miércoles, 13 de noviembre de 2019

La Infancia de Iván (1962)


Título Original: Ivanovo Detstvo

Género: Drama, Bélico

Director: Andrei Tarkovsky

Intérpretes: Nicolay Burlyaev, Valentin Zubkov, Yevgeni  Zharikov, Stephan Krylov

Nacionalidad: Soviética.



Impresiones

Tarkovsky provoca reacciones encontradas hasta el frenesí. Los partidarios suelen ser, más que aficionados o partidarios, apóstoles llamados a traspasar la llama de la antorcha entre los guardianes de su credo. Son muy poéticos; les reto a que traten de encontrar un elogio de Tarkovsy sin hablar de “poesía”, “poema visual”, u otras transferencias artísticas.




Los detractores por su parte piensan que el cine del director ruso es la quinta esencia del cine de autor pelmazo y pedante; que se trata de un autor frío, formalista y de simbología obtusa y onanista. Suelen atribuir a sus seguidores calificativo como “gafapasta”, “cultureta”, o “pedante”.

Ni tanto ni tan calvo, oigan. Yo, confieso, tengo el  corazón del lado hollywoodiense del asunto,  pero disfruto, a veces como un enano, con las convenciones del cine de autor. De Tarkovsky decir que tiene un talento para la creación estética innegable, de producir ensoñaciones de una belleza pasmosa, de tener en propiedad y de forma intransferible un sello inimitable. Sin embargo Tarkovsy no está en mi Olimpo. Qué le vamos a hacer. Pero hacer una diatriba contra el director ruso sería un gasto inútil de retórica y de fuerzas. Al respecto no voy a pontificar, más en estos tiempo donde se alimentan debates chorras sobre “qué es cine”.



Ello no quita para que haya una serie de películas de Tarkovsky que me interesen y que no dudaría en recomendar a cualquiera que tenga un mínimo de curiosidad en el cine. Una de ellas es su debut, “La Infancia de Iván”. El argumento ya nos trasmite que la película tiene una peripecia potente, gracias a una mezcla de emotividad y desolación. Ivan Bondarev es un niño de 12 años, durante la II Guerra Mundial,  cuya madre ha muerto en el transcurso del conflicto y cuyo padre ha desaparecido. Ahora se dedica a espiar a los alemanes. La mirada de Ivan es de dureza, de resentimiento, de frío odio hacia los alemanes; solo a través de algunas costuras (mayormente inconscientes) vemos la tristeza y, en general, la emotividad que tendría que tener un niño de 12 años cualquiera.

Tarkovsky, efectivamente, apuesta por el formalismo y la digresión vanguardista, pero no opaca la desgarradora historia que hay detrás. Además ese formalismo a veces se traduce en ideas fascinantes y de belleza desoladora. La narración es peculiar, no es lineal y dista de ser la propia del cine bélico estándar; y aun así hay imágenes tensas que trasmiten la tensión y la zozobra de la guerra. No es una película particularmente “fácil”, pero si conseguimos adentrarnos en ella no lo lamentaremos en absoluto. Tarkovsky es posible que se siga encontrando en medio de la polémica; para quien la quiera claro. Yo prefiero aprovechar lo que me pueda gustar. Tranquilamente.



Análisis

Dirección: La madre del cordero. Prácticamente todo lo escrito hasta ahora ha sido una disertación sobre los pros y los contras (personales) sobre Tarkovsy. Es un director especial, incluso para los encargos. Y ésta es una obra de encargo; el proyecto lo empezó otro director. Sin embargo Tarkovsky, con sus escenas oníricas, su visión vanguardista, sus silencios, etc, nos está metiendo de lleno en su universo. Es el Big Bang de Tarkovsky. Otras película irán más allá: “Stalker” (1979) o “Sacrificio” (1986)… Pero aquí hay muchas claves de su cine. Dentro de lo que cabe podría ser de las más accesibles (si es que eso sirve para Tarkovsky), pero es compleja y, a ratos, fascinante. Las imágenes más excelentes son de un tenor onírico apabullante.

Actuaciones: Lo más destacado es la interpretación de Nicolai Burlyaev en el papel de Iván. Tiene la mirada fría, impasible, cruel de un soldado atrapado en la oscuridad, pero en realidad es un niño de doce años. Es una muestra de lo que la guerra puede hacer con una existencia joven e inocente. Su ternura aparece en sus sueños, donde todavía no ha sido hollada por las tinieblas. Se hace duro ver a un niño comportarse así y encontrarse en esta tesitura. En realidad no puedo dar mucha más cuenta de nadie del reparto, toda vez que sus carreras son toda una incógnita para mí. El tono actoral es de contención y tendencia al hieratismo, como un elemento importante para el tono frío y algo distante de “La Infancia de Iván”. Lo bueno es que la consonancia es perfecta; los actores cuadran perfectamente en el contexto de la acción.

Guion: Conviene diferenciar la idea textual de la historia y la posterior plasmación en imágenes por parte de Tarkovsky. Desde el punto de vista textual la historia desprende una sensación bélica casi neorrealista, de parajes y refugios desolados. Sin embargo Tarkovsky opta por la opción menos obvia y, en primer lugar, rompe la linealidad de la estructura recurriendo a diversos flashbacks. Y lo que es más importante, introduce un elemento surrealista que resulta básico para entender la película. Las ensoñaciones de Iván se postulan como uno de los grandes alicientes del film. Otro detalle, no pequeño, a destacar es el tono intimista. No se trata de una película patriótica llamada a alentar el espíritu nacional soviético; La Infancia de Ivan se sentra en el sufrimiento de un chaval de 12 años que jamás debería de haberse metido en semejante tragedia. Incluso se puede hablar de una retórica antibelicista. Lo que dadas las coordenadas del momento  no es poco.

Factura Técnica: El aspecto donde realmente destaca la película. Las imágenes surreales son imaginativas y francamente bellas; los recursos sombríos del expresionismo son brillantemente utilizados; las filigranas de cámara (contrapicados, etc) son osadas y no del todo impertinentes. La probidad visual de Tarkovsky está fuera de toda duda; si se ha discutir algo que sea otra cosa. El sonido juega un papel bastante importante en la película a través de, por ejemplo, el distante ruido de las bombas, magnífico recurso para ir acumulando tensión.

ZONA SPOILER

-Las escenas oníricas son prodigiosas. Lo vemos desde el mismo inicio. Particularmente interesante me parece la del pozo de agua. La escena final en la playa también es primorosa y emocionante; no es onírica pero casi lo parece.

-El carácter del niño, osea Iván, queda patente desde el inicio. Tiene la pertinacia capaz de hacerle nadar kilómetros y comportarse como un auténtico mílite.

-El deseo de venganza es intenso en Iván, rehúsa ingresar en una academia militar. Prefiere estar a pie de obra perjudicando a los alemanes de la forma más directa posible.

-Las escenas exteriores, las que entran en materia bélica, son decadentes hasta lo deprimente. En realidad toda la película lo es. En un fango existencial terrible y espeso.

-Todo el momento de la isba y el anciano es uno de los más humanos y marcadamente antibelicista de la película.

Escena favorita

La secuencia final en la playa. El recuerdo de lo hermosa que es la infancia y cómo puede llegar a joderse  por elementos que ni siquiera podemos soñar con controlar. Parece otro momento onírico, pero se supone que es un flashback. Es un punto final perfecto y emocionante.

No hay comentarios:

Publicar un comentario