Título Original: The Stranger
Género: Cine negro, intriga
Director: Orson Welles
Intérpretes: Orson Welles, Edward G. Robinson, Loretta
Young, Philip Merivale
Nacionalidad: Estadounidense
Impresiones
En “El Extraño” se puede ver a un
Orson Welles distinto. Era una película en la que su cometido era hacer ver que
podía terminar una película en el plazo previsto y dentro del presupuesto
asignado. También tiene algo de película de encargo, toda vez que la cinta la
iba a dirigir John Houston (que de hecho participó en el guion). Estos
condicionantes hacen que se vea a “El Extraño” cono cierta displicencia, como
una película mucho más convencional de las habituales en Welles, quien por otra
parte decía que en la película “no había nada suyo”.
No nos quedemos con esta idea.
Eso de “convencional” no es necesariamente nada malo, en tanto en cuanto sea
una película hecha con mimo, estilo y talento. Además a veces los directores a
veces son los peores críticos de su obra. A mí me parece que es un estupendo
thriller, con estilismo de cine negro, e incluso algo de espionaje. Tampoco se
puede negar, por mucho que el interesado lo haga, que en lo que atmósfera y encuadres se refiere, “El
Extraño” sí que tiene elementos “wellsianos”.
Tiene también cierto aire pionero
en la temática de los nazis huidos y ocultos en américa; la película data de
1946, apenas un año después de que acabase la contienda mundial. En lo que sí
es la primera, es en mostrar imágenes de las grabaciones reales que se tomaron
al liberar los campos de concentración. La trama nos habla de Franz Kindler
(Orson Welles) un jerarca nazi que vive en EE.UU bajo la identidad de Charles
Rankin y se dedica a ser profesor en el pueblo de Harper (Conneticut). Wilson
(Edward G. Robinson), miembro de una comisión de crímenes de guerra anda tras
su pista y para ello pone en libertad a
un antiguo colaborador del partido nazi,
con la esperanza de que le lleve hasta él. Finalmente Wilson llega a Harper y
da con Kindler, del que nadie conoce su verdadera identidad. De hecho está a punto
de casarse. Wilson deberá atrapar a Kindler con discreción.
A título personal “El
Extranjero”, y también su DVD, tienen un aire entrañable preñado de buenos
recuerdos. La compré en un Mediamarkt de Villaverde en la primavera del año
2004, durante una estupenda tarde en compañía de amigos. Y desde entonces hasta
ahora sigue ocupando, como no podía ser de otra forma, un lugar visible en mi
videoteca.
Si ustedes gustan del cine de
intriga clásico, con incrustaciones de cine negro, y el encanto añejo de viejos
conocidos de toda la vida (Robinson, Welles) el disfrute está más que
asegurado. Y no se dejen llevar por quien afirme tranquilamente que ésta es una
película menor de Welles. Otras películas más “personales” de él como Mr.
Arkadin (1955) me parecen bastante menos aprovechables. Y si además son ustedes
aficionados a los relojes antiguos miel sobre hojuelas.
Análisis
Dirección: Obstinadamente vuelvo a decir que la puesta en escena sí
que tiene elementos característicos de Orson Welles. En el inicio de la
película podemos ver, a modo de ejemplo, juegos con espejos, personaje que se
mueven como sombras y un contrapicado. Eso sí, el lenguaje cinematográfico es,
sin duda, más sencillo que en otras películas de Welles. Aun así la atmósfera lóbrega de algunos
instantes y alguna contundente imagen de cierto renombre hacen que el aspecto
sea atractivo. Welles demuestra que maneja los resortes de la intriga clásica
con tanta eficiencia como cualquiera.
Actuaciones: La actuación que más destaca es la de Edward G.
Robinson, un enorme actor capaz de ser un repelente malvado (como en “Cayo
Largo” -1948-) o un bendito inocente (como en “Perversidad” -1945-). En “El
Extraño” se queda en un término medio resultante de interpretar a un hombre
honrado y bueno, pero no ingenuo sino más bien astuto, y lo hace de forma
natural e instintiva, sin aspavientos. En empate técnico estaría Loretta Young,
que interpreta de forma magistral a la novia/esposa de Kindler; su entusiasmo,
dudas y nerviosismo son vivaces y punzantes. Orson Welles está pétreo y algo
hierático como Kindler, pero no se puede decir que no sea apropiado dada la
frialdad y el carácter calculador del personaje al que interpreta.
Guion: Reúne varios retazos de géneros que son genuinamente
intrigantes. Por un lado tenemos el relato de espías en el que el cazador y el
cazado tienen dobles identidades; por otro tenemos la sordidez y la sombra de
maldad del cine negro; también hay un componente de drama psicológico sobre la
aceptación de que una persona cercana pueda ser un monstruo (quizá en eso
recuerda a “La Sombra de una Duda” de
Alfred Hitchcock -1943-). La intriga se dosifica bien y en la recta final de la
película el ritmo es imparable.
Factura Técnica: Buen uso del claro oscuro y de los efluvios del
expresionismo alemán, que ayudan a conformar una estimulante sensación de
elegante inquietud. Welles era, a veces, como un perro verde en Hollywood;
gustaba de poner la cámara en sitios inusuales y de juguetear con la técnica.
En “El Extraño” está más comedido pero a veces aún sigue viéndose esa tendencia,
como ya hemos mencionado en párrafos anteriores. Se trata, pues, de un
clasicismo punteado de detalles de “autor”.
ZONA SPOILER
-Qué estupendo inicio con la
persecución de Edward G. Robinson sobre el amigo de Kindler. Primorosamente
filmada, fluida, y un buen punto de partida para la película.
-Kindler siempre se muestra
comedido pero en alguna discusión que le atañe de cerca puede soltar alguna
afirmación que no le beneficia en y que
puede delatarle. Véase cuando dice aquello de que “Marx no era alemán, era
judío”.
-La parte del perro, aparte de
abrir una rama de suspense añade un plus de crueldad a Kindler.
-El tipo de la cafetería, tan
aficionado a jugar a las damas, es un pequeño (y quizá desconcertante) pedazo
de comedia. La escritura de esas partes sí que fueron escritas por Wells.
-Curiosa forma de casarse.
Kindler va el día de la boda a dar clase como si nada, siendo la boda por la
tarde. Ni un día de asueto para el casamiento.
-Afortunadamente Kindler no cae
bien a todo el mundo. El hermano de Mary (Loretta Young) instintivamente
desconfía de él. Edward G. Robinson se servirá de ello.
-El in crescendo de la duda de
Mary se va afianzando hasta el límite del colapso nervioso. Sabiendo Kindler
que se ha reunido con Wilson, comienza a maquinar su muerte.
-La escena final con el empalamiento
de Kindler en el reloj del pueblo es brutal y de una planificación y ejecución
estupenda. Sin duda es el momento más recordado de la película, y la verdad es
que duele.
Escena favorita
-El momento en el que muestran a
Mary las filmaciones de los campos de concentración es digno de mención. Son
las imágenes reales que se fueron tomando al liberarse los campos. Era la
primera vez en la historia que aparecía en una película. El efecto que causa en
Mary es pavoroso (sin mencionar que su marido es uno de los artífices), pero
también posiblemente en el espectador americano de la época; algunos todavía no
se creían, o veían muy lejanas, las historias de los campos de concentración.
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