Título original: Psycho
Género: Terror
Director: Alfred Hitchcock
Intérpretes:
Anthony Perkins, Janet Leigh, Martin Balsam, Vera Miles
Nacionalidad: Estadounidense
Impresiones
Hitchcock ha recuperado
progresivamente crédito a lo largo de los años para los críticos y cinéfilos
exquisitos con monóculo en el ojo e ínfulas de gustos altamente intelectuales.
Ardua labor que comenzó Truffaut con su ya famosa entrevista a Hitchcock hace
casi sesenta años y que el francés reprodujo en un excelente libro. No
obstante, siguen quedando rescoldos de eruditos recalcitrantes que solo ven en
él un realizador comercial, cuyo único fin era llenar las salas de cine de
gente.
Sin embargo, Hitchcock es un
creador de imágenes colosal, capaz de insertar casi en cualquier película suya
una escena que ha pasado a la historia del cine. Desde el avión fumigador de
“Con la Muerte en los Talones”, la escena del Royal Albert Hall en “El Hombre
que Sabía Demasiado”, la bodega de “Encadenados”, el bloque de “La Ventana
Indiscreta”…- y la escena de la ducha de “Psicosis”. Pocos directores han
tenido la inteligencia visual del genial británico. Además, sus películas no
son meros artefactos de índole comercial. De ser así, en primer lugar, no nos
hubieran llegado como obras maestras tal aluvión de títulos, que hoya ya son
clásicos del cine.
De hecho, no son pocas las películas del británico que podrían considerarse vanguardistas, personales y enigmáticas. Un ejemplo podría ser la inescrutable “Vértigo”, con infinitos subtextos, atmósferas inimitables y, sin embargo, con un poder de fascinación estelar. Pero también Psicosis (y aquí empezamos a desvelar cosas). Era inimaginable que en una película su protagonista muriese a mitad de rodaje.
La trama era inusualmente truculenta, pero al mismo tiempo no es una película de terror al uso. Se trata de una película lenta, enigmática, de extraña atmósfera.
Dicen que se trata del comienzo del género slasher. Acaso sea cierto que es el punto de salida del género, pero en modo alguno creo que tango mucho que ver con ese cine. No hay una retahíla de muertes amontonándose en el metraje. Hay secuencia que son pura atmósfera, sin diálogos, de transcurrir lento. La maravilla de Psicosis no está solo en lo terrorífico (que también), sino en la valiente estructura, en la manera de filmar, en la psique de los personajes.
Cojan, por ejemplo la
conversación que tienen Norman Bates (Anthony Perkins) y Marion Crane (Janet
Leigh) durante “la cena”, mientras están rodeados de animales disecados. Puede
parecer una escena banal, no se recuerda tanto como las mayúsculas escenas de
la ducha, o de la silla dándose la vuelta. Y sin embargo me parece uno de los
momentos más logrados de la película. Hitchcock no filma muertes y truculencia,
filma el miedo.
Bien es cierto que la escena de
la ducha es con justicia una de las más recordadas de la historia del cine, y
como ésa otras escenas que todos tenemos en el imaginario. Pero creo que el
alcance de “Psicosis” va más allá de ser una película de género. Es una
película adelantada a su época, algo insólita, pero que además es inquietante.
Pero no esperen encontrar La Noche de Halloween.
Por otro lado, Hitchcock muestra
en Norman Bates una mente realmente extraviada, retorcida, oscura. El thriller
psicológico tenía ya una larga tradición en el cine, pero hasta nivel, digamos,
de perversión. La relación de Norman con su madre, la represión sexual, el
hecho de que se vista con ropas de mujer. En el año 60 aquello significaba una
auténtica subversión, que en aquel momento fue tomada por mal gusto. Pura y
llanamente.
Por su puesto, Hitchcock supo
contar con los mejores para la película. Ahí tienen a Saul Bass en el diseño de
los créditos, o a Bernard Hermann en el apartado musical. El resultado fue una
inmensa progenie que va desde tres prescindibles secuelas, hasta su influencia
en el giallo italiano, en el slasher o en el cine de Brian de Palma. Lo cual,
totalizando, hace que sea una de las películas más influyentes de la historia.
También es una muestra de la variedad
de Hitchcock en sus proyectos. La película previa fue “Con la Muerte en los
Talones”, el epítome del cine de evasión (y una obra maestra, de paso) a ritmo
de thriller con un importante regusto a comedia. Poco antes la compleja, y más
bien poco comercial “Vértigo. “Psicosis” era algo completamente distinto,
arriesgado, con impedimentos de todo tipo por parte de censores y otras
hierbas. Sobre el proceso de gestación de la película hay una película
protagonizada por Anthony Hopkins en el papel de Hitchcock, llamada así
Hitchcock, si bien no profundiza demasiado en la parte técnica. De todos modos,
concede importancia a Alma Reville, la mujer de Hitchcock y báculo creativo del
maestro en muchísimas ocasiones.
Así pues, “Psicosis” es uno de
los casos en que se mezcla el aire de una nueva forma de hacer las cosas, el
cine de género y un asentamiento en la imagenería cinéfila de proporciones
gigantescas. Una experiencia única que ha contado con infinidad de
influenciados, algunos muy meritorios, pero sin llegar al nivel de “Psicosis”,
Análisis
Dirección: Hitchcock
representa el formalismo, pero un formalismo que tiene como condición cautivar
al espectador. No solo mantenerlo en suspenso, sino más bien emocionarlo. De
hecho el miedo, o la intriga no dejan de ser emociones. Hitchcock no valora en
demasía la verosimilitud, pero sí la construcción formal. Es curioso que las
películas más cercanas al terror de Hitchcock lleguen cuando el tenía ya más de
60 años (“Psicosis” y “Los pájaros”), como si su cine se fuera volviendo
malsano con el tiempo. En Psicosis no solo trató de asustar al público, buscó
algo realmente impactante, de dar un vuelco al espectador. La atmósfera que se
construye es absolutamente enrarecida, hay algo perverso incluso antes de que
lleguemos al motel de Norman. En realidad, ya decíamos, se trata de una
película más bien lenta, donde el cómo se cuenta es tan importante como el qué
se cuenta. Hitchcok consigue sacar varias escenas para la historia del cine.
Destaca, cómo no, la de la ducha. Hubo cierta polémica sobre quién planificó y
ejecutó dicha escena. Saul Bass, el diseñador encargado de los títulos de
crédito, aseguró durante un tiempo que la concepción de la imagen era
completamente suya. Esto fue matizado después, cuando un miembro del equipo (no
recuerdo quién exactamente) afeó ese comentario a Bass, señalando que era
mentira. Al final, se llegó a la conclusión de que fue el mago del suspense
(qué título tan reduccionista) el encargado de la escena.
Intérpretes: El personaje
más carismático de “Psicosis” es Norman Bates, encarnado por Anthony Perkins.
La imagen de chico apocado, algo extraño y algo desequilibrado le perseguirá en
muchos papeles durante su carrera. Su actuación es excelente, jugando con una
ambigüedad que mezcla ingenuidad con un lado particularmente siniestro. Nuestra
percepción de él va cambiando con la película, hasta dejar una imagen
absolutamente aterradora. Norman es un estandarte, que además de salir en
varias prescindibles secuelas tiene incluso una serie de televisión (ésta
obviamente sin Bates) donde se muestran sus años de adolescencia, antes de los
sucesos de la película. Perkins tiene varias películas más interesantes (“El
Proceso”, “Asesinato en el Orient Express”, “La Gran Prueba” …), pero da la
impresión de que siempre llevó el personaje de Norman a cuestas. Conviene ver
su carrera con la perspectiva más amplia.
Janet Leigh a su modo hace un
papel ingrato. Siempre se dice que una de las innovaciones de “Psicosis” es que
la protagonista muera a la mitad de la película, lo cual no deja excesivo lugar
para el lucimiento. Incluso Vera Miles, siendo estrictos, podría disputar el
puesto de actriz principal. Es lo mismo. Janet Leigh es una rubia en la onda de
las de Hitchcock, y da un toque bastante sensual desde el inicio. Con una
escena muy propicia para ello. Gran parte de su rol transcurre cuando
“Psicosis” no ha alcanzado su verdadera naturaleza, cuando parece que nos van a
contar otra historia. Su conducta delictiva más que causarnos disgusto nos
convierte en cómplices. La mítica escena de la ducha la podría certificarla
como la primera “scream queen” de la historia.
Vera Miles de algún modo recoge
el testigo. Y tiene el prurito de llegar hasta el final de la película, lo que
concede un papel no exactamente secundario. Esta estupenda como preocupada
hermana de Marion, y es capaz de mostrar empuje y determinación. Los realmente
secundarios acaban completando un elenco que realiza una labor impecable. John
Gavin, y sobre todo un clásico como Martin Balsam.
Guion: La idea parte de
una novela de Robert Bloch, escritor de cierto prestigio dentro de la
literatura de terror y miembro del círculo de Lovecraft. Sin duda era una
historia truculenta, no muy fácil de llevar al cine. A parte de por lo
estrictamente macabro, Hitchcock hubo de bregar con otros asuntos que tuvieron
que ver con la moralidad. Como la escena inicial de Marion con su amante. O el
hecho de que se vea un retrete con la tapa levantada. La insistencia de
Hitchcock en la historia revela valentía y voluntad rupturista, aunque solo sea
por el mero hecho de la reinvención. Ya hemos observado el hecho de que la
protagonista muera a la mitad de la película, o cómo engaña al espectador
presentando una premisa y derivándose luego hacia otra. Hay otros aspectos a
mencionar, la inclusión de la dolencia psicológica de Norman es interesante.
Pocas veces se había mostrado un psicologismo tan enfermizo y macabro. La
propia plasmación de la historia, con el énfasis en determinadas situaciones y
cómo no se cuenta la historia siempre al mismo ritmo también es bastante
reseñable.
Factura Técnica: El blanco
y negro de “Psicosis” en opresivo, aprisionador, pegajoso. Hay algo incómodo
desde los primeros instantes de los títulos de crédito de Saul Bass. Todo
rezuma oscuridad. Incluso la lluvia en la huida de Marion en coche es ominosa.
Pero la palma se la lleva el entorno de la casa y motel de Norman Bates. Es la
película de Hitchcock con más apariencia de película de terror. El británico
buscó aposta un caserón neogótico adecuado a la historia y que infundiese una
sensación de amenaza. Bingo; ese caserón, y las escaleras que llevan hacia él
son un emplazamiento clásico de la historia del cine. Pero el motel también
tiene lo suyo. Vean si no la sala con las cabezas de animales disecadas. Y por
lo su puesto la ducha. La mítica escena es una complejísima superposición de
muchos planos que nos da una sensación de violencia impresionante… sin que el
cuchillo, en realidad, llegue nunca a tocar carne. Pero nosotros sentimos las
puñaladas, en virtud precisamente del trabajado montaje. Incluso esta escena
sola ha dado pie a un documental. Curiosamente, en un inicio Hitchcock quería
que la escena fuese silenciosa, sin ningún tipo de banda sonora.
Afortunadamente se incluyó la música de Bernard Hermann, cuya melodía suena
como auténticas puñaladas. A pesar de estar en el imaginario colectivo de todo
el mundo, se trata de una composición tremendamente osada y original. En
realidad, el segundo asesinato también lleva un trabajo de montaje y ejecución
realmente ímprobo. Consiguiendo además uno de los sustos por antonomasia de la
historia del cine.
ZONA SPOILER
-En efecto, la escena inicial de
Marion con su amante fue vista poco menos que como pecaminosa, habiendo que
negociar hábilmente con la censura.
-El millonario presuntuoso que va
a la empresa de Marion va acorde con cierta atmósfera incómoda que se ve desde
el inicio. Nos produce incomodidad.
-La escena en la que Marion huye
y se encuentra en un paso de cebra con su jefe, es homenajeada por Tarantino en
“Pulp Fiction” en la que Butch y Marcellus, a su vez, se encuentran.
-La primera imagen que vemos del
caserón ya da miedo. Y fíjense que vemos una silueta moviéndose en una ventana,
como si fuera un espectro. Durante la película pensamos que podría ser la de la
madre, pero no.
-Interesantísima escena la de la
cena en el salón de los animales disecados. Como tal ya produce inquietud, pero
la simbología de la taxidermia añade más inquietud. Los derroteros de la
conversación nos irán dando pistas sobre el estado mental de Norman Bates.
-Desde la figura intuida a través
de la cortina de la ducha, hasta la finalización del asesinato hemos asistido a
un prodigio de filmación, montaje y brutalidad sugerida. Una construcción
absolutamente genial.
-El segundo asesinato no tiene
tanta fama, pero es excelente también. Martin Balsam asciende las escaleras del
caserón, y nosotros estamos a la espera de lo que pueda pasar. De repente
Hitchcock cambia a plano cenital y vemos a la “madre” de Norman salir disparada
con el cuchillo en ristre. El susto que nos produce es bastante meritorio.
Luego la imagen de la víctima cayendo de una forma un tanto extraña por las
escaleras está trucada maravillosamente, produciendo un estupendo efecto.
-Por si era poco inquietante el
paisaje, añadan un pantano que sirve para hacer desaparecer evidencias.
-No me negarán que la silla
dándose con la vuelta con el esqueleto de la madre no es un icono del cine de
terror. Sumado a la aparición de Norman Bates vestido como su progenitora.
-Hoy en día diríamos que el final
está algo “sobreexplicado”, o algo así. Pero la explicación del psiquiatra se
hace necesaria dada la rareza del trastorno de Norma Bates y lo insólito que
resultaba para la época.
Escena favorita
Quizá debería ser la de la ducha,
pero pensaremos algo más original Lo penúltimo que vemos en “Psicosis” es una
de las miradas más terroríficas de la historia del cine, una indescriptible
sonrisa que encarna lo más trastornado de nuestra mente. Todo ello mientas se
produce un monólogo interno de “la madre”. Cuando posa sus ojos sobre nosotros
es imposible no sentir un escalofrío.
No hay comentarios:
Publicar un comentario