole varios mejunjes es un ejemplo del humor
negro de la película. Disparatado, divertido, pero grotesco.
-El personaje que más nos mueve a
compasión es sin duda “Boom Boom” Jackson. Un hombre afable que se desvive por
intentar reparar el daño causado, sin ni siquiera sospechar que realmente no
hay daño ninguno. El punto álgido de su decadencia coincide con la llegada de
la exmujer de Jack Lemmon y el paso, por lo tanto, del pobre jugador de fútbol
a un segundo plano. Pronto llegarán sus problemas con el alcohol, los problemas
con el equipo…
-Uno de los pocos planos en
exteriores de la película es al final, cuando Jack Lemmon y “Boom Boom” se
encuentran en el estadio de fútbol y el primero confiesa toda la trama y ofrece
un sincero arrepentimiento. Tras un excelente diálogo, y unas carreras, “Boom Boom”
decide volver a intentar ser una estrella del fútbol y se reconcilia con Jack
Lemmon. Un colofón precioso que nos alivia de todo el cargamento de cinismo que
abunda en la película.
-Es desternillante el momento en
que Jack Lemmon decide enviar al cuerno la comedia y, tras sacudir al detective,
realiza todo tipo de cabriolas por la habitación que demuestran que no está
inválido. En ese momento alcanza la dignidad, del mismo modo que la alcanza en
“EL Apartamento” al despedirse de la empresa; allí lo llamaban ser un “mensh”;
“ser todo un hombre”.
Escena Favorita
-No sé si será un plano muy
trascendente o una apenas una broma leve, pero los turulatos desplazamientos de
Jack Lemmon con la silla de ruedas eléctrica son tronchantes. Es tener noticias
de su exmujer y comenzar una especie de estrafalario baile sobre ruedas. Como
escena de comedia es modélica y en un primer visionado fue la imagen que se me
quedó. Otro plano visualmente interesante, por cierto.
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