Título Original: The Big
Lebowski.
Género: Comedia.
Director: Joel Coen.
Reparto: Jeff Bridges, John
Goodman, Steve Buscemi, Julianne Moore.
Nacionalidad: Estadounidense.
Impresiones
La comedia, tal como se suele
decir a veces, es probablemente el género cinematográfico más difícil. La
íntima satisfacción de hacer reír a alguien, méritos aparte, debe ser una
hermosa sensación para un creador; lo contrario es un bofetón en toda la cara.
Pocas veces se nos más cara de tonto como cuando contamos un chiste y no se ríe
nadie. Luego hay distintas calidades, claro está, pero en general la comedia
como materia artística siempre es vista por encima del hombro por el resto de
géneros.
Afortunadamente tenemos numerosos
ejemplos para rebatir este tópico, y en esta entrada voy a echar mano de un
tipo de humor muy característico; el de los hermanos Coen. Bien es cierto que
no son comediantes per se, pero sí se han atrevido con el género en no poca
ocasiones. Hoy veremos quizá su caso más célebre. ¿Cuál es entonces lo
característico del humor de los hermanos Coen?
Un humor negro, negrísimo a
veces. No teme jugar con lo macabro, o lo violento hasta convertirlo en una,
casi siempre, ingeniosa farsa. No pueden faltar los personajes peculiares y
estrafalarios, sujetos únicos con tendencia al esperpento y al comportamiento
inusual. Toda esta colección de perros verdes se ven metidos en un evento que
les acaba superando y dando lugar a descacharrantes situaciones para el
espectador.
Vayamos afinando el tiro. En “El
Gran Lebowski” los personajes principales son El Nota (The Dude en la versión
original) y sus amigos. El Nota es un vagazo en toda regla, lleva una
existencia tranquila y regalada y tiene una filosofía algo hippie. Su verdadero
nombre es Jeff Lebowski y coincide con el de un millonario altanero, señorial y
estirado. De aquí surge la vicisitud que pondrá en marcha el argumento de la
película. Es un personaje simpático, que agrada al espectador y nos produce
empatía por su naturalidad y su filosófica pachorra ante la vida.
Sus peculiares amigos son dos:
Walter Sobchak, un auténtico zumbado, ex combatiente en Vietman y que posee una
tendencia a portar y desenfundar armas sin importarle el lugar. Su obsesión por
los bolos raya con el fanatismo. Su mal humor es proverbial y es precisamente
lo extremado de su carácter (antagónico al del Nota) el origen de varias de las
situaciones más surrealistas de la película. Sin embargo es un amigo fiel y si
lo miramos con detenimiento tiene una vertiente trágica y solitaria. Se ve bien
en una de las escenas de la película que comentaremos en la zona de spoiler.
Su otro amigo es el apacible
Donny. Un personaje calladito y retraído cuyo protagonismo es más anecdótico
que otra cosa, pero que tiene una peculiar relación con Walter. Aun así tendrá
su particular “momento de gloria”.
Y de repente ocurre un
acontecimiento absurdo que desencadena la trama. No es plato de gusto que se orinen en la alfombra de tu sala de estar ¿no?
Al pobre Nota le toca soportar la micción sobre su alfombra de unos sicarios
que le confunden con otro Lebowski (el millonario estirado y algo turbio)
perturbando así su tranquila existencia. Su amigo Walter inflamará su
indignación hasta el punto de animarle a que se presente en la casa del otro
Lebowski (El Gran Lebowski) a reclamar una alfombra nueva. Y de aquí nace
jugosa trama ramificada en secuestro, engaños, planes geniales que salen fatal
y encuentros con el lumpen más estrambótico
de Los Ángeles.
De hecho, esta comedia se asienta
sobre los cimientos del policíaco y del cine negro; género familiar y bastante
presente en la trayectoria de los hermanos Coen. El guion tiene un elemento
característico a otras películas de los hermanos Coen: la presencia de un
negocio, no del todo limpio, que acaba superando abrumadoramente al supuesto
beneficiario. Recuerden, por ejemplo, al alfeñique vendedor de coches de
“Fargo” (1996) que acaba desencadenando un letal embrollo con la genial idea de
secuestrar a su mujer. Otro ejemplo puede ser el del cazador de “No es País
para Viejos” (2007), que tras agenciarse una cuantiosa suma de dinero se ve
perseguido por uno de los asesinos más zumbados y eficientes (Javier Bardem)
En este caso el negocio consiste
en gestionar un secuestro, pero una metedura de pata de El Nota y Walter pondrá
a rodar una bola de nieve que alcanzará un tamaño descomunal.
Con esto de la comedia se corre
el riesgo de olvidar el aspecto formal de la película y acabar asentándose en
la ridiculez y el sainete más básico. No es éste el caso; los hermanos Coen
(o podríamos hablar solamente de Joel,
que es el que aparece en los créditos como único director) hacen gala de su
toque en el manejo de la cámara y nos regalan una serie de planos
desconcertantes y teatrales. Se me ocurren, por ejemplo, las secuencias
oníricas o la llegada a la mansión del pornógrafo Jackie Treehorn.
A día de hoy esta película, para
mí, es algo casi terapéutico. Se podría recetar en farmacias para levantar el
ánimo (salvo en algún momento donde la risa se congela) Son casi dos horas de disfrute hilarante y de
entretenimiento puro y desinhibido. Qué placer el de encontrar una comedia
inteligente en la forma de una película absolutamente libre.
Análisis
-Dirección: A veces se
especula sobre lo que hace cada hermano y lo que aporta cada uno en la
dirección o en el guion. Ahora los dos firman como directores, pero en otros
tiempos (el ejemplo es esta película) solo lo hacía Joel. En el guion siempre
han figurado los dos. Se suele dar por sentado que Joel “es más director” y que
Ethan “es más guionista”. Qué más da. El caso es que sus películas, y ésta no
es una excepción, nunca aburren. Cuando se dedican a la comedia su ritmo es
vertiginoso e imparable; a su modo un poco slapstick , como de comedia Howard
Hawks pero con más tiros y maleantes. Formalmente, a ratos, la película es de
una osadía deslumbrante; hay unas magníficas presentaciones de un par de
personajes y dos escenas oníricas tan imaginativas como desternillantes.
Actuaciones: Si uno de los
grandes triunfos de la película son los personajes, se debe en buena parte a la
excelente labor de los actores. Jeff Bridges (cuyo aspecto en este largometraje
me recuerda a mí mismo durante una época de mi vida; todos tenemos un pasado)
está descomunal como actor de comedia, chispeando simpatía y carisma a
raudales. John Goodman, acaso en uno de sus papeles más memorables, encarna con
descacharrante vivacidad a un personaje excesivo pero entrañable
Steve Buscemi, tras pasar por la
picadora de “Fargo”, tiene un papel pequeño aunque con un momento para el
recuerdo… en su vertiendo más negra. También mencionar dos magníficos
secundarios; Julianne Moore en el papel de la hija del Lebowski millonario
aporta acertadamente un toque de posmoderna sensualidad. Y para la posteridad
de los personajes tarados y abracadabrantes nos queda el asombroso Jesús
Quintana, jugador de bolos latino interpretado por John Turturro que hace acto de presencia en una de las más
hilarantes apariciones que yo recuerde de un secundario. Añado un pequeño apunte
para recordar al magnífico Philip Seymour Hoffman bastante metido en su papel
de relamido ayudante del millonario Jeff Lebowski y también para mencionar a…
Flea, el bajista de los Red Hot Chili Peppers (sale muy brevemente, ¿lo
localizan?)
Guion: Una vez empieza, no
baja el pistón prácticamente en ningún tramo. Casi todas la comedias de los
hermanos Coen son así, ritmo vivo de comedia clásica americana envolviendo unas
situaciones entre lo surreal, lo grotesco y lo desopilante. Normalmente esta idea les suele salir bien, y hay algunas
comedias como “Crueldad Intolerable” (2003), “Quemar Después de Leer”
(2008) o “Un Tipo Serio” (ésta sí que es
rara) sumamente infravaloradas. Realmente su único naufrago cómico sin
paliativos sería “Ave Cesar” (2016). Cabe decir que no es precisamente un humor
cándido o blanco, en esta película puede llegar a ser bastante caustico,
poniendo en solfa desde la falsa solidaridad de la clase adinerada, el hipismo
trasnochado o el fárrago del arte moderno. En general, pues, una excelente
historia trenzada a base de ingeniosas situaciones y personajes chalados.
Concederé que a veces la trama es un poco rebuscada, pero si la historia (según
los Coen han dicho) tiene influencias de “El Sueño Eterno” ¿cómo no iba a
serlo? Por cierto que la narración provenga de un viejo cowboy da al conjunto
un toque de anecdótica fábula.
Factura Técnica: No es una
comedia de piloto automático, hay planos memorables y secuencias destinadas a
quedarse en la retina. De hecho el estilo visual sirve de catalizador para la
comicidad de la historia, reforzando el sentido de absurdo. Mención aparte
merece la inserción de la música, arte no dominado por todos los directores y
que en “El Gran Leboski” nos deja auténticas filigranas.
ZONA SPOILER
Escena favorita: No tengo
palabras para el delirio alucinógeno del Nota tras la visita a la casa de
Jackie Treehorn. Se trata del ensueño más tronchante que recuerdo en la
historia del cine. En realidad se trata de un estrafalario videoclip para la
canción de Kenny Rogers “Just Dropped in” en donde se unen en maravillosa
coyunda Sadam Hussein, unas vikingas, una pista de bolos y El Nota bailando,
como diría un conocido, bastante chungamente. Secuencia sublime y
originalísima.
-¿Tienen algo los hermanos Coen
contra los Eagles? Cuando presentan a Jesús Quintana suena el “Hotel
California”… en la versión de los Gypsy Kings. Y en un momento dado El Nota
dice que “no soporta a los putos Eagles”.
-Hablando de música, me hace
mucha gracia el guiño que se hace a Kraftwerk cuando El Nota coge en sus manos
el disco que grabó uno de los nihilistas.
-La otra escena onírica del disco
presenta a El Nota volando sobre la ciudad de Los Ángeles. Como curiosidad,
sirvió de inspiración para Amenábar en el momento en que Javier Barden,
postrado como Ramón Sampedro en “Mar Adentro”, imagina que se levanta y levanta
el vuelo por la ventana. Fíjense como una situación cómica puede engendrar otra
de signo muy distinto.
-Otro de los momentos más
recordados es el lanzamiento de las cenizas del infortunado Donny al mar. En el
colmo del humor negro, John Goodman (tras un ridículo discurso) tiene la mala
suerte de que, a causa de una racha de viento, acabe vertiendo las cenizas
sobre él mismo y sobre El Nota. Tras el monumental enfado de éste último, vemos
por primera vez a un Walter vulnerable, desolado ante la idea de que su ya
(probablemente) único amigo pase de él.
Creo que este matiz sobre Walter es muy interesante.
-Me gusta la conclusión del
cowboy que finalmente acaba siendo el narrador: “a mí me tranquiliza que El
Nota esté por ahí, tomándoselo con calma por todos nosotros”. Va a resultar que
El Nota es un hombre sabio.
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