martes, 21 de agosto de 2018

Memento (2000)


Título Original: “Memento”

Género: Thriller

Director: Christopher Nolan

Reparto: Guy Pierce,  Carrie-Anne Moss, Joel Pantoliano, Mark Boone Junior.

Nacionalidad: Estadounidense.




Impresiones

Pues sí, soy fan de Christopher Nolan; desde “Following” (1998) hasta “Dunkerke” (2017). Es decir, adoro la pretenciosidad, los argumentos complejos y alambicados, los grandes conceptos y toda su pretendida rimbombancia. Lo digo sin un atisbo de ironía; el británico me parece uno de los directores más interesantes de nuestro tiempo, capaz de ofrecer algo llamativo que decir sin soporíferos resabios y sin la farfolla predicante que exigen los listos de la clase.


En “Memento”, a pesar de ser el debut de Nolan en Estados Unidos, todavía estamos hablando de un cine más o menos independiente, sin excesivos malabares visuales pero, con un guion particularmente llamativo. De hecho, a priori, (me pasó la primera vez que la vi),  puede parecer el triunfo de la forma sobre el fondo; sin embargo el particularísimo tándem guion-montaje  no es un capricho autoindulgente, sino que ayuda mejor a comprender el dilema del personaje y los mecanismos de prácticamente todos los personajes.




Repasemos levemente el argumento. Leonard es un hombre que es incapaz de generar recuerdos recientes; cualquier cosa que le digas o que le hagas la olvidará a los pocos minutos. Sin embargo lo que sufre no es amnesia propiamente dicha. Dicha disfunción comenzó en un asalto a su casa en el que su mujer fue asesinada y él recibió un golpe en la cabeza; causa última de los problemas de memoria. Hasta ese momento lo recuerda todo sobre él. Sabe perfectamente quién es y cómo era su vida. Lo que sí recuerda es la muerte de su mujer y que quiere vengarse matando al asesino.

Para ello deberá aguzar el ingenio y servirse de varios métodos. Desde tatuarse datos importante por todo el cuerpo, a fotografiar a todo tipo de personas, lugares y cosas con una Polaroid y añadir un comentario con rotulador antes de que su memoria se esfume. A base de esos dos elementos tendrá que orientarse y llevar a cabo su tormentoso designio.




Este  argumento da pie a una serie de reflexiones interesantes. Por un lado la incapaz de sanar heridas traumáticas sin la faculta de recordar. Para Leonard el tiempo no ha pasado; cada vez que su memoria se borra, vuelve a vivir los instantes previos a la agresión a su mujer. ¿Cómo podría superar algo tan terrible si para él está sucediendo una tragedia casi continuamente? O dicho de otro modo; la acumulación de recuerdos es la medida de nuestras vivencias y por lo tanto de nuestro tiempo.

Otra idea fundamental es el papel crucial que juegan los recuerdos en las interacciones sociales y en la orientación en el mundo. El pobre Leonard se encontrará con aprovechados, de mayor o menor bellaquería, que se beneficiarán de su falta de memoria reciente para aprovecharse y manipular. Sus apuntes en las fotos pueden ser (o no) información importante sobre la catadura de los que rodean.




Un punto clave (quizá la cuestión mollar de la película) es sin duda la fiabilidad de los recuerdos. ¿Son los recuerdos registros fiables de lo sucedido o simplemente una interpretación subjetiva? ¿Nos autoengañamos para ser más felices?
Con todos estos interrogantes usados como ingredientes, el guiso final es un sustancioso y sazonado guiso que, aparte de ser un entretenidísimo thriller, filosofa sin solemnidades o afectaciones.

Es imposible hablar de “Memento” sin mencionar el montaje. Para empezar, el argumento se cuenta, literalmente, hacia atrás. No estamos hablando de “flashbacks”; sencillamente Nolan opta por conducir por el sentido inverso y contar “Memento” empezando por el final (en realidad un principio) y acabando con el inicio (en realidad el final que nos ayudará a comprender todo, o casi) ¿Cómo se consigue llevar esto a cabo? Segmentando  el argumento en pequeñas porciones y disponiéndolas en orden cronológico inverso.  Eso sí los “segmentos” sí que van hacia adelante. Esto crea también una especie de entramado circular, de forma que (p.ej) el final del cuarto segmento de historia, es el principio del tercero. Entretanto, entre segmento y segmento, Leonard va hablando por teléfono, con alguien a quien desconocemos, en una historia relativamente aparte  y rodada en blanco y negro y que nos explicará muchas cosas sobre su dolencia.

En caso de que no hayan visto la película no se desanimen si el anterior párrafo les ha parecido obtuso. Aplíquense que el movimiento se demuestra andando y a la hora de ponerse frente a la pantalla comprenderán mucho mejor lo que les quiero decir. Al principio estaremos levemente desconcertados, pero poco a poco seremos captados por la trama y nos exigiremos entenderla en su plenitud. Y además iremos notando algunas evidentes virtudes de este peculiar montaje. A modo de ejemplo, cuanto más avanza la película más conocemos (o creemos conocer a Leonard) pero más ambiguos nos van pareciendo el resto de personajes. Todo esto crea una sensación de interés y de curiosidad casi magnética.




La mirada de Christopher Nolan nunca es rutinaria, tiene las cualidades propias de los creadores que nunca rehúyen un reto, ni temen adentrarse hasta el fondo de cualquier jardín. Y de cara al cine comercial, más chirle que nunca, una esperanza de encontrar restos de vida inteligente dentro del “mainstream”. Solo por eso tiene toda mi admiración.  “Memento”, además, nos recuerda que su capacidad de prestidigitador poco tiene  que ver con el presupuesto; en un primer momento “Memento” fue el “non plus ultra” del cine independiente (baste con recordar que ganó en Sundance el premio al mejor guion y varios Indie Spirit Awards).

Como la batalla dialéctica entre acérrimos y detractores  de Mr. Nolan ya va siendo un poco coñazo, lo mejor es huir del maximalismo atorrante y de las opiniones escritas en piedra. Yo, personalmente, compro lo que Nolan en general y “Memento” en particular me aportan. Tan sencillo como eso.

Análisis

Dirección: Hay que admitir que el sentido del ritmo que Nolan infunde a “Memento” es magnífico; todo para conseguir que una historia de elementos complejos no nos haga dimitir, sino todo lo contrario. Nos vamos involucrando más. Nolan aprovecha los recursos relativamente escasos, y con unas pocas localizaciones y sus argucias de guion consigue armar un apasionante e intrincado relato. Nos hay grandes filigranas. Si acaso algún inteligente uso del color.

Actuaciones: No son superlativas pero sí tremendamente eficaces. Guy Pearce da el pego como atormentado vengador sin caer en ningún tipo de patetismo; solamente replica acertadamente el patológico estado de confusión de su personaje. En principio se pensó en Brad Pitt para el papel, pero su caché elevaba demasiado el presupuesto. No creo que hubiera sido una película mejor con él. Los otros dos protagonistas principales son lo que yo llamo “la dupla Matrix”. En efecto, tanto Carrie Anne-Anne Moss como Joel Pantoliano venían de participar en la película de las hermanas Wachwsky; ella en el papel de Trinity, él en el de Cifra. Ambos aportan un elemento muy necesario en “Memento”: la ambigüedad. Nuestro parecer y conocimiento sobre sus personajes va mudando de forma ondulada hasta que llega un punto en que no sabemos si son personajes benéficos u ominosos.

Guion: Gran parte de valor artístico de Memento descolla en este apartado. Más allá de las implicaciones morales o cogitabundas del argumento, lo que seduce de “Memento” (sobre todo en un primer momento) es la forma de narrar: la división del argumento en segmentos e irlos disponiendo en el orden cronológico inverso. Muy ingenioso, pero esta elección también tiene su por qué. Para empezar, nuestra sensación de confusión es equiparable a la de Guy Pearce; al inicio de cualquier segmento no tenemos ni idea de cómo hemos llegado a ese punto, lo que produce un sentimiento de empatía con Leonard. Además, esta estructura es beneficiosa para aumentar el sentido de ambigüedad de los personajes. Aunque el guion es de Christopher Nolan, la película se basa en un relato de su hermano Jonathan llamado “Memento Mori”.
Otro elemento interesantes son los “trozos en blanco y negro” que hacen de interludio entre los segmentos. Éstos sí se desarrollan de forma lineal y aunque parece que no tienen nada que ver con la historia, son fundamentales.

Factura Técnica: No es película basada  en las virguerías ni el virtuosismo. Aspectualmente es correcta, pero no es éste el campo donde se encuentra el eje de la película. Es básicamente una película de guion. La música es de David Julyan, también compositor de su anterior película “Following” (1998), y tiene mucho de ambient oscuro. Quizá en la onda, salvando las distancias, de Angelo Badalamenti; cumplidora en líneas generales. Eso sí, que en los créditos finales te pongan “Something in the Air” de David Bowie es un puntazo.

ZONA SPOILER

-La de tretas que va dejando Christopher Nolan con su peculiar montaje. En los compases iniciales todo nos apunta a que Teddy es el culpable que Leonard anda buscando y que Natalie es una inocente cooperante. Son verdades a medias. Teddy se aprovecha de la dolencia de Leonard para fines delictivos (aunque dice ayudarle) y aunque Natalie aproveche la misma circunstancia para deshacerse de Dodd, finalmente sí que ayuda a Leonard en su busca. Nuestras impresiones sobre los personajes vienen determinadas por el laberíntico montaje, pero hay que tenerlo todo en cuenta como un conjunto global.

-Lo cual nos lleva a una de las tesis de la película: el autoengaño. Una vida tan quebrada necesita un objetivo que, una vez cumplido, hay que alargar para prolongar nuestra existencia. ¿Qué más da que Leonard ya matase al responsable de la “muerte” de su mujer? Basta con poner una notita en la foto de Teddy diciendo “No creas sus mentiras” para seguir en tu propio universo de venganzas. Aunque la mentira hayas puesto tú. “Todos nos engañamos para ser felices”, o algo similar es una de las conclusiones efímeras de Leonard.

-Sin embargo no olvidemos que todo está tratado de una forma sumamente ambigua, poco propicia a las certezas. ¿Es cierta la historia de Teddy y en realidad Sammy Jenkins es Leonard? ¿Fue Leonard quien mató a su mujer debido a “la prueba de la insulina” o nada es como dice Teddy? A dirimirlo nos ayudará la visión de un fotograma fugaz, casi subliminal, donde observamos a Sammy Jenkins en un centro psiquiátrico sentado en una silla ruedas tras la muerte de su mujer; al pasar alguien delante de él, veremos cómo durante un segundo Sammy Jenkins se convierte en Leonard. Asumimos, pues, que Teddy dice la verdad.

-El final de la historia es, realmente, el principio de la película. La manipulación que hace Leonard, en un momento de “consciencia”, de la foto de Teddy (y otros elementos) hace que crea que éste es el John G. que busca y acabe matándolo.


Escena favorita

-Más allá del magnífico puzzle que nos tiende Christopher Nolan hay una escena desoladora en la que vemos a Leonard quemar algunos objetos de su mujer. En ese momento vemos al momento más amargo del protagonista; vemos a alguien roto, traumatizado, incapaz de sanar las heridas porque para él no pasa el tiempo. Aunque como ya hemos visto no solamente son los recuerdos los que nos definen sino también cómo decidimos recordarlos.

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