martes, 24 de julio de 2018

El Gran Lebowski (1998)


Título Original: The Big Lebowski.

Género: Comedia.

Director: Joel Coen.

Reparto: Jeff Bridges, John Goodman, Steve Buscemi, Julianne Moore.

Nacionalidad: Estadounidense.



Impresiones

La comedia, tal como se suele decir a veces, es probablemente el género cinematográfico más difícil. La íntima satisfacción de hacer reír a alguien, méritos aparte, debe ser una hermosa sensación para un creador; lo contrario es un bofetón en toda la cara. Pocas veces se nos más cara de tonto como cuando contamos un chiste y no se ríe nadie. Luego hay distintas calidades, claro está, pero en general la comedia como materia artística siempre es vista por encima del hombro por el resto de géneros.


Afortunadamente tenemos numerosos ejemplos para rebatir este tópico, y en esta entrada voy a echar mano de un tipo de humor muy característico; el de los hermanos Coen. Bien es cierto que no son comediantes per se, pero sí se han atrevido con el género en no poca ocasiones. Hoy veremos quizá su caso más célebre. ¿Cuál es entonces lo característico del humor de los hermanos Coen?




Un humor negro, negrísimo a veces. No teme jugar con lo macabro, o lo violento hasta convertirlo en una, casi siempre, ingeniosa farsa. No pueden faltar los personajes peculiares y estrafalarios, sujetos únicos con tendencia al esperpento y al comportamiento inusual. Toda esta colección de perros verdes se ven metidos en un evento que les acaba superando y dando lugar a descacharrantes situaciones para el espectador.

Vayamos afinando el tiro. En “El Gran Lebowski” los personajes principales son El Nota (The Dude en la versión original) y sus amigos. El Nota es un vagazo en toda regla, lleva una existencia tranquila y regalada y tiene una filosofía algo hippie. Su verdadero nombre es Jeff Lebowski y coincide con el de un millonario altanero, señorial y estirado. De aquí surge la vicisitud que pondrá en marcha el argumento de la película. Es un personaje simpático, que agrada al espectador y nos produce empatía por su naturalidad y su filosófica pachorra ante la vida.

Sus peculiares amigos son dos: Walter Sobchak, un auténtico zumbado, ex combatiente en Vietman y que posee una tendencia a portar y desenfundar armas sin importarle el lugar. Su obsesión por los bolos raya con el fanatismo. Su mal humor es proverbial y es precisamente lo extremado de su carácter (antagónico al del Nota) el origen de varias de las situaciones más surrealistas de la película. Sin embargo es un amigo fiel y si lo miramos con detenimiento tiene una vertiente trágica y solitaria. Se ve bien en una de las escenas de la película que comentaremos en la zona de spoiler.
Su otro amigo es el apacible Donny. Un personaje calladito y retraído cuyo protagonismo es más anecdótico que otra cosa, pero que tiene una peculiar relación con Walter. Aun así tendrá su particular “momento de gloria”.




Y de repente ocurre un acontecimiento absurdo que desencadena la trama. No es plato de gusto que se  orinen en la alfombra de tu sala de estar ¿no? Al pobre Nota le toca soportar la micción sobre su alfombra de unos sicarios que le confunden con otro Lebowski (el millonario estirado y algo turbio) perturbando así su tranquila existencia. Su amigo Walter inflamará su indignación hasta el punto de animarle a que se presente en la casa del otro Lebowski (El Gran Lebowski) a reclamar una alfombra nueva. Y de aquí nace jugosa trama ramificada en secuestro, engaños, planes geniales que salen fatal y encuentros con el lumpen más estrambótico  de Los Ángeles.

De hecho, esta comedia se asienta sobre los cimientos del policíaco y del cine negro; género familiar y bastante presente en la trayectoria de los hermanos Coen. El guion tiene un elemento característico a otras películas de los hermanos Coen: la presencia de un negocio, no del todo limpio, que acaba superando abrumadoramente al supuesto beneficiario. Recuerden, por ejemplo, al alfeñique vendedor de coches de “Fargo” (1996) que acaba desencadenando un letal embrollo con la genial idea de secuestrar a su mujer. Otro ejemplo puede ser el del cazador de “No es País para Viejos” (2007), que tras agenciarse una cuantiosa suma de dinero se ve perseguido por uno de los asesinos más zumbados y eficientes (Javier Bardem)




En este caso el negocio consiste en gestionar un secuestro, pero una metedura de pata de El Nota y Walter pondrá a rodar una bola de nieve que alcanzará un tamaño descomunal.
Con esto de la comedia se corre el riesgo de olvidar el aspecto formal de la película y acabar asentándose en la ridiculez y el sainete más básico. No es éste el caso; los hermanos Coen (o  podríamos hablar solamente de Joel, que es el que aparece en los créditos como único director) hacen gala de su toque en el manejo de la cámara y nos regalan una serie de planos desconcertantes y teatrales. Se me ocurren, por ejemplo, las secuencias oníricas o la llegada a la mansión del pornógrafo Jackie Treehorn.

A día de hoy esta película, para mí, es algo casi terapéutico. Se podría recetar en farmacias para levantar el ánimo (salvo en algún momento donde la risa se congela)  Son casi dos horas de disfrute hilarante y de entretenimiento puro y desinhibido. Qué placer el de encontrar una comedia inteligente en la forma de una película absolutamente libre.


Análisis

-Dirección: A veces se especula sobre lo que hace cada hermano y lo que aporta cada uno en la dirección o en el guion. Ahora los dos firman como directores, pero en otros tiempos (el ejemplo es esta película) solo lo hacía Joel. En el guion siempre han figurado los dos. Se suele dar por sentado que Joel “es más director” y que Ethan “es más guionista”. Qué más da. El caso es que sus películas, y ésta no es una excepción, nunca aburren. Cuando se dedican a la comedia su ritmo es vertiginoso e imparable; a su modo un poco slapstick , como de comedia Howard Hawks pero con más tiros y maleantes. Formalmente, a ratos, la película es de una osadía deslumbrante; hay unas magníficas presentaciones de un par de personajes y dos escenas oníricas tan imaginativas como desternillantes.

Actuaciones: Si uno de los grandes triunfos de la película son los personajes, se debe en buena parte a la excelente labor de los actores. Jeff Bridges (cuyo aspecto en este largometraje me recuerda a mí mismo durante una época de mi vida; todos tenemos un pasado) está descomunal como actor de comedia, chispeando simpatía y carisma a raudales. John Goodman, acaso en uno de sus papeles más memorables, encarna con descacharrante vivacidad a un personaje excesivo pero entrañable

Steve Buscemi, tras pasar por la picadora de “Fargo”, tiene un papel pequeño aunque con un momento para el recuerdo… en su vertiendo más negra. También mencionar dos magníficos secundarios; Julianne Moore en el papel de la hija del Lebowski millonario aporta acertadamente un toque de posmoderna sensualidad. Y para la posteridad de los personajes tarados y abracadabrantes nos queda el asombroso Jesús Quintana, jugador de bolos latino interpretado por John Turturro  que hace acto de presencia en una de las más hilarantes apariciones que yo recuerde de un secundario. Añado un pequeño apunte para recordar al magnífico Philip Seymour Hoffman bastante metido en su papel de relamido ayudante del millonario Jeff Lebowski y también para mencionar a… Flea, el bajista de los Red Hot Chili Peppers (sale muy brevemente, ¿lo localizan?)

Guion: Una vez empieza, no baja el pistón prácticamente en ningún tramo. Casi todas la comedias de los hermanos Coen son así, ritmo vivo de comedia clásica americana envolviendo unas situaciones entre lo surreal, lo grotesco y lo desopilante. Normalmente  esta idea les suele salir bien, y hay algunas comedias como “Crueldad Intolerable” (2003), “Quemar Después de Leer” (2008)  o “Un Tipo Serio” (ésta sí que es rara) sumamente infravaloradas. Realmente su único naufrago cómico sin paliativos sería “Ave Cesar” (2016). Cabe decir que no es precisamente un humor cándido o blanco, en esta película puede llegar a ser bastante caustico, poniendo en solfa desde la falsa solidaridad de la clase adinerada, el hipismo trasnochado o el fárrago del arte moderno. En general, pues, una excelente historia trenzada a base de ingeniosas situaciones y personajes chalados. Concederé que a veces la trama es un poco rebuscada, pero si la historia (según los Coen han dicho) tiene influencias de “El Sueño Eterno” ¿cómo no iba a serlo? Por cierto que la narración provenga de un viejo cowboy da al conjunto un toque de anecdótica fábula.

Factura Técnica: No es una comedia de piloto automático, hay planos memorables y secuencias destinadas a quedarse en la retina. De hecho el estilo visual sirve de catalizador para la comicidad de la historia, reforzando el sentido de absurdo. Mención aparte merece la inserción de la música, arte no dominado por todos los directores y que en “El Gran Leboski” nos deja auténticas filigranas.

ZONA SPOILER

Escena favorita: No tengo palabras para el delirio alucinógeno del Nota tras la visita a la casa de Jackie Treehorn. Se trata del ensueño más tronchante que recuerdo en la historia del cine. En realidad se trata de un estrafalario videoclip para la canción de Kenny Rogers “Just Dropped in” en donde se unen en maravillosa coyunda Sadam Hussein, unas vikingas, una pista de bolos y El Nota bailando, como diría un conocido, bastante chungamente. Secuencia sublime y originalísima.

-¿Tienen algo los hermanos Coen contra los Eagles? Cuando presentan a Jesús Quintana suena el “Hotel California”… en la versión de los Gypsy Kings. Y en un momento dado El Nota dice que “no soporta a los putos Eagles”.

-Hablando de música, me hace mucha gracia el guiño que se hace a Kraftwerk cuando El Nota coge en sus manos el disco que grabó uno de los nihilistas.

-La otra escena onírica del disco presenta a El Nota volando sobre la ciudad de Los Ángeles. Como curiosidad, sirvió de inspiración para Amenábar en el momento en que Javier Barden, postrado como Ramón Sampedro en “Mar Adentro”, imagina que se levanta y levanta el vuelo por la ventana. Fíjense como una situación cómica puede engendrar otra de signo muy distinto.

-Otro de los momentos más recordados es el lanzamiento de las cenizas del infortunado Donny al mar. En el colmo del humor negro, John Goodman (tras un ridículo discurso) tiene la mala suerte de que, a causa de una racha de viento, acabe vertiendo las cenizas sobre él mismo y sobre El Nota. Tras el monumental enfado de éste último, vemos por primera vez a un Walter vulnerable, desolado ante la idea de que su ya (probablemente)  único amigo pase de él. Creo que este matiz sobre Walter es muy interesante.

-Me gusta la conclusión del cowboy que finalmente acaba siendo el narrador: “a mí me tranquiliza que El Nota esté por ahí, tomándoselo con calma por todos nosotros”. Va a resultar que El Nota es un hombre sabio.





                                          

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