Título Original: Ivanovo Detstvo
Género: Drama, Bélico
Director: Andrei Tarkovsky
Intérpretes: Nicolay Burlyaev, Valentin Zubkov, Yevgeni Zharikov, Stephan Krylov
Nacionalidad: Soviética.
Impresiones
Tarkovsky provoca reacciones
encontradas hasta el frenesí. Los partidarios suelen ser, más que aficionados o
partidarios, apóstoles llamados a traspasar la llama de la antorcha entre los
guardianes de su credo. Son muy poéticos; les reto a que traten de encontrar un
elogio de Tarkovsy sin hablar de “poesía”, “poema visual”, u otras
transferencias artísticas.
Los detractores por su parte
piensan que el cine del director ruso es la quinta esencia del cine de autor
pelmazo y pedante; que se trata de un autor frío, formalista y de simbología
obtusa y onanista. Suelen atribuir a sus seguidores calificativo como
“gafapasta”, “cultureta”, o “pedante”.
Ni tanto ni tan calvo, oigan. Yo,
confieso, tengo el corazón del lado
hollywoodiense del asunto, pero
disfruto, a veces como un enano, con las convenciones del cine de autor. De
Tarkovsky decir que tiene un talento para la creación estética innegable, de
producir ensoñaciones de una belleza pasmosa, de tener en propiedad y de forma
intransferible un sello inimitable. Sin embargo Tarkovsy no está en mi Olimpo.
Qué le vamos a hacer. Pero hacer una diatriba contra el director ruso sería un
gasto inútil de retórica y de fuerzas. Al respecto no voy a pontificar, más en
estos tiempo donde se alimentan debates chorras sobre “qué es cine”.
Ello no quita para que haya una
serie de películas de Tarkovsky que me interesen y que no dudaría en recomendar
a cualquiera que tenga un mínimo de curiosidad en el cine. Una de ellas es su
debut, “La Infancia de Iván”. El argumento ya nos trasmite que la película
tiene una peripecia potente, gracias a una mezcla de emotividad y desolación.
Ivan Bondarev es un niño de 12 años, durante la II Guerra Mundial, cuya madre ha muerto en el transcurso del
conflicto y cuyo padre ha desaparecido. Ahora se dedica a espiar a los
alemanes. La mirada de Ivan es de dureza, de resentimiento, de frío odio hacia
los alemanes; solo a través de algunas costuras (mayormente inconscientes)
vemos la tristeza y, en general, la emotividad que tendría que tener un niño de
12 años cualquiera.
Tarkovsky, efectivamente, apuesta
por el formalismo y la digresión vanguardista, pero no opaca la desgarradora
historia que hay detrás. Además ese formalismo a veces se traduce en ideas
fascinantes y de belleza desoladora. La narración es peculiar, no es lineal y
dista de ser la propia del cine bélico estándar; y aun así hay imágenes tensas
que trasmiten la tensión y la zozobra de la guerra. No es una película
particularmente “fácil”, pero si conseguimos adentrarnos en ella no lo
lamentaremos en absoluto. Tarkovsky es posible que se siga encontrando en medio
de la polémica; para quien la quiera claro. Yo prefiero aprovechar lo que me
pueda gustar. Tranquilamente.
Análisis
Dirección: La madre del cordero. Prácticamente todo lo escrito
hasta ahora ha sido una disertación sobre los pros y los contras (personales)
sobre Tarkovsy. Es un director especial, incluso para los encargos. Y ésta es
una obra de encargo; el proyecto lo empezó otro director. Sin embargo
Tarkovsky, con sus escenas oníricas, su visión vanguardista, sus silencios,
etc, nos está metiendo de lleno en su universo. Es el Big Bang de Tarkovsky.
Otras película irán más allá: “Stalker” (1979) o “Sacrificio” (1986)… Pero aquí
hay muchas claves de su cine. Dentro de lo que cabe podría ser de las más
accesibles (si es que eso sirve para Tarkovsky), pero es compleja y, a ratos,
fascinante. Las imágenes más excelentes son de un tenor onírico apabullante.
Actuaciones: Lo más destacado es la interpretación de Nicolai
Burlyaev en el papel de Iván. Tiene la mirada fría, impasible, cruel de un
soldado atrapado en la oscuridad, pero en realidad es un niño de doce años. Es
una muestra de lo que la guerra puede hacer con una existencia joven e
inocente. Su ternura aparece en sus sueños, donde todavía no ha sido hollada
por las tinieblas. Se hace duro ver a un niño comportarse así y encontrarse en
esta tesitura. En realidad no puedo dar mucha más cuenta de nadie del reparto,
toda vez que sus carreras son toda una incógnita para mí. El tono actoral es de
contención y tendencia al hieratismo, como un elemento importante para el tono
frío y algo distante de “La Infancia de Iván”. Lo bueno es que la consonancia
es perfecta; los actores cuadran perfectamente en el contexto de la acción.
Guion: Conviene diferenciar la idea textual de la historia y la
posterior plasmación en imágenes por parte de Tarkovsky. Desde el punto de
vista textual la historia desprende una sensación bélica casi neorrealista, de
parajes y refugios desolados. Sin embargo Tarkovsky opta por la opción menos
obvia y, en primer lugar, rompe la linealidad de la estructura recurriendo a
diversos flashbacks. Y lo que es más importante, introduce un elemento
surrealista que resulta básico para entender la película. Las ensoñaciones de
Iván se postulan como uno de los grandes alicientes del film. Otro detalle, no
pequeño, a destacar es el tono intimista. No se trata de una película
patriótica llamada a alentar el espíritu nacional soviético; La Infancia de
Ivan se sentra en el sufrimiento de un chaval de 12 años que jamás debería de
haberse metido en semejante tragedia. Incluso se puede hablar de una retórica
antibelicista. Lo que dadas las coordenadas del momento no es poco.
Factura Técnica: El aspecto donde realmente destaca la película.
Las imágenes surreales son imaginativas y francamente bellas; los recursos
sombríos del expresionismo son brillantemente utilizados; las filigranas de
cámara (contrapicados, etc) son osadas y no del todo impertinentes. La probidad
visual de Tarkovsky está fuera de toda duda; si se ha discutir algo que sea
otra cosa. El sonido juega un papel bastante importante en la película a través
de, por ejemplo, el distante ruido de las bombas, magnífico recurso para ir
acumulando tensión.
ZONA SPOILER
-Las escenas oníricas son
prodigiosas. Lo vemos desde el mismo inicio. Particularmente interesante me
parece la del pozo de agua. La escena final en la playa también es primorosa y
emocionante; no es onírica pero casi lo parece.
-El carácter del niño, osea Iván,
queda patente desde el inicio. Tiene la pertinacia capaz de hacerle nadar
kilómetros y comportarse como un auténtico mílite.
-El deseo de venganza es intenso
en Iván, rehúsa ingresar en una academia militar. Prefiere estar a pie de obra
perjudicando a los alemanes de la forma más directa posible.
-Las escenas exteriores, las que
entran en materia bélica, son decadentes hasta lo deprimente. En realidad toda
la película lo es. En un fango existencial terrible y espeso.
-Todo el momento de la isba y el
anciano es uno de los más humanos y marcadamente antibelicista de la película.
Escena favorita
La secuencia final en la playa.
El recuerdo de lo hermosa que es la infancia y cómo puede llegar a joderse por elementos que ni siquiera podemos soñar
con controlar. Parece otro momento onírico, pero se supone que es un flashback.
Es un punto final perfecto y emocionante.
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