martes, 28 de agosto de 2018

En Bandeja de Plata (1966)


Título Original: “The Fortune Cookie”

Género: Comedia.

Director: Billy Wilder.

Reparto: Jack Lemmon, Walter Matthau, Judi West, Ron Rich.

Nacionalidad: Estadounidense.



Impresiones

El humor en manos de Billy Wilder es un arma filosa, intrépida y cortante. No se puede decir que su estilo sea  el de la comedia blanda o inofensiva; al contrario, muchos hábitos indeseables y personas trapaceras (o sus arquetipos) son objeto inmisericorde de sus humorismos. Por no mencionar los estilos de vida contemporáneos a su arte. Billy Wilder lo mismo zumbaba al sistema de vida americano (“El Apartamento”), a la Guerra Fría y al comunismo en particular (“Uno, Dos, Tres”) o a ciertos sectores de la Alemania de posguerra en plena desnazificación (“Berlín Occidente”).


En “En Bandeja de Plata” Billy Wilder satiriza la fórmula del éxito a cualquier precio, la codicia, la picaresca, el cinismo y el enriquecimiento fácil. Es una historia en el que el sueño de la honestidad produce monstruos que devoran a los bondadosos.

Jack Lemmon (Harry Hinkle) es un cámara que trabaja realizando retransmisiones de fútbol americano a pie de campo y que en un lance de un partido se ve arrollado accidentalmente por la estrella del equipo local, los Cleveland Browns (curioso que la película se desarrolle en Cleveland, no suele ser usual). A raíz de este  lance Harry Hinkle es ingresado en el hospital por unas heridas leves, pero su astuto e inescrupuloso cuñado (William Gingrich), interpretado por Walter Matthau, aprovechará sus dotes de abogado tramposo para interponer una cuantiosísima demanda contra todo lo que mueva y conseguir una indemnización astronómica.



Para conseguir sus fines Walter Matthau empleará todo tipo de taradas estrategias a fin convencer a los médicos de la compañía de seguros de que su cuñado está prácticamente paralítico… cuando lo único que tiene realmente es una leve contusión. Para ello Jack Lemmon tendrá que prestarse a un bochornoso teatrillo y fingir dolores inhumanos o parálisis casi inverosímiles.
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Sin embargo Jack Lemmon es renuente en un primer momento a tan grotesca añagaza y rechaza de plano el plan de su cuñado. ¿Cómo convencerle? Mediante Sandy (su exmujer, interpretada por Judi West), que enterada del accidente y de la millonaria demanda en curso quiere volver a junto a Jack Lemmon. Éste sigue todavía enamorado de ella y la idea de que  pueda volver a su lado será su motivación para participar en la comedia. El más damnificado, paradójicamente, será “Boom Boom” Jackson, el jugador de fútbol americano que chocó contra Jack Lemmon; sus remordimientos le empujarán a reparar el daño que cree que ha causado (no sabe nada de la farsa) hasta unos considerables niveles de servilismo.



Acaso, éste último, pueda ser la única persona decente de la película, si bien en su decadencia  dará algún que otro mal paso. Y es que Billy Wilder, en forma de sutil y divertida comedia, puede llegar a ser completamente inmisericorde con sus personajes, como si llevaran consigo un defecto que les hace alejarse en mayor o menor medida de la integridad. El caso más claro es del Walter Matthau, un hombre sin escrúpulos que pervierte las leyes a base trampas con el objetivo de lucrarse y envolverlo todo en un supuesto desinterés.

Tampoco le va a la zaga Sandy, la exmujer de Jack Lemmon que vuelve a su lado con la ladina intención de rebañar parte de la suculenta indemnización. Por supuesto, disfrazará su carácter oportunista con el fingimiento de haber recapacitado sobre su divorcio y volver completamente enamorada como cuidadora del pobre Jack Lemmon.



¿El “pobre” Jack Lemmon? Pues… sí y no. Es cierto que cede a la estafa con la esperanza de recuperar a su exmujer, pero un precio sentimental es un precio como otro cualquiera. Sea por el motivo que sea accede a un acto deshonesto y mezquino, a sabiendo de su significación. Incluso llega a obviar el acuciante problema de conciencia de “Boom Boom” Jackson. Todo ello por no mencionar su débil personalidad, incapaz de oponer resistencia a los planes de su cuñado.

Los abogados de la aseguradora, aunque dicen defender los intereses de su firma y corroborar con el máximo celo que la lesión de Jack Lemmon es cierta, soterradamente se muestran tan codiciosos como cualquiera. En caso de que la lesión hubiera sido legítima probablemente hubieran tratado de buscar cualquier recoveco para denegar cualquier compensación o bien ofrecer una ridícula.

Tanto personaje participando de la mezquindad hace que, aunque la comedia sea divertida e incite a la risa, en conjunto la película resulta incómoda. Quizá porque pone un espejo delante de muchos que podrían identificarse. En último término es una reflexión marcadamente cáustica sobre el combustible que movía y mueve a la maquinaria de nuestro tiempo: el dinero. Y Billy Wilder nos la sirve en forma de jugoso caramelo envenenado; dulce en su visionado y lacerante en su reflexión. Sería por eso que en su momento no tuvo excesivo éxito.



Análisis

Dirección: Una gran virtud es la fluidez de la historia, siempre poseedora de un ritmo envidiable. Billy Wilder ofrece un resultado final teatral, donde prácticamente todo el metraje se desarrolla en unos cuantos interiores. En cualquier caso Wilder tiene el poder de embobarnos y mantenernos sentados de principio a fin sin grandes alharacas visuales .A veces se suele decir que Billy Wilder no tiene una gran puesta en escena y que sus virtudes provienen de la magnificencia del guion. Esto es muy matizable; muchas de sus películas dejan imágenes perdurables: ahí tenemos el travelling de Shirley McLaine mientras corre a encontrarse con Jack Lemmon en “El Apartamento”, el terrorífico plano de Gloria Swamson mientras baja las escaleras en “El Crepúsculo de los Dioses” o a Marilyn Monroe jugueteando con el metro en “La Tentación Vive Arriba”. En “EN Bandeja de Plata” también hay momentos reseñables que veremos en la zona spoiler.

Actuaciones: Esta película ya tiene ganado un puesto preferente en la historia del cine solamente por el hecho de juntar por primera vez a Jack Lemmon y a Walter Matthau; una de las parejas más chisposas y gratas de ver que  hayan desfilado por el celuloide. Miren que soy fan de Jack Lemmon, pero es Walter Matthau quien lleva y maneja la película a sus anchas. Su papel de abogado codicioso, hiperactivamente trapisondista y de humor áspero, es una auténtica genialidad y un pináculo de su carrera; tanto es así que obtuvo un Óscar al mejor actor secundario. Se trata de una actuación jocosamente enérgica, como si estuviera propulsada por un motor. Jack Lemmon también luce bien en papel de pseudovíctima y lo mismo conduce, por sus reacciones, a risa, que a desapego, lástima y empatía. El papel de hombre normal de clase media un poco sobrepasado siempre lo borda.

La película se complementa con unos estimulantes personajes secundarios, como el de Judi West en su papel de exmujer, el de “Boom Boom” Jackson, el de los detectives de la compañía de seguros… Apartado magnífico a todos los niveles.

Guion: La madre del cordero; el núcleo de la película; el apartado de la genialidad. Varios de las mejores historias y de los mejores diálogos de la historia del cine tienen la firma de Billy Wilder, en comandita siempre con algún colega; en este caso I.A.L Diamond. “En Bandeja de Plata” no es una excepción, la historia supura un humor inteligentísimo y de una acidez lacerante y alocada. Un tipo de humor que necesitamos en estos tiempos tan poco propicios para la sátira y tan prestos a la ofensa y a la gracietas adocenadas. En cuanto a estructura podríamos decir que la primera parte de película es la más puramente cómica (la parte del hospital es una de las más jocundas que uno pueda echarse a la cara) y la segunda aporta alguna parcela de drama, siempre con  humorismos rondando.

Factura Técnica: El 90% de la acción se sitúa en interiores, lo que da cuenta del carácter teatral de la película y por lo tanto de su sencillez aspectual. Aun así hay algunos planos nada desdeñables. No podemos hablar de virtuosismo, pero sí de mimo y elegancia. Y en la parte musical, contar con André Previn para la banda sonora es un lujazo.

ZONA SPOILER
-Los trucos de Walter Matthau para engañar a los médicos son alucinantes. Llevar a un veterinario para que paralice a Jack Lemmon inyectándole varios mejunjes es un ejemplo del humor negro de la película. Disparatado, divertido, pero grotesco.

-El personaje que más nos mueve a compasión es sin duda “Boom Boom” Jackson. Un hombre afable que se desvive por intentar reparar el daño causado, sin ni siquiera sospechar que realmente no hay daño ninguno. El punto álgido de su decadencia coincide con la llegada de la exmujer de Jack Lemmon y el paso, por lo tanto, del pobre jugador de fútbol a un segundo plano. Pronto llegarán sus problemas con el alcohol, los problemas con el equipo…

-Uno de los pocos planos en exteriores de la película es al final, cuando Jack Lemmon y “Boom Boom” se encuentran en el estadio de fútbol y el primero confiesa toda la trama y ofrece un sincero arrepentimiento. Tras un excelente diálogo, y unas carreras, “Boom Boom” decide volver a intentar ser una estrella del fútbol y se reconcilia con Jack Lemmon. Un colofón precioso que nos alivia de todo el cargamento de cinismo que abunda en la película.

-Es desternillante el momento en que Jack Lemmon decide enviar al cuerno la comedia y, tras sacudir al detective, realiza todo tipo de cabriolas por la habitación que demuestran que no está inválido. En ese momento alcanza la dignidad, del mismo modo que la alcanza en “EL Apartamento” al despedirse de la empresa; allí lo llamaban ser un “mensh”; “ser todo un hombre”.

Escena Favorita

-No sé si será un plano muy trascendente o una apenas una broma leve, pero los turulatos desplazamientos de Jack Lemmon con la silla de ruedas eléctrica son tronchantes. Es tener noticias de su exmujer y comenzar una especie de estrafalario baile sobre ruedas. Como escena de comedia es modélica y en un primer visionado fue la imagen que se me quedó. Otro plano visualmente interesante, por cierto.

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