martes, 19 de febrero de 2019

Un Cadáver a los Postres (1976)


Título Original: Murder by Death

Género: Comedia

Director: Robert Moore

Intérpretes: Peter Sellers, Alec Guinness, David Niven, Truman Capote.

Nacionalidad: Estadounidense.



Impresiones

Reírse de uno mismo es uno de los mayores síntomas de inteligencia del ser humano. Reírse a gusto, a pleno pulmón, repartiendo carcajadas a diestro y siniestro, es uno de los mayores placeres terrenales al que nosotros, pobre mortales, tenemos acceso. Por eso me he decido a comentar una de mis comedias favoritas, “Un Cadáver a los Postres”. Hace poco analicé “Asesinato en el Orient Express” (1974), donde sacaba la cara por el género detectivesco desde una sus más conspicuas fuentes, Agatha Christie.

Pues bien, “Un Cadáver a los Postres” se chotea intensamente de todas las convenciones y tics, precisamente, del género detectivesco. Y no me importa en absoluto, como bien puede deducirse de la primera línea de este artículo. Es una parodia inteligente, chispeante, vital y absolutamente libre. Tiene, además, algo de ironía posmoderna, como si se fundieran la parodia y el homenaje a un tiempo.



Es una película con un fuerte sabor a teatro; por puesta en escena, decorados y desarrollo parece que nos adentramos en un escenario. Eso sí, sencillo pero elegante. No obstante, hay momentos en los que las argucias del cine se hacen imprescindibles. No es casualidad el toque teatral, la película se inspira en una obra del recientemente fallecido Neil Simon, maestro del ingenio y de la observación humorística.

Los personajes son trasuntos cómicos de detectives literarios reales. Así por ejemplo Milo Perrier (James Coco) vendría a representar Hercules Poirot; Sidney Wang (Peter Sellers) se corresponde con Charlie Chan; Dick y Dora Charleston (David Niven y Maggie Smith) con Nick y Nora Charles; Sam Diamond (Peter Falk) con Sam Spade; Jessica Marvel (Elsa Lanchester) con Miss Marple. Los rasgos de los inspiradores reales son exagerados para parodiar sus corrientes arquetipos y lugares comunes. Sin embargo, no solamente se trata de sacar la cerbatana para disparar contra unos personajes concretos, la propia naturaleza de los relatos policíacos es tronchantemente deconstruida mediante situaciones absurdas y ocurrencias delirantes.



Varios de los mejores detectives del mundo, véase la alineación titular en el párrafo superior, son invitados a cenar a la mansión de Lionel Twain (Truman Capote), un misterioso anfitrión del que nada saben y que les desafiará a resolver un crimen que tendrá lugar esa misma noche. La vida, reputación y prestigio de tan ilustres investigadores se verán puestos a prueba de un modo tan cómico como mordaz.



La película tuvo un comportamiento más o menos discreto en la taquilla pero con el tiempo fue ganando reputación hasta convertirse en una auténtica película de culto. Personalmente, la descubrí en un pase de Antena 3 a principios de los noventa que, afortunadamente, grabé en un VHS posteriormente quemado de tanto uso. Mediante otros formatos vuelvo a ella con cierta regularidad y siempre me depara una sonrisa pura, despreocupada y reconfortante. Poco más puedo pedirle.



Análisis

Dirección: Robert Moore tiene una carrera cinematográfica más bien escuálida, tres películas que adaptan otras tantas obras de Neil Simon. “Un Cadáver a los Postres” es, con diferencia, la más destaca de todas y en ella no muestra  ningún tic de autor. Aporta la artesanía que la película necesita para llevarse a cabo, ordenando un pequeño mundo por el que se mueven los personajes. Robert Moore trabajó previamente en la TV y aunque la factura no sea particularmente televisiva quizá se note el oficio aprendido en esos años previos.

Actuaciones: Una de los mayores puntos a favor de “Un Cadáver a los Postres” es su destacadísimo reparto. Imaginen lo que es contar con Peter Seller, Alec Guinness (un año antes de ser Obi Wan), David Nivel, Peter Falk o Truman Capote (sí, el escritor). La suma de talento suele arrojar casi obligatoriamente excelentes resultados y “Un Cadáver a los Postres” no es una excepción. En varios registros, tenemos a la elegancia británica  de Niven y Guinness; el talento para la pantomima de Peter Sellers (en un papel oriental que no sería muy políticamente correcto); el oficio de Peter Falk… Todos los intérpretes, sea la comedia o no su hábitat natural, se mueven a las mil maravillas en el terreno del humor y nos brindan unos personajes memorables y entrañables.

Guion: El dramaturgo  Neil Simon, autor también de “La Extraña Pareja”, es un activo imprescindible del humor inteligente. En “Un Cadáver a los Postres” sus ocurrencias son osadas, mordaces y, aun así elegantes. No evade hacer menciones, por ejemplo, a la necrofilia o hacer solfa con la exagerada masculinidad de algunos detectives. Sin embargo no solamente nos encontramos con una sucesión abigarrada de gags; hay una trama que resulta entretenida e hilada de una forma que transforma el delirio en toda una reflexión sobre el género policíaco. Los personajes son exagerados y grotescos, pero siempre dibujados con tino y perspicacia. Algunos de ellos son manifiestamente surrealista, ¿Qué podemos esperar si en el guion se unen una cocinera sordomuda y un mayordomo ciego?

Factura Técnica: En este apartado no hay mucho que aportar. Una película que se basa en el ingenio y en la ironía no suele tirar de grandes alardes técnicos. El aspecto es muy teatral, no solo por los decorados (hay pocos exteriores) sino por la unidad de tiempo y acción. El tema principal de la banda sonora, de David Grusin, sonora acaba siendo bastante pegadizo y reconocible.

ZONA SPOILER

-Los exteriores duran poco, pero nos presentan a los personajes con bastante gracia. Vemos desde ahí los tics y manías de nuestros detectives. El machismo de Sam Diamond, la elegancia exagerada de Dick y Dora Charleston, los refranes de Sidney Wang…

-Alec Guinness, en su papel de mayordomo ciego, da lugar a multitud situaciones cómicas. Pero ninguna como su desternillante conversación con los Charleston, aquella del “Sí señor, Benson señora”, que ha acabado siendo un clásico del humor absurdo.

-Truman Capote apenas apareció en alguna película. Sin embargo en su papel de amanerado y diabólico villano esta graciosamente adecuado. Es el enemigo de los detectives, el que quiere hundir su reputación aunque deba perpetrar un absurdo asesinato. Aunque bien mirado, el final no deja claro quién carajo es en realidad.

-No me digan que el asesinato del mayordomo no es original. Primero aparece el cadáver tal cual, después desnudo, después aparece solamente el traje y finalmente Milo Perrier surge de repente en la habitación con el traje del mayordomo (¿¿??).

-Llega un momento en que piensas: “¿Pero las habitaciones se mueven o qué coño pasa?”

-Los personajes más satirizados son los de Peter Falk y Peter Sellers, probablemente por ser los dos actores más cercanos a la comedia.

-El final es el envite definitivo contra el universo detectivesco. Giros absurdos e inesperados, información que solo aparece en el momento primordial, exhibicionismo exagerado en las deducciones… Captamos rápido el mensaje que Lionel Twain había orquestado  durante la noche para poder de manifiesto la absurdez e inverosimilitud de las novelas de detectives.

-Y al final resulta que… Lionel Twain se quita la máscara y es ¿¿la cocinera?? Ahora vayan y encuentren sentido a esto. Esa inconsistencia es precisamente lo que Neil Simon quiere hacernos ver, pero tampoco creo que se cebe; puede haber incluso algo de admiración encubierta hacia los detectives.

-Si tienen la sensación de que faltaba alguien es porque no está la parodia del detective novelesco por excelencia, Sherlock Holmes. En una escena eliminada Sherlock llega a la mansión cuando todos se han ido ya. Menuda puntualidad británica.


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