jueves, 29 de abril de 2021

Con Faldas y a lo Loco (1959)

Título Original: Some Like It Hot

Género: Comedia

Director: Billy Wilder

Intérpretes: Jack Lemmon, Tony Curtis, Marilyn Monroe,

Nacionalidad: Estadounidense





Impresiones

La ventaja de ver películas de Billy Wilder es que la posibilidad de llevarse una decepción es similar a cero. Puede ser, y de hecho es, uno de los grandes maestros más regulares y fiables de la historia del cine. Y eso afecta a cualquier género que tocó con sus manos. Evidentemente se suele asociar a la comedia, pero también tuvo sus aproximaciones al cine negro (“Perdición”), al drama intenso (“Días sin Huella”), al cine de espías (“Cinco Tumbas al Cairo”)… Si bien su magisterio es más extenso en la comedia.



En su momento ya glosamos las virtudes de “En Bandeja de Plata”, que supone el tipo de comedia de Wilder más cercana a la mirada crítica de todo aquello que se le ponga por delante. Como en “Uno, Dos, Tres”, o “El Apartamento” (suponiendo que sea una comedia; eterna discusión). “Con Faldas y a lo Loco” es una propuesta más lúdica, con un componente de diversión en estado puro. Por ello, toma la forma de un vodevil de los años 20 (se sitúa en 1929) con su locura y su vitalismo. Incluso el argumento, aunque se sitúe primero en Chicago y luego en Miami, puede recordar a ciertos tópicos de la República de Weimar (cabarets, travestismo…) que Wilder conocía bien.



Señalar, que si bien la reescritura a sus características es total, Wilder hace un remake de una película francesa de 1935 llamada Fanfare D’amour, que a su vez tuvo otra versión posterior, de nacionalidad alemana, en 1951. El guion lo escriben el propio Billy Wilder  y I.A.L Diamondo, uno de sus ilustres colegas. La acción la sitúan en plena Ley Seca, cuando la prohibición de beber alcohol agudizaba el ingenio de los amigos de la botella. Y así se nos presentan los dos protagonistas masculinos, Joe (Tony Curtis) y Jerry (Jack Lemmon). Ambos son músicos en un local clandestino con la fachada de una funeraria.

Tras un comienzo casi más propio del cine de gánsteres, Joe y Jerry salen por patas del local donde tocan el saxo y el contrabajo, al detectar que va a iniciarse una redada. Al quedarse sin empleo tendrán una serie de malandanzas que los llevará a ser testigos de la célebre Matanza de San Valentín. En la película, este crimen es cometido por la banda liderada por Botines, dueño del cabaret donde trabajaban como músicos. Salen del embrollo con vida, pero para evitar que la banda de gánsteres los liquide como testigo de la matanza idea un plan para salir de Chicago.



El plan consiste en encontrar un empleo de músicos lo más lejos posible y así intentar dar esquinazo a Botines y sus matones. Desgraciadamente en su agencia de colocación solo hay libre una vacante, para la que cumplen todos los requisitos menos el sexo. Se requieren un saxo y un contrabajo para una orquesta… femenina. Viendo su pellejo en juego, Joe y Jerry deciden disfrazarse de mujeres y enrolarse en la orquesta. Todo ello, claro está, engañando a todo el mundo y haciéndose pasar por unas genuinas féminas. Su destino: Florida, bastante lejos de Chicago. En la orquesta, Joe y Jerry conocen a Sugar Cane (Marylin Monroe), la vocalista e intérprete de ukelele.

Ambos, particularmente Joe, se sienten instantáneamente atraídos por ella. En cuanto llegan a Florida, será precisamente Joe quien trace un descabellado plan para seducir a Sugar… con la dificultad añadida de que debe seguir disimulando su condición de hombre. A partir de aquí se suceden una serie hilarantes enredos que nos han legado varias de las mejores situaciones cómicas de la historia del cine.




 

Análisis

Dirección: Cuando Billy Wilder decide poner la directa y lanzarse de lleno a la piscina resulta prácticamente imparable. Impone un ritmo a sus películas donde los gags se suceden a velocidad fulgurante. Un ejemplo arquetípico sería “Uno, Dos, Tres” (1961), y también con “Faldas y a lo Loco”.  Y además deja unas cuantas imágenes para el recuerdo. En los pequeños detalles se aprecia la pericia de Wilder como director. Véase como juega pícaramente con los claroscuros cuando Sugar canta la mítica “I Wanna be Loved by You”, o el montaje paralelo entre dos situaciones cómicas en cierto momento de la película. El austríaco narra diestramente una historia que quizá en otras manos hubiera resultado demasiado absurda. En las suyas, el resultado es una obra maestra.

Intérpretes: Tony Curtis y Jack Lemmon se adaptan a la perfección a la comedia. En el caso de Jack Lemmon no es muy difícil, es uno de los actores relevantes del género (aunque sus papeles dramáticos son demoledores). Hay como una división de roles. Joe es el gamberro, el mujeriego, y el embustero. Hay algo de irresponsable en él, lo mismo se juega la paga en las carreras que urde complicados planes para seducir a mujeres. Jerry tampoco es que sea un angelito, pero a él le toca un papel menos elegante que a Tony Curtis, a cambio de un mayor humor. Aunque es el más sensato de los dos, las situaciones más embarazosas y cómicas suelen correr de su cuenta.

¿Qué decir sobre Marylin? Hay algo cándido en su forma de actuar, una ingenuidad que hacía que los espectadores se pusieran de su parte. Y hay talento en lo que hace, posee un encanto personal nacido no solo de la belleza, sino por puros y duros dotes ante la cámara. Es algo innato, muy lejos de los métodos y las escuelas de actuación.  Su personaje dentro de algunos rasgos superficiales en su idiosincrasia va mostrando una ternura que hace al personaje más amplio. Cuando se lo propone y, por ejemplo, canta con la orquesta, la sensualidad irrumpe a velocidad de crucero.

Guion: Estamos hablando de Billy Wilder y de I.A.L Diamond. Algo así como Leonardo Da Vinci y Miguel Ángel en materia de escritura de guiones. Parecen tener el don de la palabra perfecta, la frase precisa, los gestos oportunos. Parecen manejar a la perfección todos los recursos básicos de la comedia: diálogos, situaciones y capacidad visual. O sea frases para enmarcar, momentos deliciosamente absurdos y gags físicos y visuales que entran también por los ojos. En el caso de “Con Faldas y a lo Loco” falta algo de la mala leche de otras películas, y el resultado final es mucho más lúdico, teniendo la diversión como un fin en sí misma. Si nos empeñamos en buscar subtextos, quizá encontremos algo en lo que a modelos de hombre y mujer se refieres, o a las relaciones sentimentales. Hay, quizá, una mirada ácida hacia los planes casamenteros perfectos, basados en los potenciales beneficios, contraponiéndolos al romanticismo. Y por qué no, la estampa de los jubilados de Florida a la caza de una esposa también es motivo de chufla. Pero, ya decimos, este guion no es tan satírico como en otras películas de Billy Wilder.

Factura técnica: No es un apartado en el que destaque particularmente, pero tiene sus detalles. La ambientación en los años 20 está realmente conseguida, principalmente en la parte que se desarrolla en Chicago. Hay gags muy bien planificados visualmente, como cierta situación que casi recuerda al camarote de los Hermanos Marx. También es de destacar el mimo con que están grabados los números musicales, sin muchas parafernalias, pero elegantes y relevantes.

 

ZONA SPOILER

-No me negarán que es una genialidad el disimulo del cabaret clandestino como una funeraria. Allí mismo en apenas un par de segundos, Billy Wilder ya nos traza un esbozo de los personajes. Joe, quiere invertir la paga en el canódromo y Jerry en cosas menos arriesgadas. El canalla y el sensato.

-Incluso cuando es en tono de comedia, Billy Wilder también sabe manejarse en el cine negro. Véase la escena de la matanza en el garaje.

-La escena de la fiesta en la litera del tren es como un remedo de la del camarote de los hermanos Marx, pero con algún elemento más sensual. En ese momento Jerry es el más crápula curiosamente, pero poco después será cuando Tony Curtis elabore un meticuloso plan para encandilar a Sugar.

-El personaje de Osgood es divertidísimo. Su cabezonería para conquistar a Daphne/Jerry es tronchante. Su “Bueno, nadie es perfecto” es ya historia viva del cine.

-Otro acierto de la película es el montaje en paralelo de la doble cita de Jerry y Joe. Uno con Osgood y otro con Sugar. Uno bailando un tango extrañísimo y otro besuqueando a Sugar. Por cierto, es conocido el hecho de que Tony Curtis y Marilyn Monroe se detestaban. Curtis decía que besar a Marilyn, era “como besar a Hitler”.

-Los secundarios son estupendos. Además de Osgood, tenemos a Botines, el Pequeño Bonaparte… Hay un encanto hilarante en ellos.

-Wilder situó la acción en los años 20 para evitar la censura del pestífero Código Hays. De hecho, se dice que “Con Faldas y lo Loco” contribuyó en gran medida a derribar ese absurdo conglomerado de normas morales. De hecho, la intención de la película es hacer burla del puritanismo del Hollywood de la época.

-Marilyn quebró los nervios de Billy Wilder en más de una ocasión. El director austríaco decía que le había dado tiempo a leer “Guerra y Paz” y los “Miserables” durante sus retrasos para llegar a tiempo al rodaje. Además, algunas escenas tuvieron que ser repetidas unas 50 veces, como aquella de “¿Dónde está el Bourbon?” Wilder, que ya había trabajado con Billy Wilder en “La tentación Vive Arriba”, había dicho que nunca volvería a trabajar con ella. Rompió este propósito para “Con Faldas y a lo Loco”, pero después sí que no volvieron a trabajar más.

-La película se rodó en blanco y negro para disimular el ingente maquillaje que usaron Lemmon y Curtis para maquillarse.

Escena favorita

-Sin duda el “Bueno, nadie es perfecto” es uno de mejores cierres que una película puede tener, pero para ser original, y porque me río mucho con ella, voy a elegir ese montaje en paralelo de Tony Curtis besuqueando a Marily y Lemmon bailando el tango con Oswood y tocando las maracas. Una de las escenas con las que más me he reído desde siempre.

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