Título Original: The Ministry of Fear.
Género: Intriga, Espionaje.
Director: Fritz Lang
Intérpretes: Ray Milland, Marjorie Reynolds, Carl Esmond,
Hilary Broke.
Nacionalidad: Estadounidense.
Impresiones
Tengo una especie de regla
general, manía si quieren, a la hora de inspeccionar o evaluar películas.
Aquéllas que son desmitificadas, o directamente vilipendiadas, por sus directores tienden casi siempre a
gustarme. Quizá me gustan porque acaban siendo, casi siempre, películas
arrinconadas y olvidadas injustamente a causa de la mala reputación y mala nota
expandida por una gran autoridad: el autor. Pero el autor, por mucho que lo
admiremos, no siempre ha de tener el mismo juicio que nosotros, ni nosotros ir
a rebufo fielmente de lo que él piense.
A Fritz Lang nunca le gustó
demasiado, o eso dijo, “El Ministerio del Miedo”, aduciendo constantes
intromisiones del productor y otros problemas relacionados con la libertad
artística. Sin embargo, el talento de los artistas realmente grandes se filtra
entre las dificultades, respira con tal fuerza que sus bufidos acaban
arremetiendo y derribando cualquier puerta que se le cierre. Sin necesidad de
ponernos hiperbólicos, podemos decir que “El Ministerio del Miedo” podría haber
salido de otra forma si Fritz Lang hubiera tenido control sobre el proyecto,
pero aun así es una magnífica película cuajada de no pocos elementos propios
del director vienés.
“El Ministerio del Miedo” se
encuadra dentro de las películas “antinazis” de Fritz Lang, que incluyen títulos
como “El Hombre Atrapado” (1941), “Los Verdugos También Mueren” (1943) o
“Clandestino y Caballero” (1946). No es un asunto sin importancia, dejando
aparte las numerosas películas de propaganda de la época, el nazismo tocaba muy
de cerca a Fritz Lang; fue uno de los numerosos directores que tuvieron que
dejar Alemania tras el dramático ascenso de Hitler al poder.
Fritz Lang dota al “Ministerio
del Miedo” de un clima oscuro, casi paranoico, muy sugestivo e intrigante a
base varios elementos. Por una parte, desde el punto de vista gráfico, utiliza
muy acertadamente una fotografía totalmente hija del expresionismo alemán;
ejemplares claroscuros, brillantes juegos de sombras y una atmósfera lúgubre.
Por otro lado, el protagonista acaba de salir de un manicomio (genial comienzo)
y aunque en un momento dado se explica por qué fue internado, hay veces que
tememos por su salud mental o incluso cuestionamos sus “motivos”.
Stephen Neal, interpretado por
Ray Miland, abandona, por lo tanto, el sanatorio mental donde estaba recluido y
poco después, sin comerlo ni beberlo, se ve envuelto en una sórdida trama
relacionada con el espionaje nazi. La acción se desarrolla en la Segunda Guerra
Mundial y se sitúa en Londres, donde aparte de los bombardeos alemanes puede
haber otros peligros ocultos. No diremos mucho más al respecto, no somos amigos
de desvelar más que lo imprescindible, pero el pobre señor Neal tendrá que
enfrentarse a situaciones muy fuera de lo común no sabiendo muy en quién
confiar. Nosotros, eso sí, disfrutaremos de lo lindo.
Análisis
Dirección: Fritz Lang siempre se me representa como un director
turbio, quizá por su toque expresionista, o por su gusto por lidiar con
personajes en el filo del lado oscuro. Ahí teníamos en Alemania a su Dr. Mabuse
y a su M. En EE.UU cuando afronta el thriller o el cine negro, es el más negro
de todos. Algo de eso pasa con “El Ministerio del Miedo”, que en otras manos
podría haber una entretenida historia de espías. Con Fritz Lang todo parece más
inquietante, más tenebroso. Su forma de entender la intriga no está muy lejos
de Hitchcock, hay de algo de “39
Escalones” (1935) en esta película (si bien “Los Espías -1928- de Fritz
Lang está de por medio); del mismo modo que en “En Con la Muerte en los
Talones” (1959) hay algo quizá de “El Ministerio del Miedo”. ¿Influencias
mutuas? Vaya usted a saber, pero la intriga que genera Fritz Lang en esta
película es de las de mantenerse pegado al sillón.
Actuaciones: No es que contase Fritz Lang con una constelación de
estrellas para esta película, pero el protagonista si fue alguien de cierta
relevancia en Hollywood. Nos referimos a Ray Milland, que participó en joyas
como “Días sin Huella” (1945) de Billy
Wilder o “Crimen Perfecto” de Alfred
Hitchcock (1954). Milland se las apaña para encarnar con oficio a un hombre que
se ve metido en una situación ajena, peligrosa y compleja. No tiene el toque de
galán de, por ejemplo, Cary Grant o Gregory Peck pero no carece de apostura;
añade, además un interesante matiz nervioso, casi paranoico.
El resto del reparto está compuesto
por una serie de intérpretes sin excesivo renombre pero con bastante oficio. El
añadido romántico lo pone Marjorie Reynolds, uno de los pocos apoyos que
encontrará Ray Miland en su odisea, y que propiciará que acabe surgiendo una
chispa romántica. Sin grandes florituras, en este apartado la película
cumplidora.
Guion: El origen está en una novela de Graham Greene, lo que de
entrada es casi un seguro de calidad. Es una historia de espionaje e intriga
durante la Segunda Guerra Mundial que trata un tema conspiranoico como el de la
infiltración del enemigo en casa propia. No es un tema baladí, teniendo en
cuenta que la guerra estaba en curso cuando se estrenó la película y que la
idea era bastante inquietante. La historia flirtea con la inverosimilitud, cosa
que personalmente no me importa en absoluto en una película a cambio de una
fascinación bellamente construida. Y ciertamente hay momentos realmente
fascinantes y, en algunos casos, inesperados, dada la naturaleza de la
historia.
Factura técnica: Uno de los puentes fuertes de la película. Es
destacadísimo el uso que se hace del expresionismo alemán de la mano de uno de
sus pioneros. Los contrastes de luz y sombra y el inquietante uso de la negritud en la fotografía dan un aura
fascinante a “El Ministerio del Miedo”, a veces intrigante, a veces
onírica. Fritz Lang puede armar una
película visualmente interesante con cuatro duros, véase por ejemplo “La Casa
del Río” (1950). Estupenda en este apartado.
ZONA SPOILER
-La verdad es que el detonante de
la trama de la película es tan prosaico como rocambolesco. ¿Ganar una tarta en
una feria y que la tarta contenga un microfilm con planes de los Aliados?
Normal que te persigan los nazis.
-Supongo que la película acojonaría
bastante a los ingleses, habida cuenta de que hay una red de colaboradores
nazis en todas la áreas: librerías, sastrerías, y por supuesto en el Misterio
de Defensa (Miedo). Es muy de la época que uno de los conspiradores sea un
psicoanalista, había cierta fascinación en Hollywood por el tema en aquellos
años.
-No puedes fiarte de nadie ni de
nada, por supuesto. El director de una Asociación de Madres de las Naciones
Libres puede ser un traidor nazi y una bolsa llena de libros puede ser en
realidad el recipiente de un explosivo.
-La escena de la gente
refugiándose en el metro de Londres durante un bombardeo alemán es muy
interesante. Aparte de ser inquietante, es un reflejo fidedigno de una
situación bastante común en tiempos de guerra.
Escena Favorita
La escena de la sesión de
espiritismo es apabullante. Si antes he declarado mi amor por el expresionismo
alemán, no tengo más remedio que adorar esta secuencia. Oscura, tétrica y
tensa, durante unos momentos casi nos trasladamos a una película de terror. Y
además está contada de una forma admirable, manteniendo la tensión hasta el
fortuito desenlace. Puede que a Fritz Lang le interesase el espiritismo,
recordemos una mítica escena de esta temática en “El Doctor Mabuse” (1922).
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